«Ricki», de Jonathan Demme con Meryl Streep; la mamá roquera

Estreno recomendado de la semana en España.
Meryl Streep es una gran actriz a quien, como ya demostrara encarnando a la bruja de «Into de Woods», se le está subiendo el listón de los retos interpretativos por conquistar, cada vez con personajes más extremos. En «Ricki» es una virtuosa mamá roquera que arrastra un gran remordimiento por los errores cometidos en el pasado. Fanática de la música, ha pasado toda su vida persiguiendo la fama y con esa prioridad, se desentendió de su ex-marido y de sus tres hijos. Tras lanzar un disco fallido, su sueño se desvaneció y ahora trabaja como cajera en un supermercado. De repente, Ricki Rendazzo se ve obligada a dejar Los Ángeles para ayudar a su hija que se ha trasladado a vivir con su padre y lucha frente a las consecuencias de un matrimonio que está fracasado.
Con un guión muy astuto, según se mire tal vez demasiado hábil y mañoso que por momentos incluso incursiona en la comedia, la película nos está en realidad mostrando a dos familias formadas en distintas épocas por la misma mujer, una en Indianapolis y la otra en Los Ángeles, en un relato que pertenece por completo a Streep y que sitúa a su personaje protagónico como con dos identidades en conflicto la una con la otra. Su pasado está lleno de baches y claroscuros y ahora intenta minimizar el dolor y el remordimiento por haber abandonado a sus hijos.
Streep es una actriz magnetizante para el espectador que ataca su personaje con una energía inusitada. Sus gestos e indumentaria lo dicen todo: pantalones demasiado ajustados y botas de tacón alto, hace a veces un extraño estiramiento con una de sus piernas al caminar, una risita lasciva, y una voz adecuada para el rock por cuya garganta parece haber pasado gran cantidad de humo.
Meryl Streep ya había demostrado antes ser una cantante con talento, pero parece que para esta ocasión tuvo que aprender además a tocar la guitarra eléctrica. Se dice que las actuaciones del grupo llamado The Flash, su «otra familia», son en vivo y en directo a lo largo de la película, aunque quizá un pequeño gazapo técnico que notará el espectador más atento podría poner un poco en cuestión esa idea. De lo que no cabe duda es de que, efectivamente, la voz cantante es la de la actriz a quien se le une el gran talento de Rick Springfield, toda una leyenda del rock estadounidense, quien interpreta a Greg, un tipo que ama tocar y que lleva bastante tiempo enamorado de Ricki.
Conviene aclarar que la película no es un musical. Lo que hace Jonathan Demme es arrancar el filme con siete minutos de rock intenso, para después pasar a desnudarnos la identidad de su protagonista de modo que, con determinadas combinaciones, el relato pasa paulatinamente hacia el terreno de la ternura y los conflictos personales, y se deja el aspecto musical en un segundo o tercer plano a través de temas musicales antiguos y recientes, e inclusive algunos compuestos expresamente para la película.
Con una Meryl Streep nunca antes vista, la historia trata sobre la imposibilidad de cambiar el pasado y que por mucho que Ricki quiera redimirse, lo va a hacer a su manera. Su hija Julie es su verdadera hija en la vida real, Mamie Gummer, en un papel en el que está decidida a no ser como su madre, mientras que del resto del elenco se puede destacar las buenas actuaciones de Pete, el ex-marido (Kevin Kline) con un complejo papel muy bien resuelto, y de Audra McDonald, actriz y potente cantante que aquí no canta pero mantiene una especie de duelo verbal con la protagonista principal.
©José Luis García/Cinestel.com