“Akelarre”, de Pablo Agüero; coreografía macabra de personajes

Estreno en España el 2 de octubre de 2020
El director argentino Pablo Agüero eleva sus auto-exigencias a la hora de realizar una película con este drama, “Akelarre”, inspirado en la Historia, que ha llevado a cabo en coproducción con España y Francia.
Rodada íntegramente en Euskadi, la película está ambientada en los albores del Siglo XVII, cuando la actividad de los tribunales inquisidores al servicio de la monarquía española había decaído, pero ni mucho menos había desaparecido pese a estar siendo más lenta y burocrática.
Tal premisa de dilación deliberada en los tiempos para dictar sentencias, es aprovechada por Agüero y su co-guionista Katell Guillou para hacer toda la descripción de unos hechos que se corresponden con las llamadas Cazas de Brujas.
Aquí un grupo de chicas es arrestado para que confiesen lo que saben sobre el Akelarre.
Todos los hombres de la zona se han ido a trabajar al mar y las más jóvenes han organizado una fiesta en el campo, que un juez (Álex Brendemühl) encomendado por el rey, utiliza para sus perversas maniobras de manipulación, al acusar injustamente a las mozas de la localidad de practicar la brujería.
Desde un buen principio, la película pone de manifiesto las malas intenciones del inquisidor a través de los diálogos que mantiene el juez Rostegui, atribuyéndose para sí mismo la construcción de la realidad de lo supuestamente sucedido y no dejando resquicio alguno para la defensa de las chicas a quienes sistemáticamente se las vejará, insultará y hasta violará.
Ante esa tesitura, al grupo de jóvenes ya recluidas en una mazmorra no les queda otra alternativa que tratar de jugar con la mentira orquestada por esos violentos visitantes cargados de una terrible maldad.
Agüero dibuja la historia con una macabra coreografía de personajes que se dirigen, si nadie lo evita, hacia una segura quema en la hoguera con la que imaginariamente, el diablo iniciaría a sus servidoras y se aparearía con ellas.
En “Akelarre” es fundamental el hecho de que haya participado la guionista francesa Katell Guillou, pues el filme huye de ser presentado con un sentido inicial misógino, empoderando a las mujeres y sus legítimas decisiones frente a semejante agresión que están sufriendo por una estigmatización enfermiza emanada desde la autoridad de la época.
El enfoque principal del relato recae sobre Ana (Amaia Aberasturi), una de las jóvenes del grupo de amigas que es quien lidera la estrategia de respuesta frente a ese poder que intenta uniformizar toda la vida social para procurar controlarla a su antojo. Mientras tanto, el personaje del joven Padre Cristóbal (Asier Oruesagasti) es quien encarna el aparente residuo de poder que, según lo que nos cuentan los historiadores, habría tenido el catolicismo en esa época concreta de la Inquisición.
©José Luis García/Cinestel.com