«Monsieur Chocolat»; amistad, fama, juego, dinero fácil, y discriminación

Estreno en España el viernes 29 de abril 2016
El actor y humorista francés Omar Sy vuelve a entregar sus buenos aportes interpretativos en este drama biográfico acerca del primer payaso negro en la historia de Francia, justo en una época, camino de finales del siglo XIX, en el que el nivel de actitudes xenófobas estaba por desgracia en uno de sus puntos más álgidos, tras haber sido abolida la esclavitud unos 40 años antes. «Monsieur Chocolat» está dirigida por el también actor Roschdy Zem y su distribución ha alcanzado cerca de 40 países. El trasfondo esencial es una historia de amistad entre dos payasos ocurrida en la realidad, quienes inventaron un número de circo -conocido después como El Augusto y el Clown-, cuyo esquema principal ha perdurado hasta nuestros días.
El padre de la curiosa escena circense fue el payaso Footit, aquí encarnado por el auténtico clown James Thierrée, en una actuación que consiste en una entrada brusca en la pista, como si fuera un intruso quien sale a escena, con la intención de buscar en el espectador la tensión, el miedo, la admiración y finalmente la carcajada. Aunque en el origen fue Chocolat quien recibía al repentino visitante, más tarde derivó hacia el director de pista en una representación cuyo objetivo es entretener mientras ha acabado un número importante y se está preparando el siguiente.
La intervención no tiene una forma narrativa concreta o cambiante ni representa una historia, sino que más bien suele ser una misma provocación o burla que se repite sin cesar hasta que el respetable no puede detener la risa. El problema que refleja la película es que en su origen el payaso blanco (con la cara untada en harina) siempre pateaba el culo del payaso negro, significando en el imaginario colectivo un alarde de desprecio hacia los antiguos esclavos y provocando el lógico rechazo entre otros negros que conocían lo que se estaba haciendo en el circo.
¿Por qué actuaba así el personaje que interpreta Omar Sy? Pues parece que era porque el padre de Rafael Padilla, verdadero nombre de Chocolat, había sufrido todo tipo de humillaciones por parte de los hacendados españoles en la Cuba colonial. Él lo habría visto siendo niño y ahora querría vivir lo que sentía su padre para intentar comprenderlo, repitiendo algo similar en el circo. Eso es lo que al menos nos quiere dar a entender la película.
«Monsieur Chocolat» se adentra en su última parte en otros terrenos posibles derivados de la fama, como son los juegos de azar y el dinero fácil, aparte de la discriminación tanto por razón de procedencia como salarial, la relación con distintas mujeres, y la falta de memoria de lo que fuiste y el camino recorrido. Al final de todo, lo que siempre permanece son las buenas amistades.
©José Luis García/Cinestel.com