«Tarde para morir joven», filme con ribetes autobiográficos y comunales

Sean cortos o largos, todos los filmes de la directora chilena Dominga Sotomayor suelen otorgar una magnitud más que considerable a aquello que tiene que ver con el universo familiar, y acostumbran a estar muy centrados en esa mirada infantil y juvenil de descubrimiento que tan influyente es para el resto de la vida.
Con «Tarde para morir joven», la sensible realizadora santiaguina ha querido rememorar todos aquellos espacios y atmósferas que le marcaron a la edad de cinco años, cuando su familia iniciaba la vacaciones mientras se hacían los preparativos para la fiesta de año nuevo.
Partiendo de esa idea inicial, Sotomayor propone un conjunto coral de tramas a través de un relato de ficción que suma una miscelánea de sensaciones, por mediación de las cuales se desarrollan todas esas vivencias comunales.
«Tarde para morir joven» es una película situada en una época crucial y convulsa, pues está ambientada entre diciembre de 1989 y enero de 1990, poco después del cese en el poder del dictador Augusto Pinochet en Chile y de la caída del muro de Berlín en Alemania.
El film deja entrever una clara brecha generacional entre jóvenes y adultos, los primeros tratándose de enfrentar a nuevas experiencias, y los segundos preocupados por otros temas, algunos de los cuales conseguirán aflorar pasada media película. Igualmente nos recuerda cómo era el mundo sin las pantallas de los teléfonos móviles /celulares de por medio, aspecto que hoy ya parece bastante lejano.
Y como para no perderse en toda esa amalgama de situaciones, la realizadora sitúa a Sofia, una joven de 16 años, como eje vertebrador del conjunto emocional de este relato colectivo a través de una relación de amor imposible y sus celos derivados, en un film que sigue contando con otras de las virtudes de Dominga Sotomayor: la de saber vincular el movimiento a las historias que nos cuenta en el cine (con una presencia casi constante de los distintos medios de transporte), y la de dotar de un tono realista y certero a aquello que muestra (por ejemplo, el uso del tabaco que tanto tratan de evitar hoy en día las películas, pero que en esa época era «lo normal»).
©José Luis García/Cinestel.com
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