«A 20 pasos de la fama» de Morgan Neville; los sueños de las coristas

Neville retrata a coristas, mujeres en su mayoría, que fueron y a veces siguen siendo cantantes de respaldo de prestigiosas estrellas de la canción y la música en los Estados Unidos. Después de haberlo visto, es fácil preguntarse porqué nunca antes ningún otro documentalista había caído en la cuenta de estas historias que nos hablan de profesionales cuya figura y voces suelen ser muy reconocibles. Grandes temas musicales contaron con ellas como base imprescindible para su éxito -Gimme Shelter de los Rolling Stone o el Respect de Aretha Franklin, por ejemplo- y algunas buscaron avanzar.
«A 20 pasos de la fama» recibió un merecido Oscar porque partiendo de un inicio de la película muy básico que incluso podríamos calificar como amable con las retratadas y los solistas que van apareciendo, la descripción de las hazañas y las cuotas de popularidad que alcanzaron las coristas elegidas va dando paso a toda una serie de confesiones ante la cámara que nos llevan a conocer secretos y ambientes desconocidos por ese público masivo que las ha seguido y es consciente de su papel determinante y primordial a la hora de valorar un disco o un tema musical concreto, porque ya se sabe que casi siempre del total de temas que lleva un álbum, unos pocos son los que se quedan grabados en la memoria de la mayoría de la gente, no así de los fans incondicionales que se aprenden la totalidad de ellos.
Morgan Neville poco a poco anima a los espectadores a alcanzar el éxtasis con esta película, pues indudablemente los fragmentos de música que se escuchan están irremediablemente asociados a muchas emociones y sentimientos de una enorme mayoría de las personas. Aparte de eso, vamos conociendo más elementos sobre los entresijos de lo que se cocía entre bambalinas, en la parte externa del escenario con temas como contrataciones o búsqueda de talentos.
Entre la multiplicidad de sensaciones y buenas vibraciones que se reciben con el documental también hay tiempo para los lamentos, principalmente por un factor muy sencillo de entender: la mayoría aspiraban a mucho más en el mundo profesional de la música. Casi la totalidad de ellas no lo ha conseguido pero sin embargo, en dos de esos extraños casos en los que la fortuna hizo que algún empresario discográfico se fijara en ellas, podremos observar la cara y la cruz de una misma moneda.
La primera sería Merry Clayton, la hija de un predicador que comenzó cantando gospel en una iglesia y que como cantante de apoyo cantaría para Carlole King, Joe Cocker, o en aquel famoso «Sweet Home Alabama» de Lynyrd Skynyrd, tema mítico que por supuesto también se escucha en la película. Resulta que, alcanzado cierto grado de profesionalidad, le propusieron lanzarse en solitario como cantante, lo mismo que a Judith Hill, la acompañante de Michael Jackson en el disco inédito recientemente salido al mercado. Clayton no tuvo ningún éxito con su primer disco pero Hill sí y quizá la explicación radique en que la primera prescindió de los coros y la segunda no. Hill se ha hecho un espacio en las preferencias de la gente y ha seguido manteniendo el mismo espíritu de oportunidades para las nuevas promesas que vio ella al ingresar en el mundo de la música, cosa que Clayton no hizo. Tal vez la gente no supo entender el cambio y ella fracasó en el intento.
Otra cuestión que aprendemos con este documental es que las coristas no se identifican como tales, sino como cantantes. Con ellas la música suena diferente porque son personas que han ayudado a otras a que sus canciones suenen mucho mejor. El coro las funde en lo que se suele llamar «la mezcla», un estado casi espiritual de armonía donde no hay ninguna identidad individual, y que muchas veces suele llevar acompañadas pocas recompensas pues hay algunas intérpretes, como se ve en el film, que han tenido que volver a cantar en la iglesia para seguir dando salida a su vocación. El coro ha sido para algunas una oportunidad, pero para casi todas un encasillamiento imposible de superar.
En «A 20 pasos de la fama» aparecen hablando en algunos momentos Bruce Springsteen, Sting, Steve Wonder, Mick Jagger y Joe Adler, entre otros. ¿Quienes eran sus cantantes de apoyo en el coro? ¿Cuáles fueron sus historias? Lo que uno acaba pensando después de ver el documental es: ¡Que viva la música con sus acordes y desacordes!
©José Luis García/Cinestel.com