«A Fábrica de Nada», de Pedro Pinho; capital y el tiempo perdido

24 Festival l’Alternativa Premio Mejor Película
El director portugués Pedro Pinho dirige una película vinculada al mundo del trabajo, las relaciones laborales y las expectativas de los trabajadores, estando el sistema capitalista en su conjunto dentro del eje de esta pura ficción.
«A Fábrica de Nada» es una película sobre un tema que si bien es conocido, aquí es mostrado de una manera diferente e insospechada, con la que Pinho y su equipo de seis personas propone una historia colectiva que reflexiona sobre el derecho a trabajar y a vivir dignamente que tiene la población.
La trama principal del filme está vinculada a la decisión que la propiedad de una empresa tomó de desmantelar la maquinaria de producción de esa factoría industrial que se dedica a montar las cabinas y el resto de accesorios para ascensores.
Cuando los trabajadores se dan cuenta de lo que está empezando a ocurrir, comienzan a suceder toda una serie de cosas que nos mantienen en vilo hasta el final.
Siendo la factoría la filial en Portugal de una empresa multinacional, lo que llama la atención es la ausencia de los movimientos sindicales por los que tanto luchó la clase obrera y trabajadora. Esto se hace palpable en algunas escenas del filme en las que la apatía se apodera de los empleados y se nota cómo la dirección de la compañía se aprovecha de esa coyuntura.
En algún momento del filme surge una propuesta de autogestión, que será por cierto coordinada por un personaje encarnado (y no por casualidad) por el director de fotografía italo-argentino Daniele Incalaterra. La razón es que esa nave industrial se ha ido convirtiendo en una «fábrica de nada», como expresa el título. A algunos trabajadores les gustaría seguir ese procedimiento cooperativo, pero Pinho se encarga de mostrar las dificultades de conciliar esa posibilidad con la vida personal de algunos de los trabajadores. Y la actuación de Incalaterra refuerza la idea de que un planteamiento colectivo formando una especie de cooperativa tal vez sea posible.
Rodada con material fílmico (16mm), «A Fábrica de Nada» alterna diferentes tipos de planos que conectan bien a los personajes con el espacio que ocupan, cuestión significativa pues puede decirse que la nave industrial es también un personaje más del filme, muy importante para el futuro de estas personas asalariadas que están dentro de un modelo en el que los empresarios pretenden priorizar la automatización.
En definitiva, Pedro Pinho ha querido captar con la cámara la desesperación contenida de unos trabajadores que ven próxima la pérdida de su empleo, el mediocre estilo con el que la compañía hace las propuestas, y esa tendencia capitalista a devorar o derribar todo lo construido para formar algo nuevo, sin importarles la vida de las personas que trabajaron y colocando un foco exclusivo en torno a los beneficios económicos. Además de eso, su original y atrevida parte final (incluso algunas partes del filme que poseen pequeños elementos de humor) también plantea algunos interrogantes para la reflexión del espectador.
©José Luis García/Cinestel.com