«White God», de Kornél Mundruczó; una fábula con perros humanizados

Estreno en España.
«White God» es un título que abiertamente hace referencia a aquella polémica película anti-racista de Samuel Fuller llamada «White Dog» (1982). Aquí Mundruczó nos presenta una historia rodada en Budapest en donde el gobierno ha implantado una tasa por la tenencia de perros que no son de «pura raza». Como no pueden asumir el importe a pagar, poco a poco los vecinos del municipio deciden irse desprendiendo de sus animales de compañía en una decisión que lo que provoca es que se vayan llenando las calles de perros abandonados. Lili es una niña de 13 años que quiere proteger a su perro Hagen, pero su padre decide hacer lo mismo que la mayoría de gente aquejada de paranoia hacia esos animales.
La película comienza con un énfasis carnívoro: el desuello de unas vacas en una industria de la cadena alimentaria. Comer carne siempre ha estado en el origen de muchos comportamientos violentos entre las especies y dentro de ellas. Además, esos hábitos en su versión humana llevan asociada una crueldad intencional que este filme nos quiere presentar a modo de alegoría, una fábula que en su artificio mezcla un sentir racista contra las razas bastardas de canes, la exclusiva y única sensibilidad de la niña trompetista, el grave suplicio y tormento que vive el perro, y una posterior rebelión a modo de venganza contra los humanos por los daños infringidos.
Kornél Mundruczó mezcla en «White God» melodrama, aventura, brutalidad, venganza y osadía. Es posible que todo ese conjunto pueda parecer demasiado denso a la hora de ver la película, porque arriesga mucho queriendo mostrar una fábula moral que se conecta al mismo tiempo con varios paradigmas de la sociedad y la política actuales en Hungría y en el resto de Europa.
La supremacía humana y los intentos de homogeneización de comportamientos entre nosotros deriva hacia la representación de los perros como si fueran los excluidos en sustitución de las personas. De hecho, todo el adiestramiento de los canes para el filme va en la dirección de humanizarlos en sus acciones vengativas. Valga como ejemplo que los perros enfurecidos asisten por su cuenta a la representación musical de una orquesta. Según afirmó el realizador, los últimos 40 minutos quieren simbolizar los temores de los dirigentes europeos actuales a un alzamiento de la población. Mundruczó sin embargo, apuesta por un final muy simbólico que le da un aire apropiado y conveniente para concluir la artificiosidad que muestra esta película.
©José Luis García/Cinestel.com