«La vida que te agenciaste», de Mario Varela; la poesía de los 90’s
Estreno en Buenos Aires Cine Cosmos UBA
De tanto en tanto surgen nuevas corrientes de poesía que aglutinan a personas que tienen un gusto y una delicadeza por la escritura. Mario Varela vivió con intensidad el día a día de uno de esos círculos durante la última década del siglo XX, y disfrutó de sus reuniones en Buenos Aires como miembro de aquel grupo de amigos que querían manifestar sus impresiones más personales a través de la palabra.
Paralelamente, este realizador, escritor, refugiero de montaña, camarógrafo y guía, hizo en aquella época un documental de 30 minutos llamado «Rally Paris Dakar», que fue grabado en VHS, y en el que quería dejar constancia de las reuniones en bares que este grupo mantenía por largas horas, muchas veces con consecuencias etílicas.
Siendo ése el único material de archivo con el que se cuenta, «La vida que te agenciaste» es un razonable documental que trata de buscar qué ha sido de todos ellos veintitantos años después.
Fabián Casas, Laura Wittner, Washington Cucurto, Darío Rojo, Rodolfo Edwards, Juan Desiderio, Sebastián Bianchi, Sergio Raimondi, Teresa Arijón, Ricardo Cerqueiro y el propio director de este film, fueron algunos de los que conformaron este colectivo vanguardista de poetas de los noventa, a partir de los lazos de amistad que en algunos casos se mantuvieron, pero que en otros ello no fue posible.
Mario Casas sigue en «La vida que te agenciaste» el rastro actualizado de los componentes de aquellas tertulias, y por supuesto que no mira al pasado de manera totalmente complaciente, dejando de ese modo que fluyan actitudes quilomberas y hasta algunas revelaciones misóginas que confirman el hecho de que dentro de los grupos de personas, siempre te puedes encontrar cualquier disparidad de criterios entre sus miembros.
Es importante también conocer que el motivo principal de aquellos encuentros era la publicación de la revista ’18 whiskys’, elemento en torno al cual se generaban todas las discusiones o debates de estos poetas, hedonistas en su mayoría, cuyo final como grupo tal vez tuvo que ver con ingredientes típicos de ese tipo de situaciones comunes.
Igualmente cómo se forjan las amistades a través de las mutuas coincidencias e incluso qué le puede motivar a un realizador a viajar por Filipinas, Rosario, Tokio o Buenos Aires para reencontrarse con sus antiguos compañeros y compañeras, son otros de los ejes que mueven este filme sobre algunos aspectos que muy pocos por afuera del universo de la poesía conocían.
Como curiosidad, esta película cuenta con una coproductora catalana que los acompañó en los festivales y actualmente en reuniones de mercado para difundir el documental.
Mario Varela responde las preguntas de Cinestel:
– ¿El uso excesivo del alcohol fue inherente a estos grupos de jóvenes amantes de la poesía y la literatura?
El uso excesivo de alcohol pienso que fue inherente a gran parte de esa generación artística en general. Era la década del 90 en Argentina, estaba Carlos Menem de presidente (del 1989 a 1999), había un caudal de dinero circulando que venía de las privatizaciones de empresas del estado. Vivíamos en una burbuja económica. Ya había pasado la generación revolucionaria y política de la década del 60, y el panorama artístico literario estaba asentado en una generación un poco más conservadora. La democracia había vuelto al país en 1983.
En medio de ese panorama surge la generación del 90, sin muchos ideales políticos y con ganas de rebelarse.
Entonces sí, el alcohol era un medio. No todos ni todo el tiempo, pero sí para muchos muchas veces.
Incluso el nombre de la revista literaria que agrupó a parte de estos jóvenes hace homenaje al poeta Dylan Thomas que murió tras beber 18 Whiskys (9 whiskys dobles). El proyecto consistía en editar nueve números dobles y que el proyecto muera.
– ¿Y qué tan generalizada (o no) era esa fama de quilomberos y misóginos?
