Entrevista a Daniel Burman sobre su película «El misterio de la felicidad»
Daniel Burman, hábil y talentoso director argentino, tiende en sus películas a desmenuzar conflictos entre diferentes generaciones de personas pero en esta ocasión se sumerge en la melancolía que en sus personajes genera el recuerdo de una juventud plagada de sensaciones inolvidables y en el desarrollo de su devenir posterior. Guillermo Francella encabeza el reparto de esta película en la que dos socios que son como uña y carne parecen entenderse a la perfección hasta que uno de ellos desaparece sin dejar rastro, haciendo aflorar sentimientos nuevos en su colega y en su esposa.
«El misterio de la felicidad» balancea dos tipos diferentes de sensibilidades. Por un lado la impresión muchas veces presente de que tenemos sueños incumplidos, y por otro la dificultad para comprender que hay otras posibilidades que la vida nos brinda y que todavía están sin explorar, en especial si ya se ha llegado a la cuarentena, como les ocurre a los protagonistas de este filme que es uno de los más vistos en Argentina durante este año, donde el cineasta tiene multitud de seguidores muy fieles a su cinematografía.
Diálogos con un ingenio agudo y un final épico se suman a la construcción de esta historia en la que la mención a las playas de Brasil conecta con la idea paradisíaca que muchos jóvenes argentinos de distintas generaciones han tenido y tienen en su realidad cotidiana sobre esos lugares. Todo un detalle de Burman, si tenemos en cuenta que el acuerdo de cooperación entre el INCAA y Ancine en el que entró este proyecto no le obligaba a ello porque les otorga total libertad creativa a los realizadores.
La filmografía de Daniel Burman tiene varias etapas y no todas sus películas se han estrenado en España, aunque algunos espectadores privilegiados sí que han tenido la oportunidad de verla completa en las sucesivas ediciones de la Mostra de cine latinoamericano de Catalunya. El cineasta argentino cuenta a Cinestel más detalles sobre «El misterio de la felicidad»:
– En la película, Santiago y Eugenio mantienen una relación amistosa mucho más estrecha que la de Eugenio con su esposa, y que es tan igualitaria y paralela que casi parece un matrimonio de amigos. ¿Ése fue tu punto de partida?
Me interesaba hacer un retrato de cierta característica que tiene la amistad masculina y que tiene que ver mucho con los silencios, con los sobrentendidos, con compartir rutinas, y también hay algo en este vínculo de homoerótico en el sentido de que hay una frase, que yo no suscribo porque es un poco machista pero que es interesante, en la que Lacan decía que los hombres iban a los prostíbulos a encontrarse con otros hombres en una mujer, (risas), y hay algo de eso. Muchas veces los hombres se encuentran en una mujer con otro hombre, y viceversa por supuesto.
Aquí he pretendido hablar un poco sobre el universo masculino de la amistad que tiene particularidades bastante instintivas a lo que es el universo femenino de las amigas que, bueno, es bastante diferente.
– «El misterio de la felicidad» tiene una parte de comedia pero también otra muy importante de melancolía. ¿Quisiste enfrentar esa dualidad?
Sí, la melancolía que tiene que ver con estar viviendo no en función del sueño que tienen o del deseo. Son dos personajes unidos por un mismo sueño que tuvieron en la juventud por un pacto iniciático, que construyeron una amistad y en cierto momento, ese pacto tiene más peso que el sentimiento que dio origen al pacto, y ése es un tema central en la película, cómo muchas veces vivimos en función de reglas o de contratos que nacieron para dar sustento a emociones o sentimientos que hoy ya no existen y seguimos viviendo en función de esas leyes.
– Eugenio tiene asimismo un cierto desencanto con su esposa pero mantiene toda esa parcela de su vida al margen de su socio y amigo Santiago. ¿Tiene eso influencia decisiva en lo que después sucede en la película?
Sí, porque es una película de dos viudas, la del gran amigo y la de la esposa abandonadas por el mismo hombre. Ninguno de ellos conoce del otro, salvo a través de este tercero. Entonces la construcción respectiva que tienen es muy parcial pero es la única que tienen y en el camino de búsqueda de este hombre en común, en un momento deciden que no quieren encontrarlo pero que quieren seguir buscando y ahí es donde se engancha un poco el tema central de la película que es el de la felicidad y los sueños y cómo la felicidad está descrita un poco en la película como en un terreno donde uno se adentra, como una zona difusa. Un territorio, un continente que no necesariamente es un hito a donde llegar, sino que es un camino.
– En esta oportunidad has elegido personajes que ya superan los 40 años de edad y que por tanto tienen una cierta experiencia y están sin hijos. ¿Para tratar generaciones en solitario, preferiste estas edades antes que otras más jóvenes?
No es que reniegue de los personajes jóvenes, pero la vida se pone más compleja con los años, cada vez tenemos más pasado con el que lidiar que se proyecta sobre un futuro a su vez más incierto, cada vez tenemos más certeza de que no somos inmortales. Durante la juventud creemos que somos inmortales y que la muerte es un problema de los demás. Entonces, el tiempo hace que los personajes sean más complejos y dramatúrgicamente más interesantes, por eso a mí me interesan más los personajes adultos que los jóvenes en ese sentido.
