«45 años»; el amor duradero y sus pequeñas grietas y vulnerabilidades

Estreno en España
Andrew Haigh es un director británico que se hizo conocido por haber dirigido en el año 2000 a Russell Crowe en «Gladiador». Quince años después, tras el rodaje de un par de filmes más, el último de los cuales fue «Weekend» (2011), adapta al cine un relato de David Constantine sobre un matrimonio en sus sesenta que a esa edad se cuestiona su confianza mutua. Charlotte Rampling acapara el centro del relato como protagonista, ya que Haigh decidió que el esposo, interpretado por Tom Courtenay, quedara funcionalmente relegado a un plano más discreto que el que se le dio en la novela original. El núcleo de esta historia es una fiesta para conmemorar los 45 años del matrimonio. Durante los preparativos, Geoff recibe una carta en la que le comunican que ha sido descubierto el cuerpo sin vida de su primer amor, congelado e intacto en un glaciar de los Alpes suizos. Faltan cinco días para la celebración, pero durante ese tiempo es mucho lo que podría cambiar.
Los momentos de animosidad iniciales poco a poco se van a ir apagando a lo largo de la película, siempre desde una postura correcta y tranquila, muy ligada también al modo de ser poco comunicativo que manifiestan una mayoría de británicos. Hay otras nacionalidades en las que no quedaría tan auténtico, pero en este caso, el carácter personal calmado que los dos exhiben es muy oportuno. Más cuestionable es la decisión del director de situar casi todo el filme bajo la perspectiva de la esposa, pues como queda claro en una de las escenas, la posibilidad de que esporádicamente surjan pequeños brotes de celos siempre es recíproca. Haigh parece haber querido expresar en la película cómo vive la mujer emocionalmente la filtración repentina de leves secretos de Geoff, sobre los que comienza a sospechar que hay algo más, mientras que el carácter y las reacciones de él poco contribuyen para invertir esa tendencia.
«45 años» es una historia sobre lo que pasa cuando uno o los dos miembros de la pareja han mantenido demasiado cerrados sus secretos más íntimos. Y claro, en el momento en que rezuma alguna pequeña pincelada indicadora de que pudo haber algo más que está oculto, el otro comienza a presentir la posibilidad de un sutil rechazo hacia sí mismo. Además, la película capta con agudeza lo vulnerable que puede llegar a ser que se despierten heridas y celos del pasado, inclusive cuando lo que pudo haber ocurrido sucedió antes del inicio de esa larga relación actual.
El filme acaba siendo una historia mínima, sin que en apariencia tengan que salir grandes traumas a la luz, pero muy centrado en las reacciones emocionales de su mujer protagonista, en un intento de complicar la trama original del libro en el que está basado el relato. Aquí el espectador queda al final con la sensación de haber conocido muy poco sobre él, pero la actuación de Rampling merece todos los elogios porque talento no le falta. La película habla, sobre todo, de la dificultad de ser realmente sincero acerca de los temores. Ése es el mayor problema que tienen los dos en el transcurso de su vida en común.
©José Luis García/Cinestel.com