«El Olivo», de Iciar Bollain; el expolio y el abandono de la estirpe familiar

Estreno en España el viernes 6 de mayo 2016
Tan aguda, ingeniosa y perspicaz como siempre lo ha sido, la pareja formada por la actriz y directora Iciar Bollain y el guionista escocés Paul Laverty extienden en «El Olivo» un argumento orientado a las raíces, las del árbol protagonista de esta historia y las de una familia moralmente azotada por la gravedad de la crisis económica, que de una forma paulatina se ha ido desapegando del ambiente y las tradiciones de sus ancestros.
Alma (Anna Castillo) es una chica de 20 años que trabaja en una granja de pollos y que siempre se llevó mucho mejor con su abuelo que con su padre, pero el anciano comenzó a padecer Alzheimer y ya no puede hablar. Nieta y abuelo siempre hicieron buenas migas y para ellos dos fue muy traumático que todos los demás miembros de la familia decidieran vender un olivo milenario a un cura protestante, testaferro de una multinacional alemana depredadora del medio ambiente. El viejo parece estar a punto de marchar para siempre, igual que le ocurrió al olivo.
La película narra la lucha de Alma por recuperar el árbol y que sea replantado en el mismo lugar donde estaba, antes de que su abuelo pudiera llegar a fallecer. «El Olivo» muestra la diferencia radical entre las tres generaciones de una misma familia: la más antigua que miraba por que no fallaran las tradiciones, el patrimonio necesario para vivir bien y el flujo normal de la economía doméstica; otra intermedia con el tío de la protagonista, «Alcachofa» (estupendo Javier Gutiérrez) como epicentro, un empresario camionero endeudado hasta los tuétanos desde el primer momento de su actividad y que con el estallido de la crisis ha perdido sus ocho camiones comprados con dinero prestado; y por último la que representa Alma, una joven idealista y enérgica a la que le preocupan las asimetrías familiares, que no se lleva bien con su padre y con el mundo en general, pero que adora a su abuelo. Sus amigas aparecen en el film como felices expertas en las nuevas tecnologías y los programas informáticos, pero totalmente desconectadas de ese mundo casero del campo que lo tenía todo y que aquí parece que se lo van dejando perder.
Las grietas intergeneracionales así como el expolio del medio ambiente y económico, suponen los temas de fondo de esta brillante película sobre una familia que todavía y pese a todo, está conectada a sus tierras ancestrales. Los demás miembros del elenco son el casi debutante en cine Pep Ambròs, la actriz de teatro Carme Pla y Miguel Ángel Aladren, María Romero o Paula Usero. Muy atinada también la elección de los dos únicos actores no profesionales, Inés Ruiz que hace de Alma siendo niña, y Manuel Cucala, el abuelo Ramón.
Hay tan sólo un pequeño desfase sin importancia que reprocharle a la historia: la diferencia idiomática entre los diálogos comunes y algún instante en el que se cantan estribillos típicos del lugar, pero que en ningún momento desmejoran esta buena historia de sentimientos, frustraciones, impotencia y energía sin rumbo definido.
©José Luis García/Cinestel.com