– Hace unos diez años conocí a Guillermo Francella que apareció en el Festival de La Habana como una enorme estrella televisiva y a partir de su cambio, a nivel físico también vía Campanella, su evolución ha sido impresionante. ¿Ya no es lo que era entonces, sino algo más quizá?
Guillermo Francella sí que se ha convertido en un actor muy importante en el cine latinoamericano y tiene un don muy singular que es esa especie de clown que maneja la comedia a la perfección y puede ir al drama al mismo momento. Lo que tiene él, que quizá mucha gente no sabe, es que es muy intuitivo a la hora de la dramaturgia y la construcción de los personajes, porque es una persona que trabaja meses y meses antes de decir una palabra o provocar una sonrisa y para mí fue un gran aprendizaje trabajar con él que conoce tanto al público. Yo valoro mucho a los grandes actores y los cómicos populares porque son personas que conocen mucho al otro. No es que uno hace reír de casualidad. Hay un conocimiento del espectador muy profundo.
– Interviene en la película Alejandro Awada, que también es un gran actor argentino hasta ahora bastante desconocido en Europa. ¿Cómo llegaste hasta él para que participara en el rodaje?
Con Alejandro hace tiempo que quería trabajar. Es un actor extraordinario y esta especie de oráculo que él interpreta, con esta voz de la conciencia que no quería darle ningún cariz solemne. La verdad es que en ese aspecto es un actor con muchísimos recursos y también fue un gran placer trabajar con él.
– Además está la actriz Inés Estévez a quien se le nota una gran preparación y cuyo personaje discurre en paralelo al de Francella. Creo que hasta esta ocasión tampoco habías trabajado con ella.
No, pero con Inés siempre habíamos intentado trabajar juntos y siempre hubo un motivo para no trabajar. Ella se retiró de la actuación pero cuando yo escribí este proyecto no tuve dudas de que ella era la persona adecuada para hacer este personaje que era muy complejo porque tenía una evolución muy zigzagueante, puesto que se inicia como una mujer muy irritante e irritable, pero debajo de esa mujer había otra persona distinta. Yo veo siempre a los personajes femeninos como mamushkas porque hay una mujer, dentro hay otra mujer, dentro otra más,… y bueno, Inés puede hacer esa construcción multifacética y compleja de poder ir abriendo y sacando las mamushkas y descubriendo a todos los personajes que hay dentro de un personaje.
– Entre tus actividades además de director están también la de productor y guionista. ¿Cómo sacas tiempo para hacer tantas cosas?
Es una buena pregunta. No haciendo otras. (risas) La verdad es que tengo una familia con tres hijos que también son prioridad en cómo distribuyo el tiempo y te diría que la pregunta que haces es la más importante que me hago yo cada día y es cómo priorizo la administración del tiempo entre todas las cosas que me gusta hacer. No es nada fácil, pero no me podría nunca quejar de vivir de lo que amo y lo que me gusta. Ese es un regalo de la vida que tengo que aprovechar y del que no tengo el menor derecho a quejarme.
– Y a pesar de todo, cada dos años estás estrenando una película. ¿Piensas continuar con este ciclo de estrenos?
No es algo premeditado. Fue ocurriendo. Ahora en enero filmo de vuelta con lo cual sí, otra vez cada dos años, pero quizá en cierto momento de la vida tal vez se deje de filmar por bienios. No sé. También intento de no proyectar el futuro a más que una película.
– He estado algunas veces en el barrio del Once, pero cuando de verdad lo he conocido es a través de tus películas y te tengo que preguntar si tienes pensado volver a rodar en esa zona de Buenos Aires.
Sí, la próxima película de hecho la voy a filmar en el barrio del Once.
– Bravo entonces. (risas) ¿Se puede saber algo sobre el argumento?
Se llama «El Rey del Once» justamente. Transcurre en una Fundación de caridad y ayuda, y la película atraviesa el interrogante de si es lícito elegir en la vida a quién ayudar o uno debe ayudar a quien debe. Muchas veces es más fácil ayudar o involucrarnos con personas que son ajenas y lejanas que ayudar a quienes tenemos realmente muy cerca porque nos compromete de otra manera. Entonces, la película sondea un poco en el misterio del dar, en el misterio del bien y de la generosidad.
– Por último, es llamativo que hayas estrenado en Argentina esta última película en pleno verano, aunque soy testigo de la cantidad de gente que sigue tus películas en Buenos Aires porque estuve viendo allí «El nido vacío» cuando la estrenaste, e ingenuo yo, acudí entre semana a la primera sesión de la tarde pensando que habría menos gente, pero la gran sala del Atlas Santa Fe estaba abarrotada de público. En este caso, ¿cómo fue que estrenando en verano haya sido un éxito total?
Sí, fue muy arriesgado pero fueron más de 600.000 personas. La verdad es que creímos en la película y nos jugamos con esas fechas así que estamos muy contentos del resultado y la aceptación de la gente hacia la película. De todas maneras, la fidelidad muchas veces tiene los días contados así que no doy por hecha la fidelidad y trato de renovar en cada película el pacto con el espectador.
©José Luis García/Cinestel.com