«The lady in the van», con Maggie Smith; decadencia en la vejez

Estrenada en España
Maggie Smith es una gran y sobresaliente actriz inglesa y del viejo Hollywood, que aquí se coloca a las órdenes del director Nicholas Hytner, en una historia asumida como real en un libro de Alan Benett de 1989 en el que cuenta la especial relación tensa y amistosa que mantuvo con una mujer anciana que vivió 15 años en una furgoneta junto a su casa. «The lady in the van» es una comedia dramática biográfica que narra la llegada a una calle de Londres y la estancia de la vieja señora, que el dramaturgo ya había dirigido antes en el Queen’s Theatre de la capital británica. La excéntrica mujer sin hogar a quien Benett llega a permitir estacionar el vehículo en el interior de su casa, esconde grandes secretos sobre su pasado y está acompañada de un intenso sentimiento de culpa por un grave accidente fortuito ocurrido hace un tiempo.
La representación de Smith nos entrega al que es un personaje entrañable y poético.
En una película muy clásica desde sus inicios, Miss Mary Shepherd es una «mujer de incógnito» que se ve obligada a tener que cotejar el sentido que ese vecindario le da a lo que es la caridad hacia los desamparados y su nivel de «tolerancia». Shepherd es una mujer religiosa y muy poco dada a claudicar frente a lo que considera sus convicciones.
Resulta curioso que Benett dedicara este relato a hablar mucho más de él que de la persona a la que dedica el título de su libro. El filme coloca al escritor hablando consigo mismo de una manera claramente pretenciosa, como si estuvieran actuando dos hermanos gemelos, y eso desluce un poco lo que es el conjunto, aunque es una muy buena película. Ese recurso resulta excesivo, pero todo lo demás es esplendoroso, tanto la descripción de la dejadez que sufre esta mujer tan maloliente porque no se asea, como cierta evocación a referencias del pasado mucho más estimulante para la protagonista, sobre la que en ese punto, por momentos podremos dudar si la imagen es real o de ensueño. Al final, tal vez tengamos que reconocer que en este universo de tiempos y etapas, todo es relativo y efímero.
©José Luis García/Cinestel.com