«La Forma Exacta de las Islas»; el interesante reencuentro con Malvinas
Daniel Casabé y Edgardo Dieleke tenían dos años de edad cuando la junta militar argentina decidió tratar de lavar su imagen teñida de sangre invadiendo unas remotas islas distribuidas en varios archipiélagos de los que el más cercano a la América continental es el de las Islas Malvinas. No era esa la mejor forma de reivindicar la soberanía de un territorio cercano administrado por Londres a miles y miles de kilómetros de distancia. Su segundo filme documental acomete una historia real que conmueve tanto por su mirada como por lo que allá encuentran en una exploración que se distribuye en dos viajes en distintas épocas y momentos precisos.
Julieta Vitullo es una joven investigadora argentina que en 2006 está elaborando una tesis doctoral acerca de la literatura y el cine producidos en torno a esa guerra de 1982. Llega a Malvinas para explorar sobre el terreno y casualmente encuentra a dos ex-combatientes argentinos que habían vuelto a las islas después de 25 años. Cautivada por sus experiencias, cambia los planes de viaje y los filma durante una semana. Cuatro años más tarde, en 2010, Julieta regresa a Malvinas junto con los realizadores para terminar este documental.
La película mezcla sentimientos por la identidad, tanto de los isleños como de los argentinos, un acercamiento a una antigua zona bélica por parte de un personaje femenino, y los traumas del pasado de dos ex-combatientes que procedían de Corrientes y que tuvieron que presenciar la muerte de algunos compañeros que ahora están enterrados en el cementerio aislado de Darwin porque los familiares se opusieron al traslado hacia el continente al considerar que allá iban a ser sepultados en territorio argentino. Edgardo Dieleke atiende a las preguntas de Cinestel:
– ¿Cómo llegaron hasta esta historia para hacer el documental?
En principio a Julieta Vitullo, la protagonista de la película, yo la conocía personalmente antes de ver el material que ella había filmado en Malvinas porque somos amigos y nos conocimos en Estados Unidos donde ella estaba terminando su tesis sobre la literatura y el cine en relación con la guerra. Yo sabía que ella iba a hacer un viaje y cuando regresó me mostró el material que había rodado allá con la cámara que se había llevado. Me consultó a ver si se podía editar lo grabado porque le gustaba mucho y ahí, tras mostrarle las imágenes a Daniel Casabé mientras desarrollábamos nuestra película anterior, empezamos a pensar en ampliarlo en colaboración con Julieta que estuvo muy involucrada con el proyecto desde el comienzo, siendo también co-guionista del documental.
En realidad pensábamos que a partir del material que ella había registrado, se podía hacer una presentación diferente, novedosa sobre Malvinas pero con Julieta como protagonista y no como lo venía planteando ella, donde los personajes centrales habrían sido los ex-combatientes. Nos parecía que el punto de vista suyo nos podía permitir un abordaje nuevo sobre un tema tan trillado, al menos en Argentina.
– En realidad lo que se narra son dos viajes de Julieta en distintos tiempos.
Exacto. Un primer viaje suyo y su regreso al cabo de cuatro años. En el material que inicialmente estuvo haciendo, ella estaba registrando la vuelta de unos ex-combatientes. Lo que la película propone es que se puedan ver dos temporalidades, dos viajes en 2006 y 2010, aunque en realidad también se puede vislumbrar otro viaje más que está ausente y que es sobre el que hablan ellos dos, que fue su primera experiencia allá en 1982.
– ¿La figura de John Fowler como cronista del Penguin News que aparece en el film, es reconocible desde la Argentina?
Fowler publicó hace poco un libro en una editorial pequeña en Argentina sobre sus memorias de Malvinas, que es una obra muy interesante pero no te diría que es una figura pública. A raíz de este libro ha entrado en diálogo con algunos historiadores argentinos, de modo que sí tiene ciertos contactos en nuestro país.
– En algunas partes de «La Forma Exacta de las Islas» se reflexiona sobre lo absurdo que fue aquella guerra de principios de los ’80 y que quizá podría haber existido otra vía mejor para reclamar la soberanía. ¿Esto es algo que está muy presente entre los argentinos?
Sí, eso en la Argentina ya casi es un lugar común y como así se convirtió, es difícil que la sociedad también plantee su propia vinculación con eso, porque es algo de lo que no se habla. En 1982, en el comienzo de la guerra, lo cierto es que muchas personas fueron a la Plaza de Mayo a celebrar la invasión en el medio de una dictadura. Entonces todavía hoy creo que es claro de que, a pesar de que hay un consenso respecto a lo absurdo de esa guerra, es más fácil culpar de todo a los militares como si fueran malvados completos y no ver los errores de una sociedad.
