«Fences», de Denzel Washington; verbalizando el amor y la tragedia

Estrenada en España
Uno de los asuntos que más discusión suscitan en el mundo del cine es el de las adaptaciones. ¿Gustará ésta o aquella película que ha sido arreglada a partir de un libro o de una obra de teatro original? La pregunta es ciertamente razonable, pero claro… ¿qué pasa si el argumento se puede justificar en torno a la prolija verbalización de sus personajes?
Y es que en «Fences», dirigida y protagonizada por el actor Denzel Washington, la palabra, o mejor dicho, el verbalismo es otro de los componentes principales de la historia, al igual que la extraordinaria actuación de la actriz Viola Davis.
El verbalismo es esa propensión que tienen algunos a situar la palabra por delante de los conceptos, ya sea porque éstos no se tienen claros o porque los temores provocan intentos de manipulación para que determinadas personas no se den cuenta de algunas realidades que están ocultas. Este segundo es el caso de Troy Maxon, el protagonista del filme.
Troy trabaja como recolector de basuras en la parte trasera de un camión. A los 14 años de edad abandonó a un padre abusivo y más tarde fue un jugador de béisbol frustrado en sus aspiraciones para alcanzar la gloria deportiva en ese universo tan competitivo. Ahora padece un miedo extremo a enfrentarse a aquéllo en lo que se ha convertido y eso lo intenta ocultar manteniendo una actitud entre hostil y manipuladora, aunque trate de mantener al margen de ello a su hermano y a su mejor amigo.
Su esposa Rose lo ama, pero está algo cansada de él, mientras que su hijo Cory se ha convertido en el objetivo principal de toda su furia reprimida. «Tu no tuviste oportunidad y te asusta que yo sea mejor que tú», le responde en un determinado momento de la película.
En verdad, Troy vive en un autoengaño continuo y no se arrepiente de nada de lo que hace. Incluso dice sentirse bien en su corazón hasta en esas diferencias que ha generado él mismo en contra de su hijo.
Y todo este esquema confluye en un aislamiento progresivo escenificado en una cerca o valla que le da el título al filme. El motivo es que algunas cuestiones ocultas afloran, al tiempo que algunos otros personajes también tendrán que adoptar decisiones que son dolorosas.
«Fences» es una mirada contundente hacia la fragilidad humana y las frustraciones, con un buen final que apela a la necesidad de atajar y evitar posturas salomónicas o radicales. Esta película, adaptada de una obra de teatro, es un excelente ejemplo de por qué es mucho mejor intentar disfrutar del entorno social y familiar en el que se vive, modificándolo si hace falta, en lugar de estar pensando siempre en aquello que podría haber sido en el pasado y que nunca fue ni será en el futuro.
©José Luis García/Cinestel.com