«The Square», de Ruben Östlund; una apertura a las contradicciones

Estrenada en España
Existen en el cine buenos ejemplos sobre cómo expresar ciertas ideas o contradicciones de nuestra sociedad actual de una forma sutil y hasta incluso sibilina. Pero hay cineastas como el que esta vez nos ocupa, que van más allá y nos ofrecen la posibilidad de ver una película mucho más categórica y rotunda con la que trata de exponer algunas contradicciones que se dan entre las personas de hoy en día.
«The Square» es una comedia que acentúa el dramatismo y las ironías de un tipo de gente superficial o que prefiere mirarse en los demás. La hipocresía social es otro de los elementos principales de este recomendable filme del director de «Fuerza Mayor», aquella anterior película suya en la que ya mostraba su preocupación sobre los múltiples tipos de comportamiento colectivo que carecen de una reflexión sincera y profunda. Quizá este «cuadrado» de la película contribuya a que ello sea posible.
La idea de base de esta historia de ficción partió de la experiencia del propio realizador a la hora de organizar una exhibición de arte en Suecia, bajo el mismo nombre de la película. Además de la exposición en sí, la propuesta incluía la instalación de un cuadrado en una plaza pública en el que, simbólicamente, si estabas dentro tendrías la posibilidad de mejorar tu habilidad ante los extraños.
Sobre la percepción inherente a cómo funcionan y fluyen las relaciones dentro de un colectivo, Östlund dibuja una serie de situaciones, todas ellas distintas, de lo más sugerentes y paradigmáticas, que se suelen aceptar sin cuestionar. Y la consecuencia de eso, muchas veces se justifica con el autoengaño, como revela una excelente secuencia de «The Square», tal vez una de las mejores del filme, en la que se les obliga a unos visitantes a la exposición a elegir entre dos opciones, para comprobar casi de inmediato cómo ellos mismos se contradicen y traicionan a su subconsciente.
En sí misma, la película explora pautas de conducta ampliamente extendidas y que ya son globales, pues se dan en cualquier parte del planeta, donde por poner un ejemplo que no se muestra en la película, pueda parecer que marcando un «me gusta» o «me enfada» en una red social estás haciendo lo acertado y que ya has cumplido, sin que te llegues a plantear su tú puedes hacer algo al respecto.
Ejemplos sobre eso hay unos cuantos en el filme y cubren desde las relaciones sentimentales, pasando por lo que ocurre con el «artista animal» en una cena de gala ficticia, el hecho de llegar a confiar más en una mascota que en las personas, y llegando hasta la terrible banalización del mal. Östlund construye este interesante y recomendable relato con distintos fragmentos en los que se puede analizar la manera en el fondo absurda de proceder de las personas que aparecen.
©José Luis García/Cinestel.com