«Unos días para recordar», de Jean Becker; reconsiderando prejuicios

Estreno en España el viernes 31 julio 2015
El veterano actor francés Gérard Lanvin es el protagonista de esta comedia suave del director Jean Becker centrada en el ambiente que se respira cuando alguien tiene que ser hospitalizado. Su personaje es bastante áspero, además de misántropo y algo maniático. Tras sufrir un accidente, Pierre tiene que ser internado con una pierna escayolada. Es en el hospital donde saldrá a relucir su carácter fuerte en una existencia abocada a la soledad más absoluta. Ese hecho grave y casual y su estancia allí le hará reflexionar progresivamente acerca de su postura cerrada frente a la vida. Con algunos giros patéticos y otros divertidos, la película avanza en conjunto con la evolución de su recuperación clínica dentro del sistema sanitario que lo ampara.
Y es que en las habitaciones dentro del espacio hospitalario se crea un cosmos que siempre es parecido en las formas, aunque no en el contenido ni en la identidad de los pacientes que se va renovando constantemente. Las visitas de los médicos, las enfermeras, algún despistado o despistada de otra habitación que entra para fisgonear preguntando o pidiendo algo que necesita, incluso el compañero de la cama de al lado a quien no conocías antes de nada y los familiares o amigos que vienen de visita, configuran todo un universo único y reconocible por la mayoría que haya visitado a algún enfermo en algún momento de su vida o por haber sido internado debido a algún problema de salud.
Becker reconstruye muy bien todos aquellos elementos que son comunes a cualquiera que haya tenido que vérselas en una breve o larga etapa parecida, y nos concentra el relato en la singularidad de su personaje principal y en algunos otros que lo van a acompañar. Tal vez la patología que sufre tras la tragedia no sería motivo para un internamiento así, pero eso es lo de menos porque «Unos días para recordar» gravita en torno a las manías y prejuicios del paciente y a la posibilidad o no de que reconsidere esos puntos de vista tan arcaicos y conservadores que tiene. La ligereza que se le ha imprimido a esta comedia es oportuna y adecuada si tenemos en cuenta que con esos parámetros se ha querido evitar lo que sería la tristeza de una enfermedad importante que quizá sería un tema para otra película.
El filme no se queda en ese ambiente cerrado y contiene algunos pequeños flashbacks que completan y redondean la historia de un gruñón que tiene la posibilidad de cambiar su gama de actitudes hacia lo positivo al hallarse en un entorno que siempre es de carácter plural. Si llegara el caso, la mejoría entonces sería doble.
©José Luis García/Cinestel.com