«La Jerusalem argentina»; míticos descendientes de gauchos judíos

Estreno en Buenos Aires
En agosto de 1889, más de ochocientos inmigrantes judíos oriundos de la Ucrania dominada por el imperio zarista arribaron al puerto de Buenos Aires a bordo de un vapor alemán. Se trataba de un grupo auto-organizado, compuesto por ciento treinta y seis familias que deseaban instalarse en el campo para dedicarse a la agricultura y, de ese modo, revertir los prejuicios acerca de la presunta improductividad de los judíos.
Desplazados hasta la provincia de Santa Fe, los miembros de esta comunidad fundaron la comunidad Moisés Ville, nombre elegido para establecer un paralelismo entre el Egipto bíblico y el imperio zarista, donde los judíos también eran perseguidos.
Los realizadores Ivan Cherjovsky y Melina Serber se acercan en «La Jerusalem argentina» al germen de lo que después fue la vida judía en la Argentina.
El caso Moisés Ville inspiró la creación de la Jewish Colonization Association, la empresa financiada por el barón de Hirsch que llevó al país a 30.000 colonos judíos. En la actualidad solamente viven 150 descendientes de aquellos primeros colonos, la mayoría de ellos envejecidos pero que luchan por su lugar dentro de la argentinidad sin abandonar sus raíces judías.
Esta película documental no sólo rinde tributo a aquellos pioneros del siglo XIX, sino que además hace especial hincapié en el ahora, en cómo es visto todo el proceso de adaptación hasta el momento actual, contando además con una auténtica integración con el resto de comunidades en su interés por desarrollar una vida armoniosa con lo que es el territorio que pisan y sus gentes.
Ivan Cherjovsky y Melina Serber responden las preguntas de Cinestel:
– ¿Qué ha perdido y qué ha ganado Moisés Ville en los últimos tiempos? ¿Cambió su panorama a consecuencia de la emigración quizás?
Ivan: A diferencia de otras colonias agrícolas fundadas por inmigrantes europeos en la misma época y en la misma zona, como Rafaela o Sunchales, Moisés Ville no supo reconvertirse, generar industrias y atraer gente. Por eso, su población fue disminuyendo en las últimas décadas. Su ubicación periférica, fuera del circuito ferroviario y de las rutas importantes, conspiró en su contra. Sin embargo, los protagonistas de la película, junto con otros vecinos, han logrado darle un plus al pueblo apelando a la memoria y a la puesta en valor del patrimonio cultural e histórico, y hoy Moisés Ville recibe turistas y es tema de ciclos televisivos que recorren la historia y la geografía del país. Y, por supuesto, también es objeto de tesis y documentales.
– ¿Piensan que la comunidad que originó la localidad agrícola ha tenido que luchar contra muchos clichés?
Ivan: Los pioneros lucharon contra enemigos de carne y hueso: el clima, las malas cosechas, la langosta, la falta de servicios básicos, los gauchos que masacraban a familias enteras o la misma compañía colonizadora que los trajo al país, que a veces les hacía la vida imposible. Pero, en buena medida gracias a ellos, hoy la comunidad judía de la Argentina está muy integrada y super legitimada. Claro que esa condición es el resultado o la consecuencia de un activismo constante de parte de sus dirigentes y emprendedores culturales, que supieron construir puentes muy sólidos con la sociedad y con el estado argentinos. Uno de esos puentes fue la difusión de un relato idealista acerca del pasado agrícola, que dialogaba con dos símbolos centrales de la argentinidad: la figura del gaucho y el mito del granero del mundo.
– Y justamente es la convivencia uno de los pilares de su documental. ¿Por qué decidieron que el 125 aniversario era el mejor momento para expresarlo en las imágenes?
Melina: La fiesta de la integración cultural es un momento del año muy importante para los moisesvillenses. Pone en escena a todas las personas que viven allí. Están todos juntos en la plaza, y abraza lo que el pueblo es hoy en día, un espacio multicultural. Nos parecía interesante que sea viera eso en el documental y además ir llegando a ella. Hay una rutina en Moises Ville que varios meses antes de la fiesta cambia. Se agiliza, se pone todo lindo y se hacen las cosas que no se habían hecho para que el pueblo se luzca. Entonces también fue interesante ver eso. La previa.
– ¿Y por qué quisieron darle más influencia en el film a la situación actual del lugar antes que a los archivos históricos?
Melina: Personalmente cuando Iván me contó sus ideas, incluso me mostró una grabación que había hecho de un académico en Israel (que aparece unos minutos hablando en la tele en algunas de las escenas del comienzo del film) me pareció que lo mejor era ir y estar en el pueblo, divisar ese pasado pomposo que ya no está, ahí mismo, con los espacios vacíos, con la tranquilidad y la lentitud de la gente mayor, con el poco movimiento que hay en el pueblo. Me parecía que nos teníamos que alejar de los académicos y acercarnos al lugar, para poder trabajar desde la imágenes y sonidos de ese mundo concreto, para recuperar y hacer memoria desde este presente y volcar en ese espacio y en este tiempo el problema de la memoria judía en Argentina.
©José Luis García/Cinestel.com