«Güeros» refleja el ambiente degradado de la juventud pobre

Premiada en numerosos festivales, «Güeros» es una película abordada con fuerza desde una perspectiva singular y que está plasmada en dos tiempos: una primera parte en la que se nos describe el ambiente degradado en el que viven unos chicos pobres que están estudiando en la gran capital mexicana y reciben al hermano de uno de ellos que se va a quedar durante un tiempo; y una segunda algo más lúdica, que propone un recorrido urbano en automóvil con el fondo de unas protestas estudiantiles que se están llevando a cabo. Tomás tiene una relación tan tirante con su madre, que ella no encuentra otra alternativa para aliviar esa situación que mandarlo a la desesperada a vivir con su hermano desde Veracruz a un departamento de Ciudad de México.
La llegada de Tomás a un hogar que compartir con su hermano Tomás y con Santos, el amigo de éste, agrava los problemas ya de por sí existentes, en cuanto a la necesidad que estos chicos tienen de encontrar un lugar en su marginal y descompuesto mundo juvenil como estudiantes y como personas. En apariencia no tienen dinero ni para una alimentación adecuada ni para pagar la electricidad de la casa, pero en realidad sus carencias son muy superiores a lo que parece si, por ejemplo, tenemos en cuenta que a consecuencia de la huelga tal vez puedan estar llevando unos 163 días sin acudir a clase, y eso también es pobreza, porque un país cuyos representantes políticos aceptan esa situación sin proponer una solución ética y razonable, -ocurrió realmente en 1999-, es también una nación que se empobrece.
Alonso Ruizpalacios evita entrar de lleno en esa confrontación estudiantil y afortunadamente se centra más en el devenir de estos chicos que también están sufriendo las consecuencias de su grave disfuncionalidad familiar. El conjunto de todo esto lo lleva a representar los miedos al fracaso de los chicos del filme de un modo original y narrativamente arriesgado. La metáfora mostrada a través del uso de los auriculares sería un buen ejemplo de ello, pero también lo es la presentación atemporal de todo un relato en donde el espectador en ningún momento va a saber cuál es la época en la que está transcurriendo todo. Es a las claras una manera que el realizador tiene de expresar artísticamente que ciertos problemas no pertenecen a un momento concreto de la Historia, sino que muchas veces son recurrentes, se repiten, e inclusive se adaptan a nuevos tiempos a través de maneras diferentes de presentación ante las personas.
«Güeros» contiene un punto de inflexión, un brote de aire fresco, cuando a mitad de película aparece el personaje de Ana (Ilse Salas), una activista y líder sindical estudiantil que se une a ellos en un viaje en automóvil a ninguna parte, como si Ruizpalacios quisiera empezar a desmontar los esquemas de la idolatría bajo el pretexto de intentar encontrar físicamente a un viejo cantante mexicano adorado tanto por el padre de los dos hermanos como por ellos mismos, y sobre quien todavía conservan unas cuantas cintas de cassette con su música y sus canciones.
En resumen, nos hallamos ante una película que nos está reflejando los estados de podredumbre social de unos chicos que no saben ni intentan identificar cuáles pueden ser sus aspiraciones concretas en la vida porque creen que no sabrían cómo llegar hasta ellas, y que nunca encuentran respuestas a unas mismas preguntas que se van haciendo a sí mismos constantemente. Cierto tono de humor en algunos momentos del film se agradece mucho como fórmula para diluir la intensidad dramática intrínseca a esa desesperación subyacente, calmada y disfrazada mediante inocentes y nunca calculados desvíos de su camino principal. (Hay un enlace más abajo a una entrevista con el director)
©José Luis García/Cinestel.com