«El cielo otra vez» de Gustavo Alonso; cosmovisión y liberación

Poner especial esmero en las etapas de la narración para que el espectador pueda tener una idea lo más cercana posible al global de lo que se quiere contar, es una virtud que el director argentino Gustavo Alonso demuestra con creces en este documental que nos da cuenta de las tareas de reintroducción del cóndor en la Patagonia. El cóndor andino, el ave voladora más grande del mundo y emblema de la Cordillera de los Andes y sierras vecinas, se encuentra ahora amenazado. Pero gracias a un gran esfuerzo, está volviendo a surcar las costas Patagónicas. Un grupo de biólogos y voluntarios lo ha conseguido.
«El cielo otra vez» es un documental rodado a lo largo de seis años que combina el quehacer de un grupo de profesionales del mundo natural que recorrieron unos 2.000 kilómetros hasta dar con Paileman, un lugar considerado idóneo para la vida en libertad de estas aves carroñeras que poseen una tasa de reproducción muy baja porque se calcula que de promedio ponen un huevo cada dos años. Es una de las aves más longevas, pudiendo alcanzar la edad de 50 años.
Los pueblos originarios incas consideraban al cóndor sagrado porque creían que al morir los transportaba al cielo. La película contó con el apoyo de una fundación francesa y cuatro de España. Su director responde a unas preguntas en diálogo con Cinestel:
– ¿Por qué fueron necesarios seis años para completar el rodaje de la película?
El proyecto tuvo su etapa de desarrollo por parte de una productora (Sparks) que fueron los que hicieron el primer seguimiento del proceso y los primeros viajes, articulando con la gente del PCCA (Proyecto de Conservación del Cóndor Andino). Cuando las productoras Graciela Mazza y Noemí Fuhrer toman el proyecto y me convocan, yo propongo otro tipo de relato, no concentrado en el cóndor, corriéndome del documental naturalista, para concentrarme en las personas que llevan adelante el proyecto. Un documental de escritura, de guión previo. Propuse como referencia el Moby Dick de Melville, y me basé en la profunda motivación de los biólogos y voluntarios que desarrollan el proyecto. Aprovechando el material de archivo de las etapas previas aplicamos al INCAA y obtuvimos el subsidio que nos permitió viajar a la liberación de noviembre del 2012. Durante 2013 registramos el siguiente pichón en el zoo porteño y a partir de mayo entramos en montaje.
– ¿Cómo fueron planificadas algunas escenas en las que las aves son sostenidas por varias personas?
Tenía muy visualizadas y documentadas la colocación de transmisores de ediciones anteriores y sabíamos que era posible el registro en función de la dimensión del lugar. Registramos a dos cámaras, obviamente con la autorización manifiesta de los protagonistas para integrarnos en esa parte íntima del proceso.
– ¿El programa de reintroducción y seguimiento de los cóndores tiene continuidad en estas fechas?
El 5 de setiembre es la próxima liberación en Paileman. Y nosotros iremos a presentar la película en ese marco ya que los niños participantes merecen verse, y de ese modo también contribuimos al proyecto de conservación.
– El montaje final me pareció muy bueno y apasionante, al menos desde el punto de vista de un no erudito en la materia como yo.
Que bueno que te haya gustado. Desde el montaje tuvimos que estructurar un concepto en el que Luis que es el biólogo que motoriza el proyecto desde la Fundación Bioandina y el zoológico porteño con pelo corto sólo apareciera cuando desde el presente evoca. Pero al final volvemos a él porque es junto a Vanesa Astore el artífice del proyecto. Aunque la voz editorial la tiene León, el joven voluntario que sostiene el cóndor que los guía.
©José Luis García/Cinestel.com