«Free in Deed», de Jake Mahaffy; creencias y manipulación psicológica

Premio Mejor Película, Orizzonti, Venecia
El estadounidense nacido en Nueva Zelanda, Jake Mahaffy, vio recompensada en Venecia con el máximo reconocimiento del jurado presidido por Jonathan Demme, en el que estaba la actriz española Paz Vega, su presencia en la sección Orizzonti con un cuarto filme.
«Free in Deed» (traducido «Libre de acciones») es una impactante película sobre un hecho real acaecido en el año 2003 en Menphis, Tennessee, cuando un pastor de una de las que en los Estados Unidos llaman iglesias «escaparate» trató de curar a un niño autista por métodos vinculados a su congregación religiosa y tuvo que ser llevado preso por este motivo. El caso es que este ministro pentecostal no sólo tuvo que enfrentarse a la enfermedad aparentemente incurable del niño, sino también a sus propios demonios internos. La cinta destaca por el rigor y buen nivel de todas las actuaciones.
Si no supiéramos que lo que estamos viendo en el filme son actores en una ficción, es muy posible que por su realismo pensáramos que pudiera tratarse de un documental. La película se toma su tiempo en una primera parte para hacernos una descripción de las actividades de esa congregación y de las personas que la frecuentan, principalmente la madre soltera con su hija y el hijo autista que a menudo da voces, grita y se golpea. Son tramos verdaderamente molestos, pero muy correctamente llevados por los actores, incluido el niño, en su reinterpretación de lo que ocurrió en la realidad.
«Free in Deed» confronta dos tipos de delirio diferentes: el del hijo enfermo que está ocasionado por su trastorno neurológico, y el de los miembros de la congregación que también deliran en sus actos de fe a través de unos rituales fijos que deben seguir. Muy bien retratadas en este punto las acciones de sugestión y manipulación psicológica a las que son sometidos, con el apoyo en toda la película de un eficaz diseño de sonido por fortuna muy variable, y que ayuda a que el filme no se haga pesado o lento. Lo que el relato viene a explicar es que para curar una enfermedad, con sólo buenas intenciones no basta, sino que se requieren conocimientos en ciencias de la salud, lo cual como es obvio saca a relucir los riesgos de crear un mundo utópico y engañoso al margen de la realidad. Una cosa son las intenciones, y otra las acciones.
El proyecto de esta película nació hace 10 años y ha sido apoyado por, entre otros, el Festival de Sundance y una campaña de financiación colectiva que logró recaudar 55.000 dólares. En cuanto a los actores, los protagonistas más relevantes son Edwina Finley que encarna a Melva, una madre de dos hijos dispuesta a luchar por ellos contra viento y marea; David Harewood, que interpreta al ministro sanador de esa iglesia; y el niño de 11 años RaJay Chandler en el papel más complejo pero muy bien resuelto, al igual que todos los demás.
©José Luis García/Cinestel.com