«Escuela Trashumante»; el sistema educativo sí que puede adaptarse

Estrenado en Buenos Aires – cine Gaumont
Dice Alejandro Vagnenkos que «…la confianza —clave en cualquier relación pedagógica— es la base del vínculo entre docentes, alumnos y comunidad». Y esta es una frase que ejemplifica muy bien la génesis de su segundo proyecto fílmico con el que honra la idea que muchos espectadores a buen seguro tienen de que, con gran voluntad y esfuerzo, es posible hacer menos rígido y uniforme el sistema educativo, adaptándolo al modelo de vida de determinadas comunidades o zonas concretas de un país.
El director y docente argentino nos muestra en su «Escuela Trashumante» cómo sí se puede conseguir que el derecho a la educación se armonice con los ciclos que impone la dinámica social.
El relato parte de un paraje llamado Huncal que está situado en la provincia de Neuquén, donde una Escuela fundada en 1911 acompaña a los chicos de una comunidad mapuche trashumante.
Entre las particularidades de este sistema de enseñanza encontramos la de que durante más de setenta años el centro no tuvo ningún egresado debido a las tasas recurrentes de ausencia escolar. Los habitantes de la zona necesitan desplazarse durante el año para ir alcanzando las pasturas que sus rebaños de chivas y ovejas van precisando para sobrevivir.
La voluntad, el amor y el cariño por la profesión que tienen los docentes del centro queda aquí magníficamente expresada con su integración a un mundo que también les pertenece, pero sobre el que son conscientes de que en algún momento también tendrán que abandonar.
Una mayoría de los habitantes del planeta hemos recibido educación en algún momento de nuestra vida y eso es importante a la hora de valorar la labor que se muestra en el documental, no exenta de debates y contradicciones internas, en cuanto a transmitir a los chicos determinados conocimientos.
En «Escuela Trashumante» sorprenderá en especial la diferencia de fechas de estudio con respecto al ciclo homogéneo de educación que se da en el resto del país.
Su director, Alejandro Vagnenkos, responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Los protagonistas de “Escuela Trashumante” tienen obstáculos que son superables de cara al desarrollo de su educación?

Alejandro Vagnenkos
Todos los obstáculos se pueden superar si hay políticas educativas y adultos que se hacen cargo de enseñar. Nadie aprende solo, todos necesitamos maestros que confíen en lo que nosotros podemos.
– El documental trata poco el tema de la escasez de población motivada por éxodos. ¿Por qué quisiste centrarte más en el derecho a la formación de los mapuches?
No podría decirse que hay escasez de población, estas tierras siempre fueron habitadas (por condiciones climáticas y de suelo) por poblaciones muy pequeñas. El derecho a la educación es para todos aquellos que residan en el territorio Argentino, no es propio de tal o cual pueblo. La película trata sobre un proyecto de educación que creemos innovador, mas allá de que la población sea mapuche.
– ¿No existen imágenes sobre épocas pretéritas en el desarrollo de esa Escuela, aparte de algunas fotografías?
Sí, existen unas grabaciones de la década del 80 (en vhs) que nos cedieron, pero que finalmente por decisiones del montaje final no fueron parte del documental.
– Por cierto, es una Escuela adaptada a ciclos productivos y de vida… ¿De quién fue la idea?
Como cuenta la película, la idea fue de un grupo de maestros que llegaron en la década del 80, y encontraron en el libro histórico que la escuela había sido fundada en 1911 y hasta entonces no tenía un solo egresado. Es a partir de este dato que piensan en un nuevo formato de escuela. Acomodando el ciclo a las necesidades de la comunidad.
– También se habla en la película de entusiasmo y de apostar a lo nuevo. ¿Cómo ves el futuro de estos chicos?
Es difícil hablar de futuro cuando el presente para estas comunidades es tan difícil. En todo caso la apuesta es a que puedan continuar con sus estudios, y para ello debemos exigir que se cumpla con los derechos que reclaman, que necesitan que se traduzcan en hechos y no sólo en promesas y palabras.
©José Luis García/Cinestel.com