Entrevista a Andrea Krujoski sobre su film documental “A una legua”

Estreno en Buenos Aires
El músico Camilo Carabajal ha logrado conjugar en su vida el folclore con la tecnología digital. “A una legua” es un documental en el que Andrea Krujoski hace todo un seguimiento de una mezcla tan peculiar. Junto a su compañera, la Licenciada en Gestión Ambiental Ingrid Shönenberg, el artista emprende la construcción del “ecobombo”: Un proyecto que integra ciencia y música en una confluencia de investigación científica, gestión medioambiental y goce musical que conecta las raíces folclóricas argentinas con la vanguardia del trabajo estético científico del Siglo XXI.
Lo que aquí hace la realizadora es probar a establecer conexiones entre cosas que aparentemente nunca las tendrían para la mayoría de nosotros, pero sobre las que seguramente se acabarán encontrando vínculos consistentes.
Andrea Krujoski responde las preguntas de Cinestel:
– El bombo no nació como un instrumento musical. ¿Se había infravalorado su viabilidad en ese sentido?
No creo que haya sido infravalorado, simplemente evolucionó resultando factible de apropiarse de otros usos. Generación a generación vamos cambiando, aprehendiendo, resignificando y fusionando elementos y disciplinas para lo que cada época presenta como necesidad.
– La película ensalza las posibilidades de la fusión musical. ¿Crees que se abren nuevos caminos para el desarrollo de la música autóctona argentina?
El diálogo generacional y la creatividad permiten la innovación, y a su vez es la aceptación de las generaciones en el tiempo la que permite avalar el desarrollo de nuevos géneros. Todo está por crearse de manera permanente ya que el tiempo, en la mayoría de los casos, implica cambios y reinvención.
– ¿Cómo se te ocurrió incluir un ADN del himno argentino y qué relación tiene para vos con la historia que cuentas?
El tema del ADN surgió de la investigación. A partir de la incógnita acerca de la genética en la familia Carabajal, todos músicos, generación tras generación y de la permanencia de la música en el tiempo. Allí apareció el científico Federico Prada con su proyecto que permite almacenar un elemento no biológico en una bacteria, dando cuenta de que también la genética y la música pueden estar ligadas, además de presentarse como una opción de almacenamiento ecológico. Me gusta que las diferentes disciplinas se entrecrucen y colaboren entre sí; encontrar esa interrelación me resultó atractivo para esta historia, y en la vida en general.
– “A una legua” es un film que puede atraer a quienes les guste la música. ¿El documental fue pensado hacia un público concreto?
No estrictamente, si bien la música y ecología prevalecen como temas de relevancia, el documental tiene la posibilidad de atraer a diferentes audiencias; puede atraer por el folclore, por la música electrónica, la ciencia, la ecología, por el apellido del protagonista, perteneciente a una de las familias más importantes del folclore nacional, y además de toda esta variedad de temas, la película fue clasificada como apta para todo público, con lo cual se puede compartir al mismo tiempo con diferentes generaciones. Afortunadamente, es un amplio abanico de intereses el que propone “A una legua”, lo que nos permite un público muy diverso.
– ¿Y vamos claramente hacia un auge de la llamada permacultura entre la gente del agro?
El tema de la permacultura y la ecología dependen de cada país. En Argentina hay un principio de concientización, pero estamos lejos de ser un país que desde el Estado se ocupe de la ecología. Ya comparándolo con España, lo más básico que es el reciclaje, es algo que nosotros no tenemos. La basura es basura y no se clasifica, ya partiendo de esa base, y del mal uso del agua, las plantaciones de soja que matan las tierras, el maltrato animal, diría yo que estamos al menos en Argentina, bastante lejos. Afortunadamente en otros países del mundo la ecología tiene un lugar de mayor relevancia y se educa a la población para que así sea.
©José Luis García/Cinestel.com