«Verano en Brooklyn» de Ira Sachs; generación, amor, amistad y dinero

Estreno en España
Hay pequeños momentos o decisiones en la vida que pueden cambiarlo todo. El director estadounidense Ira Sachs suele acomodar algunas experiencias personales a los guiones de sus películas, pero en «Verano en Brooklyn» añade también su interés por trabajar en el cine con la actriz chilena Paulina García, al haber coescrito el texto del filme junto a Mauricio Zacharias, pensando en ella.
Relaciones personales, amistad y carácter humano son los ingredientes que en esta historia pueden verse abruptamente alterados por el dinero. Jake y Tony son dos compañeros de estudios que forjan una estrecha amistad. Los padres de Jake acaban de mudarse al piso superior de la casa donde la madre de Tony posee una pequeña tienda de costuras.
Todo parece ir bien en un principio, hasta que una disputa por el alquiler lo agita todo y amenaza con descomponer las relaciones de ambas familias tan bien avenidas inicialmente.
Sachs hace aquí lo posible por equilibrar la situación presentando a los habitantes del piso superior como los herederos de la casa, quienes no han tenido más remedio que mudarse ahí por problemas económicos. Hasta la fecha, la inquilina de abajo venía manteniendo inalterable durante muchos años su cuota de alquiler mensual, muy por debajo de los precios actualizados. Pero ahora la propiedad es de los hijos del antiguo dueño.
En el medio de todo eso está la amistad de Tony y Jake que poco a poco se va perturbando y contaminando por el cada vez más irracional comportamiento de los mayores. Los guionistas del film dicen haberse inspirado en dos conocidas películas del japonés Yasujirô Ozu en las que los chicos encuentran una manera de rebelarse contra el comportamiento de sus respectivos padres.
«Verano en Brooklyn» es una película que maneja con estupendo sentido la narración dual que aquí nos presenta, hasta el punto de que siempre te está haciendo dudar acerca de los motivos de unos y otros. Los dos amigos están también en el medio de todo eso y toman una decisión concreta como forma de protestar.
Ira Sachs parece darle mucha importancia en su filmografía a los referentes y a la idea de que muchos acontecimientos dramáticos de sus películas tengan lugar fuera de escena y sea el espectador quien tenga que recomponerlos. Y claro, en esta película es tanto o más importante lo que se dice como lo que no se dice, como viene haciendo siempre el realizador en un ejercicio que es clave para el éxito de sus películas.
Los planos medios abundan en esta cinta. La armonía entre espacio y personaje es casi una marca personal del director de fotografía español Oscar Durán, descubierto por Sachs al visionar un par de filmes de los que rodó con Jaime Rosales como director.
Al final podremos llegar a hacer muchas consideraciones como espectadores, pero sin duda, la influencia poderosa del dinero para replantear y trastocar ciertas cosas se hará presente de forma prioritaria.
©José Luis García/Cinestel.com