La pelea de Julio Medem entre significado y contenido, en «ma ma»

Estreno en España
La actriz Penélope Cruz regresó a su país para rodar, coproduciendo ella, una película dirigida por Julio Medem, cineasta donostiarra cuyos trabajos se suelen caracterizar siempre por trazar una mirada a partir del punto de vista que adoptan los personajes ante un suceso inesperado. ‘Pe’ interpreta a una maestra a la que tres meses atrás prescindieron de ella en una escuela y ahora está en el paro. De pronto, le diagnostican un cáncer de mama, y ese factor va a cambiar por completo su relación con el mundo que le rodea. Su hijo Dani es buenísimo metiendo goles, y un ojeador del Real Madrid (Luis Tosar) se fija en él para quizá plantearle la posibilidad de jugar en el equipo de alevines de ese club deportivo. «ma ma» es un filme que en esencia quiere sugerir que frente al sentimiento de resignación que provoca una tragedia inminente, siempre cabe la esperanza, en una disputa chocante entre significado y contenido.
La mejor parte de la película está en el nivel interpretativo de Cruz y Tosar. Ella, en especial al principio, tiene que reaccionar frente a la inesperada noticia del cáncer de mama manteniendo en el centro de atención a su hijo, a quien ayuda en sus estudios y acompaña en los entrenamientos y partidos de fútbol. Dentro del hospital, dos desconocidos aparecen en su vida al mismo tiempo: coincide con el ya visto ojeador Arturo, que viene con un abismal sufrimiento, y con Julián (Asier Etxeandia), el ginecólogo que la atiende en su consulta del centro público y canta en algunos pasajes del film, inclusive dentro del quirófano. Ambos empezarán a formar parte de su devenir contra la enfermedad y su lucha por la vida a partir de ese momento.
Julio Medem suele imprimirle a sus guiones características que se confunden entre la realidad y la fantasía. En «ma ma» ha seguido con esa filosofía, mostrando un personaje principal que es una mujer valiente y firme al tomar sus decisiones, teniendo que abordar algunos cambios desde lo trascendental. Pero aquí el problema no son las actuaciones sino el guion, que decae en su forma de presentar la poesía y la sutileza de una historia con diagnósticos clínicos que van y vienen, y un médico que no termina por encajar en la idea de fondo de aquello que se está contando: una crítica velada a la sociedad española de las últimas décadas por prestar muchísima atención a la pasión colectiva futbolera, pero no tanta a otras cosas que tal vez igual lo merecerían.
La película es también una historia de amor entre personas que desean compartir su dolor y frustraciones, y goza de una buena fotografía con mucho mimo al detalle y a la construcción de los planos en la sala de montaje. Destaca también ciertas escenas íntimas y la potencia interpretativa de Penélope Cruz que, por desgracia, no alcanza a mitigar el desarrollo de un texto al que le falta una pizca de credibilidad y de sencillez, necesarias para envolver ese universo mágico y fantástico con el que se quiere acabar el relato, terminando la película en la reiteración de una especie de cursilería bastante ridícula que también abona algunas otras partes del filme.
©José Luis García/Cinestel.com