«El Bar», de Álex de la Iglesia; humor ibérico para acopiar públicos

Estreno en España el viernes 24 de marzo
Tan fiel a su estilo que ya de entrada queda fácilmente reconocible en las primeras escenas, el cineasta español Álex de la Iglesia presentó en la Berlinale fuera de concurso esta nueva comedia de suspense con algunos de sus actores habituales.
«El Bar» es una película que procura reflejar ciertos ambientes públicos y estilos de relacionarse dentro de ellos con los que se verán identificados un buen número de españoles, a pesar de que el director bilbaíno muestra su historia dentro de un contexto surrealista, tal y como hizo en la gran mayoría de sus trabajos precedentes.
El filme arranca a las nueve de la mañana de un día de trabajo cualquiera. Un grupo heterogéneo de personas coincide por azares del destino en un mismo establecimiento de este tipo para desayunar en el centro de Madrid.
Uno de los clientes recibe un tiro en la cabeza nada más abandonar el bar, lo cual provoca el estupor entre quienes todavía están dentro. Todo lo que sigue ya entra en el absurdo más absoluto. Intentan salir, pero descubren que es imposible y es entonces cuando van a tener que sobrevivir los unos de los otros. Un representante comercial, la ludópata, el hipster con el ipad todo el tiempo en la mano, el que hace los sandwiches y tortillas de patata, o la hábil dueña del local son algunos de los personajes que se encuentran atrapados en un singular juego que deviene mortal si nadie lo remedia. Y todo parece indicar que así será.
Álex de la Iglesia demuestra tener un interés prioritario en acaparar el mayor número de públicos posible y eso lastra la cohesión que merecería este guion. Arduo trabajo el de intentar contentar a todo el mundo, pero es que eso es imposible. Aun así, el realizador vasco consigue otorgarle al relato la agilidad que necesita, muy en su línea de siempre, con un desarrollo imprevisible y un largo final catártico destinado a complacer a ese espectador que no llega a entender ciertos guiños inteligentes del guion, que sí los tiene, y que parecen estar intentando criticar ciertas miserias, en el sentido más amplio de la palabra, entre la población de la España actual.
Cada personaje del film cree tener la solución al problema colectivo que aquí se trata de arreglar, y siendo una historia en clave tan española va a ser complicado que los espectadores, en especial si son de otros lugares, empaticen con ellos. Y eso que entre el elenco está el argentino Alejandro Awada, -con financiación argentina del INCAA-.
En general, todo el reparto cumple en sus papeles de personas desconfiadas, estimuladoras de rumores e inclusive paranoicas en algunos puntos. Solamente el personaje que desempeña el tan creíble actor Secun de la Rosa se libra bastante de esa definición.
Y sobre el final nos preguntaremos si en el olfato de los protagonistas de esta historia es reconocible o no el hedor pestilente. Buena pregunta para terminar un filme cuando menos discutible, pero como siempre ocurre con De la Iglesia, fluido. Eso sí, en España y con el apoyo que tiene en producción y promoción de una televisora comercial, será posiblemente una película que funcione en las cifras de taquilla.
©José Luis García/Cinestel.com