«Díaz, no limpiéis esta sangre» de Daniele Vicari; gravísima represión y paranoias que emanaron del poder

Ostentar el poder en un país democrático como Italia y vulnerar los preceptos que garantizan la equidad de la justicia haciendo ir a los Carabineri al Centro de Prensa del Foro Social que estaba en una escuela donde dormían la noche anterior a la última jornada de protesta noventa activistas llegados de distintos puntos de Europa, irrumpiendo violentamente e hiriéndoles indiscriminadamente, es un acto injustificable que tuvo lugar en el año 2001, en la reunión del G8 en Génova, que ahora el realizador Daniele Vicari retrata en esta película.
La policía irrumpió en la escuela y de inmediato los manifestantes alzaron las manos en señal de rendición. Sin inmutarse, los oficiales descargaron una calculada y frenética violencia, golpeando a todos y cada uno de los presentes, fueran hombres o mujeres, jóvenes o mayores. El comandante Fournier lo describió más tarde como un «matadero mexicano».
Los activistas, heridos gravemente, fueron trasladados al hospital en ambulancias, pero poco después fueron llevados a los barracones de la policía de Bolzaneto para unirse a los que habían sido detenidos, donde fueron sometidos a más abusos y degradaciones.
Un portavoz de la policía declaró en una conferencia de prensa que los 63 informes médicos elaborados se referían a lesiones pasadas. Muchos de los presuntos integrantes del Bloque Negro solo descubrieron que estaban detenidos mientras estaban en el hospital, por conspiración para destruir la propiedad, pillaje, resistencia a la autoridad y posesión ilegal de armas. Después de varios días de detención, los prisioneros fueron liberados, y los que no eran ciudadanos italianos fueron deportados acusados de terrorismo.
«Díaz, no limpiéis esta sangre» reconstruye los hechos de esos días terribles desde el punto de vista de la policía, los protestantes, las víctimas y los periodistas que se vieron atrapados en la tragedia para analizar cómo la frustración puede explotar en violencia cruda e incontrolada. El rodaje visceral y dinámico de Vicari arroja al espectador al oscuro corazón de la política y le recuerda a través de escenas reales que esto puede que sea una película, pero no es ficción.
Todos los archivos sobre este lamentable suceso para las libertades de las personas que las leyes proclaman y amparan se encontraban en el Foro Legal de Génova. Después de haber leído los documentos y visto infinidad de grabaciones, el director Daniele Vicari, escribía lo siguiente:
«Leer los archivos es inquietante, literalmente hace que no duermas por las noches, arrojando una sombra siniestra sobre nuestra democracia. Y pone en duda un cliché profundamente enraizado que dice que ciertas cosas solo pueden ocurrir bajo regímenes autoritarios. Por esto pensé inmediatamente que me gustaría fijarme en estas cosas y comprenderlas a un nivel más profundo, porque me afectan, son parte de mi vida como ciudadano europeo e italiano».
«Es cierto que un puñado de activistas del autodenominado Bloque Negro destrozó tiendas e incendió coches, causando grandes daños. Pero sobre esta base, se tomó la decisión de que cien personas, sin identificar previamente ni haber sido acusadas de nada, debían ser acorraladas en una escuela y de que pagaran el precio, con la autorización de los jueces. La decisión se tomó siguiendo métodos que nos transportan 80 años hacia atrás en el tiempo. Pero incluso si los que allí estaban hubieran sido radicales del Bloque Negro, ¿en qué reglas se puede basar el tomar una decisión así?, ¿basada en qué principios democráticos? Para perseguir crímenes contra la propiedad, ¿tiene el estado el derecho de cometer crímenes tan graves contra el pueblo? También me pregunto, ¿no marcó Génova 2001 un comienzo de una profunda crisis social e institucional, que en una década de fantasía política, llevó a Italia al borde del abismo?» *Daniele Vicari