«El Almanaque» de José Pedro Charlo; los datos de la memoria
Estreno en Buenos Aires, cines Gaumont y Malba.
José Pedro Charlo fue preso político en el Uruguay desde el año 1979 hasta 1984 y en sus documentales describe aquella desastrosa situación de privación de libertad que él también conoció. «El Almanaque» es una película que reafirma la necesidad de conservar los datos para poder explicar lo sucedido. En este caso, los protagonistas son un par de zuecos y 4.646 días de encierro en una prisión. La víctima se llamaba Jorge Tiscornia pero su nombre podría ser el de cualquier otro u otra preso llegados a ese lugar bajo la acusación de tener unas determinadas ideas.
Tiscornia consiguió guardar de forma clandestina un registro minucioso y personal de sus condiciones de vida durante todo el tiempo que permaneció en el llamado Penal de Libertad, la mayor cárcel política de toda América Latina durante los años setenta del siglo pasado. ¿Cómo pudo guardar un registro de lo que sucedía a diario en un lugar donde la vigilancia es permanente? En el documental ofrece explicaciones y muestra detalles sobre cómo lo hizo en una denodada lucha por conservar esos datos, registrar la cambiante existencia a lo largo de esos doce años que ahí pasó y, sobre todo, preservar la memoria. José Pedro Charlo nos da cuenta de más pormenores en diálogo con Cinestel.
– La película reafirma qué tan necesario es muchas veces registrar mínimamente nuestra memoria para que no se pierdan datos. ¿Era esa su intención al documentar el caso de este ex-preso que con mucho ingenio ocultó esas notas?
La memoria necesita de referencias, estas permiten articulaciones, estimulan asociaciones, movilizan recuerdos. En el caso de El Almanaque estas referencias debían ser necesariamente muy mínimas, muy sintéticas, porque debían ocultarse de la represión existente en la cárcel. Lo que a mí me interesó más de ese registro mínimo fue su contenido: no se trata de un registro realizado con una finalidad política explícita sino de un registro totalmente personal. Esto le da
un interés muy singular al mismo tiempo que trasciende lo político, que obviamente también está presente. Y entender las claves y las motivaciones para ese registro es el misterio que la película se propone desentrañar.
– Nuestro subconsciente tiende por suerte muchas veces a ocultar ciertas vivencias traumáticas del pasado; ¿Afloraron esos sentimientos en Jorge Tiscornia durante la entrevista que usted mantuvo con él para la película?
El diálogo con Tiscornia a lo largo de la película tuvo momentos intensos. Uno de los más intensos fue cuando ingresamos al Penal de Libertad y recorrimos el sector y la celda en la que estuvo más de 10 años. Todo lo que vuelve a las personas en esos momentos es impresionante y creo que eso se expresa en la película más allá de la actitud pudorosa del protagonista.
Lo mismo pasa al cotejar los recuerdos personales con los registros de los almanaques. Uno se vuelve a impactar, particularmente con los hechos más dramáticos que, a veces, el tiempo en cierta forma amortigua.
– 4.646 días escritos en papeles mínimos es bastante documentación. ¿Utilizó muchos zuecos distintos para ocultarlos?
Como te decía antes el registro está hechos en términos mínimos y en papeles muy pequeños. Fueron guardados en las cavidades talladas en los dos zuecos. En algún momento le pregunté a Jorge sobre la capacidad de los zuecos y me dijo que al final estaba en el límite, que si seguía tenía que pensar en otro escondite. Por suerte el problema no se planteó porque llegó la apertura democrática y la libertad para los presos políticos.
– ¿Reglamentar el beso o el envío tope de un número de cartas serviría para incluirlo en un recopilatorio sobre la estupidez de algunos humanos?
Yo no creo que haya que ver esas decisiones absurdas y arbitrarias como estupideces. Son una forma de demostrar un control total sobre todo, de querer minimizar a las personas y a su independencia, demostrarles que están derrotados y que no pueden decidir sobre nada. Yo creo que todos los regímenes autoritarios están llenos de ejemplos de ese tipo .
– Y sin embargo en un principio les permitían a los presos la lectura de toda clase de libros. ¿Fue gradual el aumento de la represión?
El aumento de la represión en el Penal fue gradual y tuvo distintos matices a lo largo de los años. Inicialmente les costó a los militares hacerse cargo de una cárcel, algo para lo que no estaban preparados. En la medida que lo hicieron fueron ajustando cada vez más los controles represivos. La censura sobre los libros tuvo distintos matices pero fue constante. Los libros eran algo muy importante para los presos y por eso su control y manipulación era importante para la represión.
– ¿En estos casos, el papel de los corresponsales de prensa internacional era fundamental?
El papel de los corresponsales de prensa siempre es importante para la defensa de las libertades. Durante la dictadura uruguaya el control sobre los medios fue casi total. Puntualmente, como se ve en la película, hubo presiones internacionales por ciudadanos extranjeros presos en Uruguay, que determinaron una cierta apertura para corresponsales internacionales. Pero fueron hechos puntuales y muy aislados.
– ¿Cómo fue posible para Tisconia superar en el tiempo una situación tan vejatoria?
Creo que Jorge fue muy consciente de la situación que vivía y de cómo enfrentarla. El registro clandestino que realizó con forma de almanaque fue uno de sus sostenes para la resistencia a la prepotencia represiva. El propio hecho de tener que pensar en la forma de ocultamiento de los mismos le daba una tensión estimulante para mantener en alto el espíritu de resistencia. En esa actitud está la fuerza básica para superar los intentos de despersonalización, que era a lo que apuntaba la dictadura.
©José Luis García/Cinestel.com