«Desde Allá», de Lorenzo Vigas; los que se buscan y no se encuentran

Estrenada en España
Carencias emocionales, alegoría de una sociedad que se quedó sin padre,… son algunas de las definiciones que el director venezolano Lorenzo Vigas destacó durante la presentación de «Desde Allá» en la Mostra de cine de Venecia, donde se alzó con el León de Oro por esta película protagonizada por el actor chileno Alfredo Castro y por el venezolano Luis Silva.
El filme es una radiografía social de dos personas que comparten el origen y el desarrollo de un mismo problema, sobre el que avanzan al unísono, pero a distinto nivel como consecuencia de su diferencia de edad. Uno de ellos es Armando (Castro), un tipo con mucha economía a su disposición que está casi en sus sesenta y que reproduce un comportamiento muy enfermizo convocando a jóvenes a su domicilio para observarlos desnudos a una cierta distancia, sin tocamientos. Elder (Silva) es un joven pandillero que acude un día a su casa.
Inicialmente, el muchacho va porque necesita dinero para sobrevivir y como repite, en un momento dado surge una intimidad inesperada entre ambos, pues van descubriendo que cada uno de los dos comparte una infancia y adolescencia similar con un respectivo padre maltratador. «Desde Allá» es la crónica de sendas frustraciones, la de sus personajes principales, quienes por estar viviendo en una sociedad agresiva enfocada a conquistar el terreno del otro, son incapaces de encontrar en su interior aquello que necesita ser transformado o cambiado para lograr conectar con los demás de una manera satisfactoria. Además, la película hace especial hincapié en el diferente estatus económico que tienen, lo que ofrece terreno para el inicio de una relación que se acaba transformando en admiración, identificación y protección mal entendida.
Ninguno de ellos sabe gestionar de una manera adecuada su universo emocional, porque pocas veces o nunca fueron vistos, tratados y valorados como seres humanos por sus más allegados. Esa deshumanización suele convocar a la frustración, la desesperanza, la ira contenida y el resentimiento.
La película de Vigas no pretende ir a la raíz del problema, sino observar cómo transitan ambos hacia una colisión que parece inevitable entre su mundo interior y el exterior. Precisamente, el guion plantea con eficacia el tema desde la diferencia de edad, ya que de no saber ponerle remedio a tiempo, el problema podría fácilmente evolucionar hacia la locura, como se puede apreciar en el comportamiento de Armando. Por otro lado, Elder posee amistades con las que se relaciona, pero Armando, que es mayor que él, ya no tiene un círculo de amigos.
Paradójicamente, «Desde Allá» no es una película sencilla de comprender, pues Armando sí, pero Elder no sabe si es gay porque nunca hizo una revisión introspectiva de sí mismo, aunque lo que sí que intuyen ambos es que tienen un conflicto entre su mundo físico y el psíquico, y están tratando con algo de torpeza de innovar y experimentar para ver si logran entender quiénes son. Aparte de eso, hay cierta vanidad pretenciosa en Armando y algo de incitación al riesgo en alguna escena fogosa de ambos en un entorno que ellos dos consideran hostil, desafiante y nada amigable. Elder, por su parte, parece estar supliendo la ausencia reiterada de la figura paterna a través de Armando.
En este punto Lorenzo Vigas es algo despectivo con la inteligencia de los espectadores venezolanos al tratar un tema de fondo bastante acotado, el de la locura de Armando, a quien coloca en la piel de un actor extranjero -chileno-, como si quisiera dar a entender en su país que los problemas vienen «desde allá», privándoles de una reflexión más próxima sobre la sociedad solapadamente violenta en la que viven -no sólo ocurre eso en Venezuela-, e inclusive tentándoles sin pretenderlo hacia similares posiciones xenófobas que la película parece estar denunciando en el caso de la homosexualidad. ¿Para esto también sirven las coproducciones? ¿Se vería mal esta película en Venezuela si los dos protagonistas fuesen actores venezolanos?
Por otro lado, la atmósfera opresiva en la que se desenvuelven Elder y Armando ha sido adecuadamente captada por la cámara de Sergio Armstrong al usar lentes que difuminan el fondo, excepto cuando se trata de subrayar la idealización del dinero como bien supremo, en cuyo caso provoca el efecto inverso en la imagen, en una muy buena decisión de estilo fotográfico.
Guillermo Arriaga es el co-guionista de la película, en un texto que se decanta por problemas que son minoritarios, pero que parecen importar mucho a la distribución y a algunos festivales europeos que son más proclives a la representación en el cine de una Latinoamérica violenta. «Desde Allá» juega con las incertidumbres de sus personajes, en un ambiente complejo, agobiante y ambiguo.
©José Luis García/Cinestel.com