«Diplomacia» de Volker Schlöndorff; tensión dialéctica en la guerra

Siempre se ha dicho que el director alemán Volker Schlöndorff es un alumno aventajado de la escuela que supuso la Nouvelle Vague francesa en la concepción del buen cine. En homenaje a aquel aprendizaje como asistente de dirección en filmes de Alain Resnais, Louis Malle o Jean-Pierre Melville, parece ahora haber querido rodar «Diplomacia» en la ciudad de París, una película soberbia que describe cómo pudo haber sido una confrontación dialéctica entre Raoul Nordling, cónsul general sueco en la capital francesa durante 1944, y el gobernador militar de la Alemania nazi, Dietrich von Choltitz, quien al final se negó a acatar las órdenes del Führer que le conminaban a que volara la ciudad por los aires.
Esa reunión nunca se produjo en la realidad, aunque parece comprobado que varios encuentros previos entre los dos hicieron recapacitar al general alemán respecto a un acto que habría tenido consecuencias posteriores muy graves en todos los sentidos. A partir de los datos que se poseen, el guión de «Diplomacia» intenta penetrar en la psicología de von Choltitz, pero siempre a través de una ficción que introduce elementos misteriosos como un pasadizo secreto y una escalera oculta, junto a un diálogo que en algunos instantes asume un nivel de alta comedia con unos muy puntuales elementos humorísticos.
La mayor parte del filme se desarrolla en un único espacio cerrado y eso en el cine siempre supone un riesgo que hay que considerar, al parecerse demasiado a una representación teatral. ¿Cómo lo evita Schlöndorff? Haciendo un magistral uso de la cámara como elemento manipulador sí, pero poniéndola siempre al servicio del pensamiento esencial del personaje y nunca al de aquello que quien aparece en el plano desea representar cuando tiene a alguien delante. Esa disposición de cámara tan oportuna únicamente puede partir desde la visión de un maestro del cine.
Como mención aparte hay que destacar la entrega y el talento de los dos actores de la película. Niels Arestrup y André Dussollier están verdaderamente increíbles en sus respectivos papeles, manejando los diferentes tonos de la tensión que respira el filme, unas veces disimulada y otras más subida, con enorme eficacia y control en los ritmos de los diálogos. Lograr armonizar la terquedad y lealtad absurda a Hitler del militar con la frecuente hipocresía intrínseca del trabajo de cualquier diplomático, es algo que el cineasta alemán y ambos intérpretes han conseguido en el resultado final de la película. El hecho de que Arestrup y Dussollier ya hubieran interpretado sus personajes en el teatro con anterioridad, pudo ayudar bastante, aunque la adaptación requirió un replanteamiento general que combina con la idea cinematográfica de un personaje alojado en un hotel de lujo que tiene la capacidad de destruir todo lo que ve por la ventana, y alguien a su lado que está intentando evitarlo con las palabras.
En su exhibición en España, «Diplomacia» llegó precedida en la mayoría de las salas por el notable cortometraje de ficción «La Gran Invención» del economista español Fernando Trías de Bes, también ambientado en París, pero en el año 2027, momento en el que se cumplen diez años de la desaparición de la Unión Europea. La película atribuye a Carlos Giró, un desconocido director de cine español, el detonante de ese final y explica detalles sobre un informe redactado en Alemania en 1942 bajo el auspicio del III Reich, titulado “Unión Económica Europea”, donde se esbozaron las bases del diseño del euro y de la UE. Para reflexionar.
©José Luis García/Cinestel.com