«T2 Trainspotting», de Danny Boyle; el reencuentro 20 años después

Estrenada en España
Había generado mucha expectación la segunda entrega, dos décadas después de aquella película que encumbró al británico Danny Boyle, básicamente como un director válido por su originalidad a la hora de presentar una historia de ficción que convenza al público a través de su estructura narrativa, hablando de temas que conectan con mundos marginales en los que corre la droga y la necesidad de obtener a toda costa grandes cantidades de dinero para poder satisfacer esa adicción, muchas veces mortal.
En aquella original «Trainspotting» vimos un relato plagado de temas musicales, que ya entonces eran del pasado, pero cuyas imágenes tenían una estética como de vídeo promocional que se entremezclaban con el resto, creando una composición total llena de matices y también de lecturas diversas para poder posicionarse a favor o en contra.
Justo esta segunda parte lo renueva todo, haciendo un salto importante y considerable en el tiempo.
Lo que sorprendió a muchos en aquel primer «Trainspotting» fue el atrevimiento de Boyle a la hora de mostrar a este grupo de jóvenes esclavos, felices o infelices, de las drogas y del dinero rápido y abundante. Abordar este tipo de esclavitud física y moral no es sencillo, pero es necesario reconocer que este inglés (curioso que no sea escocés, como sus protagonistas), hizo un considerable esfuerzo para mostrar al menos la crudeza o aspereza que envuelve todo ese entorno realmente penoso, que siempre está lleno de fatalidad, aprietos y carencias múltiples.
Aquella primera parte contenía momentos de gran autenticidad, como en el uso de las jeringuillas o el hecho de estar hablando sus personajes dentro de la discoteca a los gritos (es inusual este apunte en la mayoría de filmes), pero también interesantes escenas metafóricas de corte surrealista, como la famosa del inodoro o la otra secuencia en la que un bebé aparecía gateando por el techo.
«T2 Trainspotting» conecta con amargura con la primera, porque de hecho sufre la consecuencia indirecta de aquello que pasó al final. Y es obvio que el espectador querrá saber en qué se gastaron el dinero, tanto Mark Renton como Spud en su pequeña porción de las ganancias. Sobre ese tema aquí sí que vamos a encontrar pequeñas referencias, pero no muchas porque nos hallamos ante un relato nuevo por completo.
¿Qué es entonces lo que ha pasado? Pues que aquellos jóvenes se han hecho mayores y cada uno de ellos ha circulado por su cuenta hasta este reencuentro, unas décadas más tarde. Por eso aquí no vamos a encontrar una continuidad específica de las posibles tramas que se pudieran derivar de la primera. Como ejemplo, Frank Begbie es ahora un hombre algo violento con su hijo, de quien está buscando que se adhiera a su causa delirante tras haber cumplido él una condena en prisión.
Pero la trama principal de esta segunda entrega asume las peripecias de Sick Boy, quien ahora acaba de sufragarse un costoso divorcio de su mujer, tras haber tenido un bache significativo en sus negocios. Justamente es en Edimburgo donde se le presenta la solución a sus problemas de liquidez a través de un jugoso negocio consistente en grabar una película porno con imágenes tomadas en las trastiendas de los pubs, en escenas interpretadas por clientes de esos locales. Allí se asociará con Veronika (encarnada por la joven actriz búlgara Anjela Nedyalkova) para este propósito.
Danny Boyle se inspira en esta ocasión en los detalles del siguiente libro de Irvine Welsh, que data del año 2002, y se nota que no es un cineasta que investigue mucho los elementos de la realidad para incorporarlos en el film. De hecho, eso no le importa tanto porque en su interés está remover los límites entre lo auténtico y lo irreal. En «T2 Trainspotting», las emociones siempre están encontradas y se contraponen, pues hay rencor y miedo, pero también amistad y alegría entre sus personajes. La decisión como espectadores de mantener (o no) algo de distancia con ellos, es fundamental a la hora de evaluar la película en su totalidad.
©José Luis García/Cinestel.com