«¡Viva el Palíndromo!», filme de Tomás Lipgot; ‘Se es o no se es’

Estreno en Buenos Aires
Toda palabra, número o frase que se lee igual adelante que atrás puede ser llamada palíndromo o capicúa, vocablo este último que tiene un origen catalán. Y en Catalunya es precisamente donde el director argentino Tomás Lipgot ha rodado la mayor parte de su documental «¡Viva el Palíndromo!», un filme que desde un inicio no oculta que su realizador nació en la localidad de Neuquén (otro término palindrómico) y que siempre ha estado obsesionado con estas palabras o frases tan singulares.
La película comienza en Ezeiza, punto de partida de su viaje a Barcelona. En el avión, Lipgot repasa algunos videos que tienen que ver con las simetrías, la correspondencia entre dos puntos equidistantes que forman la base de la palindromía, una afición que, como se muestra aquí, llegado el caso se puede convertir en una obsesión.
La ciudad catalana de Igualada viene a ser el centro neurálgico mundial para que esta devoción se extienda por el mundo. Allí funciona un Club Palindromista Internacional dedicado al estudio y la divulgación de todo lo que tenga que ver con los palíndromos.
Una de sus miembros más destacadas es la chileno-catalana Sylvia Tichauer, una mujer que posee un blog en el cual se propuso la búsqueda y publicación de un palíndromo diario, y que además compone música cuya letra está formada por frases que mantienen esa estructura.
Pero hay mucho más en este documental rodado en lugares tan apasionantes como el Parc Güell de Antoni Gaudí, un genio a la hora de alterar las simetrías arquitectónicas. «El juego es la escritura», decía Cortázar, y ¡Viva el Palíndromo! nos cuenta cuánto de sorprendentes pueden ser esos entretenimientos, si tomamos como ejemplo el hecho de que alguien haya podido llegar al extremo de leer todo el Quijote al revés.
«¡Se me metió el virus!», asegura uno de los intervinientes, aunque de todas formas el filme dibuja con sentido del humor que esa «enfermedad» está poco extendida, a tenor de lo que dicen sobre su conocimiento del tema algunos transeúntes que son encuestados en la Diagonal o en las Ramblas barcelonesas.
El documental sirve también para conocer al Tomás Lipgot más visceral, dicho esto en el sentido más literal y físico, pues el director se muestra valiente, afrontando una prueba compleja en ese sentido.
Y entre los numerosos logros de esta propuesta está la verificación con alegría, de que las aficiones comunes unen mucho más de lo que a simple vista pueda parecer (hay en Catalunya hasta un congreso anual sobre esta característica gramática), así como su lado lúdico y también musical, con composiciones de Alfonso de Villalonga y de Sylvia Tichauer.
©José Luis García/Cinestel.com