– Paradójicamente también se menciona que esa hazaña bélica ha sido después un condicionante en contra de las negociaciones por la reivindicación de soberanía para la Argentina.
Sí, evidentemente eso complejiza el planteo porque hubo una guerra. Luego, los reclamos políticos también intentan desligar a toda la población de las decisiones tomadas por una dictadura militar. Pero sí se transformó en un problema.
– En el documental hay toda una variedad de formatos, no solamente de grabación sino también de pantalla, con los que han tenido que lidiar ustedes en todo el editaje. ¿Estos cambios o avances tecnológicos les han creado especiales dificultades?
En realidad esas fueron decisiones nuestras, porque el material anterior está deliberadamente trabajado para no acercarlo al material filmado en 2010 y para que se note claramente que son dos registros diferentes, uno mucho más espontáneo y crudo y el otro mucho más prolijo. Ahí hubo un largo trabajo de posproducción que fue, si querés expresarlo así, de cierta manipulación para poder significar esas diferencias.
– La protagonista se encuentra sin saberlo con dos argentinos en su primer viaje. ¿Es más habitual de lo que parece que desde el continente se acerquen argentinos a las Islas Malvinas?
El viaje que han hecho ellos suele ser habitual, tanto de ex-combatientes como de familiares. Nosotros en el segundo viaje nos encontramos con otro grupo más de diez ex-combatientes que estaban volviendo. Generalmente la gente que viaja de Argentina son familiares ligados a quienes estuvieron involucrados en aquella contienda o periodistas. Ese es el tipo de argentinos que viaja a Malvinas y se hace con cierta frecuencia porque hay muchas personas involucradas, lo cual se traduce en muchos viajes como los que hicieron Carlos y Dacio, los dos personajes de nuestra película que quisieron hacer ese viaje de cierre o revisitación del campo de batalla.
– El anterior documental de ustedes fue «Cracks de Nácar» con Rómulo Berruti y Alfredo Serra y, aunque también era muy en clave argentina, la temática en aquél era muy diferente. ¿Prefieren investigar y buscar líneas y fórmulas nuevas en cada película?
Cuando estábamos empezando a trabajar en estos dos proyectos, los empezamos a hacer por interés y ese interés no siempre es lineal y obedece a las mismas razones. «Cracks de Nácar» tiene elementos de comedia y sí es cierto que los dos, aunque sean como muy diferentes respecto al tratamiento, mantienen una relación no tan clara entre documental y ficción porque no son documentales clásicos. Son personajes de carne y hueso, de la vida real, pero con un tratamiento bastante ficcional tanto en la película de Malvinas como en «Cracks de Nácar», y eso es algo que sí nos interesa y que une a las dos películas pero por fuera de eso, como vos bien decís, no hay un interés por seguir una línea recta sino más bien ir probando y buscando nuevas cosas porque esa es nuestra búsqueda, es lo que más nos interesa.
– Y ese tratamiento ficcional al que te referías requiere de muchísimas horas de rodaje. ¿Fueron muy extensas las grabaciones que tuvieron que editar en este último trabajo?
Había una gran cantidad de horas, pero más que eso era una cuestión de montaje y de ordenamiento de esas escenas. Nosotros trabajamos además en «La Forma Exacta de las Islas» con voces en off que vienen a intervenir el material de una manera no tan directa ni lineal. No está muy claro, y eso es deliberado, qué rol tienen las voces en off que si tradicionalmente vienen a ordenar, aquí vienen a contaminar un poco más. Entonces también le agregan una capa más de ficción. Uno no sabe a veces quién habla, quién es el protagonista o quién lleva el relato en la película y eso tiene que ver un poco también con la noción de verdad, que es algo importante para la categoría de documental o de ficción.
– ¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes presentes como realizadores en Malvinas?
Nosotros fuimos a Malvinas en el segundo viaje junto con Julieta Vitullo en 2010 y estuvimos ahí una semana. No es mucho tiempo si lo comparamos con todo lo que ocupó el montaje. Las diferentes partes del rodaje se extendieron mucho en el tiempo, pero todo eso fue lo necesario para poder encontrarle forma a la película. Eso fue lo que más nos costó en realidad a causa de que también se multiplicaban las historias y lo más difícil era cómo hacer para mantener un tono en una película que cuenta experiencias tan difíciles de transmitir, porque es muy fácil que se vaya el tono con cosas así. En el medio de todo eso, nosotros estrenamos la otra película, hicimos un recorrido por algunos festivales y eso también pospuso un poco el estreno de esta.
©José Luis García/Cinestel.com