«Universal y Faraona», de Ventura Pons; los peligros del conformismo

Estreno en España el viernes 26 enero 2018
El conformismo es una lacra que azota los cimientos de nuestra sociedad actual. Y el quinto documental de Ventura Pons, «Universal y Faraona», nos abre la puerta a recordar que hubo en Barcelona unos cuantos artistas guerreros, los cuales, cada uno a su particular manera, trataron de visibilizar una respuesta a cierto tipo de rigideces impuestas y hacerlo desde el lado artístico, con el propósito de hacernos reflexionar para la búsqueda del reconocimiento de la libertad creativa.
Los documentales como éste tienen además la virtud de mostrar el contraste y la disparidad de ideas que se reconocen a través, no sólo de los personajes sobre los que se habla, sino que también por la vía de aquellos que participan y recuerdan.
Este filme de Pons es verbalización pero también es música y, sobre todo, da mucha viveza sobre tres «agitadores culturales» que vivieron en la Barcelona de las postrimerías del siglo XX.
«Universal y Faraona» es un título dedicado a la capital de Catalunya, para una película que cuenta con testimonios animosos pero nostálgicos sobre tres personas que contribuyeron a construir la Historia cultural de la ciudad: Ocaña, Gato Pérez y Pepe Rubianes.
Articulado en cinco partes, el documental procura hacer un recorrido por los personajes a través de otros amigos que coincidieron con ellos en vida. Parte desde Ocaña para regresar a él hacia el final, y ahí cuenta con los testimonios de Ignasi Millet, quien fuera el original y pragmático protagonista de «Ignasi M», y de Jesús Pérez Ocaña, más conocido como «Sevilla», que es el hermano gemelo del protagonista de «Ocaña, un retrato intermitente» (1978), la primera película del director luego de una larga experiencia en los escenarios de la farándula.
Uno de los mayores activistas culturales de Barcelona, Carles Flavià, fallecido en 2016, es junto al popular cantante Jaume Sisa, la pareja encargada de conversar entre sí acerca de la figura del Gato Pérez, el músico de origen argentino que revolucionó el concepto de la rumba catalana, un estilo que tan buenos intérpretes ha ido dando a lo largo del tiempo. A los tres meses de su llegada a Catalunya, ya hablaba el idioma catalán.
Por otra parte, Ventura Pons aprovecha unos vídeos auto-grabados por el inclasificable artista Pepe Rubianes en África, para ofrecernos una de las partes más jocosas de la película. Por las fechas en las que se puede suponer que están rodados esos vídeos, dado el formato de la pantalla, casi es posible deducir que Rubianes habría podido ser una especie de inventor del selfie, en este caso dentro del audiovisual.
Entre los tres desaparecidos iconos de las artes escénicas que aborda «Universal y Faraona», se percibe como nexo en común el haber podido hacer realidad determinadas habilidades y fantasías a través del mundo artístico. Igualmente, queda la impresión tras ver la película de que este trío tan singular e inusual compartía, cada uno de ellos en su lucha propia por la libertad individual y colectiva, una pequeña brecha pesimista en su fondo más profundo. «La vida es una putada que hay que tomarla con filosofía», decía por ejemplo Pepe Rubianes. Se da también la paradoja de que los tres murieron a una edad relativamente joven.
Y entre los intervinientes físicos del film que tratan de desentrañar los aspectos más íntimos de sus compañeros, familiares o amigos, queda la añoranza y la pesadumbre, pero también la agradable mitificación de la amistad estrecha y sincera, así como el recuerdo de los buenos momentos vividos.
Ventura Pons hace aquí un documental ágil y ameno, aderezado con la música de Los Manolos, Los Gitanos de Gràcia, Moncho, y el impresionante «Morir (o no)» de Carles Cases, una notable pieza de música de cámara. «Universal y Faraona» será un filme de los que hacen Historia con mayúscula.
©José Luis García/Cinestel.com