«Anomalisa»; ‘stop motion’ para adultos sobre cómo ser persona

Estrenada en España
Charlie Kaufman es un notorio guionista estadounidense autor de guiones de cine como el del film «Cómo ser John Malkovich», de Spike Jonze. Junto al debutante Duke Johnson dirige «Anomalisa», otro texto teatral suyo que para su adaptación al medio cinematográfico ha gozado de una útil e innovadora experiencia aplicando las últimas técnicas de ‘stop motion’, el sistema de animación que toma imágenes de la realidad y las modifica mediante procedimientos informáticos. El filme es toda una audaz hazaña expositiva que mediante alegorías cruzadas provoca sugerencias en el espectador, tanto en lo que revela como en lo que no. Básicamente, la película parte de un autor literario profesional, marido y padre, que arriba en un viaje de negocios a Cincinnati. Michael Stone estará dos días, el tiempo suficiente para dar una conferencia a trabajadores de sistemas de atención al cliente.
Aunque sobre el argumento poco más se puede contar, sí que es posible explicar que casi toda la acción del film transcurre en el Hotel en donde se hospeda y en restaurantes del lugar o aledaños, bares de copas y salas de convenciones. Casi siempre de noche, porque es la crónica de una estancia muy corta en ese lugar.
«Anomalisa» nos presenta a un reconocido escritor que se permite aconsejar a los empleados de las empresas en sus libros de corte didáctico, pero al que se le revelan durante la película sus defectos e imperfecciones personales, en consonancia con un profundo drama existencial y con su marcada soledad y desamor. En ese punto es donde podemos llegar a observar la profunda contradicción entre el mundo social que pretende alimentar en sus libros y la realidad de lo que en general somos las personas.
El filme propone mediante las múltiples metáforas que se van sucediendo, que sea el espectador quien llegue a encontrar las conexiones entre unos temas y otros, un ejercicio que aquí es sumamente gratificante teniendo en cuenta lo original de una propuesta que, a diferencia de la reciente «Langosta» de Yorgos Lanthimos, igual de potente, no está representada por actores reales sino por marionetas capaces de reflejar con fidelidad las emociones y los gestos de los humanos.
Todos excepto dos hablan con una misma voz varonil, sean hombres o mujeres. En esa uniformidad de formas de pensar y proceder que aquí se quiere representar, tanto en el sentido del libro de Stone como en los distintos personajes que aparecen, los directores consiguen de manera positiva que sea el público quien construya sus propios conceptos.
Con estos muñecos animados inquietantemente realistas, Michael Stone se nos presenta como un hombre agobiado por su monotonía que está en busca de tentativas esperanzadoras. Los realizadores introducen dos elementos más que se suman al debate interior del espectador: una pequeña parte onírica, y el nombre del Hotel, Fregoli, que coincide con un síndrome catalogado por las neurociencias, por el que quienes lo padecen creen que distintas personas son una misma que está cambiando de disfraz o de forma. Con la voz de Jennifer Jason Leigh como «anomalía», el filme parece estar reflexionando contra la alienación y acerca de qué es estar vivo y cómo ser persona.
©José Luis García/Cinestel.com