«El Tesoro», de Corneliu Porumboiu; fabulosa metáfora económica

Estrenada en España
Corneliu Porumboiu es un cineasta rumano de calidad garantizada, cuyos relatos contienen una atractiva ironía que hay que saber captar para que el espectador quede atrapado por estas historias, que en realidad vendrían a ser ejemplos de comportamientos sociales que están más generalizados. Y claro, aquí también hay fuertes dosis de surrealismo que busca desde un enfoque riguroso hacernos meditar sobre lo que habitualmente nos rodea.
La película comienza con Costi leyéndole cuentos a su pequeño hijo por las noches. Hasta que un día suena el timbre de la casa y es un vecino que viene a pedirle prestados 800 euros.
Como el visitado no puede ayudarle porque asegura que es incapaz de hacer frente, el vecino regresa para contarle su intención de contratar un buscador de metales que lo ayude a encontrar un tesoro enterrado en el jardín de casa de su madre desde el triunfo de los comunistas en la Guerra Mundial.
Pese a que sabemos que toda esta historia se mueve en el entorno de la fábula, «El Tesoro» es un filme que te mantiene en vilo a partir del momento en que Costi acepta participar a cambio de la mitad del contenido de la caja.
La película comienza además con narraciones infantiles de Robin Hood que se suman más tarde a la idea que el niño tiene sobre su padre buscando ese posible golpe de suerte.
Parece como que Porumboiu quisiera concentrarse en las fallas sociales que presenta el factor económico asociado al mundo del trabajo, ocultando en ese jardín todas las esperanzas enterradas por aparentar ser imposibles. Y la facilidad que tiene el cineasta rumano para explicarnos temas envueltos en la metáfora desde lo sutil, lo absurdo y lo ambiguo son siempre bienvenidas para cualquier amante del mejor cine.
Al final, toda la trama desemboca en las consecuencias de ese mundo infantilizado de sus personajes, que no se saben manejar siquiera en temas de economía doméstica. Atención en este sentido a la secuencia en un comercio.
Tampoco deberíamos de olvidar la singular idea de colocar en los créditos finales el tema musical «Life is Life», reversionado por Laibach.
©José Luis García/Cinestel.com