David Trueba escribe sobre «Vivir es fácil con los ojos cerrados» al concluir el rodaje de la película

El telón de fondo de Vivir es fácil con los ojos cerrados es la España de los sesenta: contradictoria, gris, bajo el autoritarismo y la tutela, con una generación sobre la que aún planeaba el miedo de la guerra pasada y otra más joven que anhelaba las libertades morales y sociales.
Especialmente acrecentado este contraste en el sur, en la pobrísima provincia de Almería, donde al primer turismo masivo y la llegada de los rodajes de superproducciones extranjeras, se le enfrentaban los atrasos y la precariedad.
En este contexto, la llegada de John Lennon para participar en el rodaje de Cómo gané la guerra de Richard Lester, despertó el ánimo de una parte de la juventud. Aterrizaba en España uno de los símbolos vivos de la libertad juvenil, de la nueva moral y el progreso.
Aunque el Lennon que llega a España es un sujeto en crisis. Acaba de lanzar su canción, bien expresiva, Help. Con dudas con respecto al futuro del grupo, experimentando con las drogas y a punto del divorcio personal y profesional, Almería significó para él una posibilidad de aislamiento y reflexión. Un periodo introspectivo donde las canciones comenzaron a hablar de él mismo de modo extrañamente íntimo, de sus recuerdos de infancia y sus frustraciones vitales, muchas de ellas desencadenadas por las contradicciones del éxito masivo. Para la historia de la música queda que en su retiro de Almería compuso una de sus piezas más íntimas: Strawberry Fields Forever.
Pero Lennon no es el protagonista de esta historia, sino un reclamo inalcanzable, un símbolo…
Los protagonistas, en cambio, son tres personajes de la España de ese momento. Un profesor exigente y vitalista, que sospecha que las reformas sociales tienen más que ver con ambiciones personales que con planes políticos, que se deja llevar por el entusiasmo y las ganas. Y dos jóvenes que se enfrentan, de modo bien distinto, a las frustraciones sociales y a que los demás decidan sus destinos.
Los tres representan tres formas de rebeldía frente a un orden establecido. No son personajes históricos sino seres anónimos que con su pelea, particular, íntima y esforzada, ayudaron a cambiar el país. Verdaderos protagonistas de una reforma llevada a cabo por termitas y no por héroes.
Con vocación de soñadores, los tres protagonistas tendrán su contraste con los secundarios más cerrados y representativos de una España rancia y ramplona, aunque también retratados con lo que tienen de humanismo condicionado. Entender a todos es el reto de una película que no pretende representar esa división como una acartonada metáfora, sino ayudar a comprender que la situación vital es bien distinta en unos y otros.
La fórmula para recrear ese tiempo es hacerlo desde la cercanía personal, desde la identificación con peripecias cotidianas pero de una resonancia absoluta. Al fin y al cabo, los verdaderos héroes sociales son siempre gente insignificante que fue capaz de desbordar las expectativas y los márgenes.
*David Trueba, director

Francesc Colomer, Javier Cámara y Natalia de Molina