«Los débiles» transita un camino de provocaciones e incertidumbres

El mexicano Raúl Rico y el estadounidense Eduardo Giralt Brun abordan en su ópera prima un trabajo conjunto en forma de road movie que cuenta con actores hasta ahora desconocidos, y cuyo argumento se percibe como un cúmulo de provocaciones e incertidumbres, además de ser personajes en su mayoría desquiciados.
A partir de una especie de malentendido inicial, Víctor, el silencioso y tranquilo protagonista de la película, se tendrá que defender con su habitual parsimonia de toda una serie de inminentes amenazas y provocaciones que le van al acecho.
«Los débiles» es un filme que sabe conservar de principio a fin esa pretendida maldición que no vemos pero que presentimos, a pesar del rostro pasivo de su probable víctima.
Todo comienza un día en que el estoico Víctor tiene un encontronazo inesperado por una tontería con El Selfie, un miembro de una pandilla juvenil.
El corpulento personaje principal recibe entonces una velada amenaza del chico, y muy poco después se va a dar cuenta de que sus perros han sido asesinados. Armado con un rifle, emprende un viaje en busca de venganza. Y es justamente esa búsqueda, la trama principal de esta historia que en Ciudad de México se llevó el Puma a la mejor película en la octava edición de FICUNAM.
Tanto el título de la película como los de los capítulos que la componen contienen en el film una tipografía medieval propia de la galaxia Gutemberg y aparte rememora sus alegorías teatrales invocadas a través de personificaciones que iban apareciendo para representar cada una de ellas, atributos morales.
A medida que el filme avanza, el peligroso viaje de Víctor se convierte en una quimera. Contrasta sobre todo cómo un tipo tan aparentemente noble se ha podido meter en ese berenjenal de imprevisibles consecuencias. Un protagonista que es tranquilo, parece austero y no escucha música sino que prefiere oír las noticias de víctimas de armas de fuego que emiten por la radio.
Ambos realizadores no plantean una historia humorística, pero lo cierto es que algunos momentos sí que se prestan a ello, dentro de ese mundo de desconfianzas y misterios que al final da un giro importante para salir de esos mundos ilógicos, y probablemente también para adaptarse a aquellas moralidades clásicas medievales a las que quiere hacer honor. Un buen trabajo bien acabado en el montaje, sobre todo en el aspecto de la coordinación de los tiempos para desarrollar el relato.
©José Luis García/Cinestel.com