«The Florida Project», un helado de arándanos con un toque agrio

Estrenada en España
Las aventuras de unos niños que están transitando una infancia con riesgo de exclusión social y de pobreza, son el eje principal de la extraordinaria película del director de «Tangerine», el estadounidense Sean Baker. «The Florida Project» (El Proyecto Florida) es un drama, pero narrado a través de los ojos de los niños, quienes desarrollan todo tipo de sutiles comportamientos y actividades realistas que harán que cualquier espectador se sienta muy identificado con muchas cosas que ahí ocurren.
Corre en paralelo durante todo el filme, la tragedia económica que padece la madre de Moonie, una niña que está interpretada por Brooklynn Prince, un pequeño talento que es todo un hallazgo por su manera tan acertada de interpretar el papel que se le ha encomendado.
El actor Willem Dafoe acaba redondeando un elenco que en su mayoría es de debutantes.
Para la película, Sean Baker contaba que se había fijado en numerosos moteles que existen en Florida y que están situados a mucha distancia de los centros de población. Al parecer fueron pensados para turistas, pero sus habitaciones han acabado siendo ocupadas por familias de inmigrantes, dado que el precio a pagar es significativamente inferior al de un departamento o habitación en la gran ciudad. Se sospecha que esa distancia con los centros de trabajo está causando todavía una mayor exclusión social y el aumento de los sintecho.
Pero «The Florida Project» es ante todo una película que nos habla acerca del momento tan mágico que nos regala la niñez, con la posibilidad de descubrir lo que es el concepto de la amistad así como inclusive desafiar ciertas cosas. Aquí estamos en un entorno de pobreza en el cual la transgresión está a flor de piel, por ejemplo en el caso de algunos adultos que llegan a considerar bien visto algún incendio o atropello que ocurre.
El caso de la madre de Moonie es paradigmático en ese sentido, e inclusive extremo, pues es una mujer desesperada por su situación económica a la que se le junta una visión bastante infantil en algunos momentos, al igual que una necesidad excesiva de provocación ya que en realidad no comprende cómo ha podido llegar hasta el punto en el que ella misma se encuentra.
La dirección de actores por parte de Sean Baker es sublime. También lo es el ritmo con el que se narra este filme de casi dos horas, así como el predominio de planos amplios, sobre todo en exteriores. Casi al final vamos a ver por primera vez unos primerísimos planos de la madre y la hija. Helicópteros y metáforas como un árbol tumbado que todavía crece o la redirección de la trayectoria de unas garzas completan una película con un final rodado con teléfono móvil en un lugar en el que es imposible que te den permiso para ello.
©José Luis García/Cinestel.com