«Miss Dalí», la tragedia de un gran pintor vista por su hermana

Estrenada en España
El genio de Cadaqués visto por su hermana. Las memorias de Anna Maria Dalí le sirvieron a Ventura Pons para traspasar al cine una notable introspección en la vida personal y familiar de Salvador Dalí. Amiga de Federico García Lorca, a quien incluso fue a ver en Nueva York, esta íntima familiar siempre acusó al surrealismo del cambio estético que experimentó su hermano en un momento determinado de su vida, y se atrevió a no mencionar el nombre de Gala en sus memorias, una mujer a la que odiaba.
«Miss Dalí» es el reflejo en el cine de ese punto de vista, el de su hermana pequeña que en un principio se llevó muy bien con Salvador. Ella fue precisamente la modelo del famoso cuadro en el que una chica mira por la ventana.
Cadaqués como pueblo es el primer personaje que aparece en esta película que abarca también algunos hechos históricos como la Guerra Civil española, y además no olvida referencias a cómo vivían aquellos progresistas de la España republicana.
El film se ubica también en el Figueres intelectual de la época y revisa asimismo las visitas que hicieron a la casa de Cadaqués tanto Lorca como Luis Buñuel, compañeros de estudios de Salvador Dalí en la Academia de San Fernando en Madrid.
La caracterización del actor Joan Carreras como el Dalí pintor está muy estudiada y acertada, mientras que la de su padre, notario de profesión, es formidable a cargo del gran Josep Maria Pou. Y por su parte, las actrices Siân Philips y Claire Bloom encarnan a Anna Maria Dalí y a una amiga respectivamente quienes, ya mayores, le dan un equilibrio e hilo conductor a todo el relato a modo retrospectivo.
«Se ha de mirar al cielo, siempre, así sabréis dónde estáis» dice Dalí padre en un momento de la película, una expresión que entronca con ese surrealismo que Luis Buñuel compartía con el pintor, y que atacaba los valores de la burguesía. A Salvador le parecía que había puntos de contacto entre el erotismo y la religión. Y mientras tanto, su hermana Anna Maria veía en él a un gran surrealista que no respetaba a nada ni a nadie.
La parte final de esta película biográfica reproduce y consolida la consabida decadencia ocurrida en el terreno de las relaciones familiares dentro de la familia Dalí. Anna Maria decía que Gala era una mujer que engañaba, un mal bicho. Y también su padre ya tenía muy tocadas las relaciones con el mismo Salvador desde mucho tiempo atrás.
Ventura Pons ha demostrado una gran habilidad temática al centrarse en la figura de la hermana y no directamente en Salvador, un pintor cuyas obras trascendieron fronteras a nivel mundial y sobre quien no sentó nada bien en Catalunya que cediera todo su legado al Estado español, aspecto polémico tal vez superado por algunas voces que insinuaban que había sido muy maltratado por su círculo más personal en los últimos años de su vida.
Una aportación propia
Al margen de la película, y como aportación propia de quien está escribiendo esta reseña, tuve la oportunidad de intentar hacer una entrevista o tomar algunas declaraciones a este genio universal pocos días antes de su muerte, en 1989. Fue gracias al relaciones públicas de la clínica privada en la que estaba internado, Javier López Schmidt, que pude acceder a las instalaciones y esperar su salida, pues le iban a dar el alta al considerar que su salud estaba tan deteriorada que era mejor que el desenlace ocurriera en su casa en el momento que tuviera que ocurrir.
Cuando salió, tan sólo balbuceó algunas palabras ante numerosos medios. En concreto nos dijo: «Cuando se es un genio, no tenemos derecho a morirnos,… porque hacemos falta para el progreso de la humanidad. Viva el rey, viva España y viva Catalunya». Me fijé en que la parte izquierda de su cuerpo temblaba mientras que la parte derecha estaba inmóvil. Quedé muy impresionado. Seguidamente hubo un silencio y nos pidieron que lo dejáramos pasar para salir.
Muy pocos días después del alta hospitalaria, Salvador Dalí murió en su domicilio de Figueres.
©José Luis García/Cinestel.com