«Adiós entusiasmo» analiza los desfases emocionales en la familia

Si hay algunos desfases en la lógica familiar, quizá pueda ser por los diferentes criterios y valoraciones que puedan haber entre sus miembros. El director colombiano Vladimir Durán nos ofrece en su primer largometraje, «Adiós entusiasmo», un drama ambientado en las relaciones de una extraña familia cuyos hijos mantienen encerrada a la madre en uno de los cuartos de la casa. No hay duda de que se trata de una enorme insensatez, así que la película comienza de una forma rara, pero rápidamente sabe dibujar sus parámetros para que no nos perdamos en el medio de la nada.
El relato parece focalizarse en primer lugar en la figura de Axel, el pequeño del hogar, quien convive junto a sus tres hermanas compartiendo ese espacio con algunas reglas propias de difícil comprensión.
Toda la acción transcurre en el mismo día, y Durán nos va poco a poco revelando los matices que llevan a estas personas a reflejar esa lógica desfasada que está sustentada en relaciones permeables.
«Adiós entusiasmo» es la crónica de una incoherencia familiar absoluta, donde hasta se entremezclan los espacios privados y públicos de sus personajes. Está rodada en un amplio formato panorámico con el que el camarógrafo Julián Ledesma hizo un potente y elogiable trabajo, aquí mucho más difícil que en un filme convencional para que aunque no empaticemos con los protagonistas de esta historia, lleguemos a entender qué diantres es lo que están haciendo y si es que están tramando algo.
Todo parece indicar que lo que pasa es que en esta familia se ha instalado un microcosmos que funciona a modo de círculo vicioso. Las escenas transcurren con conversaciones banales, imágenes cotidianas y diversos juegos, algunos conectados a paranoias y temores, aunque no sea una película del género de terror.
Uno de los factores cruciales para intentar comprenderles es el de la sutil distancia personal. Cada uno de los personajes tiene una edad distinta y padecen de una no aparente desconexión entre sí. «La abuela miente, me dijo mamá» es una frase que pronuncia el niño en un momento determinado y que en sí misma define la atomización que viven estas personas, quienes tampoco saben reconocer los límites entre la intimidad y la contigüidad social, aunque en realidad sí que se amen mutuamente.
Durante el relato, iremos conociendo más detalles acerca del porqué del encierro de la madre. Los hijos se comunican con ella a través de una ventana para darle cosas, leerle algo o celebrar su cumpleaños en el pasillo que está al lado de su puerta. La progenitora, de quien sólo escuchamos su voz, dice en un determinado momento: «Yo no tengo que respetar a nadie, yo tengo que respetarme a mí», frase que sin duda alude a ese aislamiento, falta de voluntad y también soledad disimulada que se respira en todo el film.
Vladimir Durán lo explicaba de esta forma durante la presentación mundial de la película en la sección Forum de la Berlinale: «La intimidad aquí es colectiva y algo no considerado valioso. El punto de vista se centra en una infancia invadida y sobre las fantasías de escape que genera la poderosa invasión.
Estoy interesado en la familia como un lugar donde las leyes subyacentes de intercambio emocional se promulgan; leyes que no se dicen pero que se extienden como raíces capaces de atravesar cualquier ambiente íntimo límite. Eso era lo que me proponía explorar, y quería hacerlo centrándome en el trabajo de los actores, en una búsqueda que tuvo lugar durante el rodaje».
«Adiós entusiasmo» cuenta en su elenco con las actrices argentinas Laia Maltz, Mariel Fernández y Martina Juncadella, compañeras de un taller de teatro en el que también participó el director, quien igualmente actúa en algunos momentos de la película, que fue rodada en Buenos Aires, donde el realizador reside.
Vladimir Durán es hijo del insigne cineasta y director de teatro y televisión colombiano, Ciro Durán, quien hace algún tiempo conectara ampliamente con el público cinéfilo a través de historias como «La toma de la Embajada» o «Gamín». Su esposa y madre del director, Joyce Ventura, es una de las coproductoras de esta película, conocida profesional del mundo del cine.
©José Luis García/Cinestel.com