«Mes nuits feront écho» (Still Night Still Light); soñar posibles utopías

La escritora y directora de Canadá, Sophie Goyette, atesora en su haber tres proyectos de cine ya concluidos y también unos cuantos premios a toda esa tarea. Entre sus dos cortos anteriores se encuentra «Le Futur Proche» (2012), un trabajo en tono surrealista que transitaba la frontera poética de los anhelos y que fue reconocido en su país y en el Festival de Rotterdam, donde este 2017, el jurado de la sección de óperas primas Bright Future le concedió el premio a su primer largometraje.
«Mes nuits feront écho» (Still Night Still Light) es un drama existencialista rodado en México sobre el deseo y los sueños, pero esta vez ya en un plano más apegado a la realidad del mundo que vivimos.
Movidas por la pérdida, la añoranza y el anhelo, tres almas sensibles escuchan las melodías que todas las jornadas frecuentan sus días y sus noches.
La película ofrece la perspectiva de un trío de personajes que en su relación común y normal, sienten la exigencia moral de darle un giro importante a sus vidas, pero que antes necesitan tener claro el camino a seguir, sopesar sus riesgos e incluso permitirse que ciertas utopías se desvanezcan en su pensamiento, antes de que sea demasiado tarde.
México y en menor medida, Quebec y Asia, son los tres escenarios elegidos por Goyette para contar cómo Éliane (Éliane Prefontaine) decide abandonar su Canadá natal al no sentirse realizada mientras trabaja como animadora de fiestas de cumpleaños. Instalada en México, conoce a Romes (Gerardo Trejoluna), el padre de Ian, un alumno de sus clases particulares de piano, quien más adelante llegará a hacer un viaje de redescubrimiento junto a Pablo (Felipe Casanova), su padre y abuelo del niño.
«Mes nuits feront écho» es una película que, aunque Asia solamente aparezca en la parte final, posee mucho de la filosofía propia de una parte del cine asiático, tranquila y serena, y de tratar de hacer lo correcto en un mundo que no podemos controlar. «Somos débiles porque sólo pensamos en nosotros», se escucha también decir en algún momento del filme.
La directora nos propone aquí a tres personajes de generaciones diferentes cada uno de ellos, que en apariencia conectan poco entre sí, aunque no siempre eso sea como lo imaginamos. Precisamente, un rasgo distintivo del modo de trabajar el guion de Sophie Goyette es el de no caer en estereotipos repetitivos y clichés instalados en el mundo del cine. Y esa característica de un desarrollo distinto a lo que el cinéfilo espera, es probablemente otro de sus mayores incentivos.
Capítulo aparte merece el tratamiento de cámara, que en «Still Night Still Light» es digno de elogio a partir ya de las primeras escenas, con planos en los que hasta el distanciamiento de la cámara tiene un significado concreto, dentro de un concepto visual, como es obvio, sí orientado a lo que desea contar el guion, pero no forzado para el espectador.
La realizadora decidió tener una paulatina aproximación a sus personajes hasta llegar al momento de conectar con su sentido onírico, con sus sueños. Y justo un tono grisáceo durante toda la película ayuda también a concluir que aquí el aspecto conceptual es tanto o más importante que la bella descripción visual.
Los tres protagonistas del filme están pasando momentos íntimos complejos, en algún punto incluso con hechos similares del pasado, pero en ellos siempre queda un respetable y gozoso margen para la esperanza.
©José Luis García/Cinestel.com