Reflexión sobre la juventud actual en «Mate-me por favor» de Anita Rocha

En los tres cortos dirigidos hasta ahora por la directora brasileña Anita Rocha da Silveira ya se presagiaba su interés por temas como son la juventud, la muerte y la imaginación asociada a su proceso más abstracto en el que se crean imágenes manipuladas y distorsionadas de la realidad. En su primer largometraje, «Mate-me por favor», que fue presentado en la sección Orizzonti de Venecia 2015, confirmó esa tendencia narrativa suya al presentar una historia muy original, diríamos que inédita en el panorama del cine brasileño, donde plantea una reflexión sobre el rumbo que ella cree que están tomando los adolescentes de su país (tal vez de otros también lo crea) en un drama rodado en coproducción con Argentina que tiene su eje central en una sucesión de crímenes en serie que se producen en un barrio acomodado de Rio de Janeiro.
En la barriada de Barra da Tijuca, sector Oeste de dicha capital, una ola de asesinatos plagan la zona. Lo que comienza como una curiosidad morbosa por parte de la juventud local, poco a poco va a ir haciendo mella en sus vidas. El filme fija su mirada en Bia (Valentina Herszage), una quiceañera que a través de estos incidentes empieza una especie de diálogo con la muerte que la realizadora siempre presenta de una forma en la que no sabremos si es onírica o real a lo largo de toda la película.
Rocha había explicado en Venecia que formuló el guion a partir de los recuerdos de las emociones vividas durante su propia adolescencia, si bien es cierto que aquí está incorporando toda una relación de rasgos que son muy característicos de la época actual y que el espectador irá descubriendo a medida que avance la película. El relato se completa con otros componentes que son básicos y que están intensificados en esa etapa de la vida, como son el descubrimiento del amor y el sexo, unido a un deseo generalizado de poner a prueba los límites, en combinación con una infinidad de temores y fantasías que pueden llegar a desdibujar por momentos la distinción entre lo posible y lo imposible.
El tono elegido para el desarrollo dramático del papel de estos jóvenes en el filme es el de una cierta apatía que tiene el grave riesgo asociado de que lleguen a banalizar el mal, presentando además por otro lado un universo de sensaciones de confusión con la ausencia total de los padres, que no aparecen ni una sola vez en la película, dentro de otros temas que son típicos en esas edades: aquí hay peleas entre las chicas, música, y un mundo espiritual-religioso que es retratado con algo de socarronería. Por otro lado, la acción de la justicia se reduce a oír pasar de largo de vez en cuando una sirena.
En el terreno estrictamente técnico, «Mate-me por favor» es una película en la que el entorno amplio y vasto de edificios, estación de transporte y descampados son personajes que se añaden al relato como uno más, mientras que las escenas de sexo son presentadas con sencillez, empleando en algunas de ellas una delicadeza estética que igualmente usa Rocha a la hora de mostrar la fascinación de las chicas por el mundo superficial de la moda. La escena final es alegórica por completo, y parece observar un proceso que se ha ido viviendo durante unas cuantas décadas en muchos lugares del mundo.
©José Luis García/Cinestel.com