Como relata la poeta Teresa Arijón en una parte de la película: “había gente que me decía, poetas mayores en edad, que yo era el cupo femenino de la revista”. Después aclara que esa misoginia no se trasladaba al ámbito laboral en el cual se la respetaba y escuchaban y llevaban a cabo sus ideas, pero sí en lo referente a amistades y preferencias. Era, el grupo en el que se enfoca el documental, cerrado y básicamente formado por hombres.
Un cuarto de siglo después se puede observar un crecimiento positivo y un cambio en estas cuestiones, aunque las relaciones amor-odio se sigan dando entre «ellos». Éramos todos jóvenes y no habíamos crecido teniendo en cuenta la mirada de género en lo cotidiano. Además también éramos «los negritos» (los poetas no formales ni serios ni de buen vestir) de la poesía Argentina.
En cuanto a la fama de quilomberos, si ir a una fiesta y creerse críticos de arte y tirar cuadros de un octavo piso por el balcón en una fiesta de un desconocido; o entorpecer con comentarios y abucheos presentaciones de otros poetas de otros grupos o reunirse en un rally etílico y terminar todos presos,… puede ser que sea un poquitín mínimo justificada la fama de revoltosos.
– ¿La promoción de revistas como ’18 Whiskys’ habría tenido diferente resultado en la era de Internet?
Seguramente. En la charla con Fabián Casas en una terraza de la ciudad de Buenos Aires, planteamos este tema y Casas (el poeta más conocido de la generación, incluso en la actualidad uno de los más conocidos, gracias a sus ensayos y obras en prosa) dice: «Lo que pasó es que en la época que hacíamos esas cosas (revistas literarias, lecturas, eventos) éramos mortales, porque no había una gran potencia de la web. En la web sos inmortal. Vas a una fiesta, llegás a una fiesta y ya te avisan por el celular que estás en una fiesta equivocada, que hay otra fiesta que está mejor y te vas a la otra, cuando llegás a la otra te dicen -no, estás en la fiesta equivocada- que es en la otra. Nosotros cuando estábamos en una fiesta éramos mortales, estábamos en esa fiesta, no sabíamos qué pasaba alrededor y teníamos que poner toda la energía en esa fiesta, y si no había fiesta la convertías en fiesta. Había que convertir el dolor en aventura».
En aquella época hacer una revista aunaba esfuerzos, y llegar a la información era un poco más complicado. Ahora se puede hacer y se hacen revistas interesantes de literatura, físicas y digitales, de muy buen nivel. Lo que no creo es que se conviertan en mitos o en revistas de culto porque las de ahora no pueden dejar de existir, son inmortales y los mitos se construyen con cosas mortales.
– Justamente sería a mi entender la influencia de algunos medios lo que contribuyó al declive de estos colectivos. ¿Hubo quien se creyó ignorado e infravalorado por ellos?
Hay algo con el escritor y el ego ¿no?, como decía Fernando Pessoa en el poema Tabaquería cuando habla del «genio para sí mismo en su boardilla». ¿Pero qué pasa cuando el genio sale de su casa? Porque tiene una obra que quiere mostrar. ¿Y si en esa bohardilla vivían un grupo de genios para sí mismos? Cuando una obra es mejor recibida que otra o algún participante de un colectivo es más mediático que otro y se nombra más a uno que a otro puede ser que los pequeños egos de los poetas se sientan afectados, aunque no se ponga en tela de juicio la calidad de su escritura sino el tamaño de sus círculos de influencia.
Algo así se plasma y descubre en esta road movie literaria.
– Y repasando toda esta historia en la que estuviste involucrado. ¿Crees que mereció la pena todo lo vivido o sacarías algo afuera porque crees que no debería de haber ocurrido?
Toda esta historia me hace ser como soy, si aparece una buena aventura nunca puedo negarme y estoy agradecido por el grupo de amigos y ex amigos con los que me formé.
Lo que sí dejaría afuera sin dudar, si pudiese volver en el tiempo a la época de la competencia etílica, sería el licor barato que tomamos en varios momentos y el vino en caja. Me esforzaría más por conseguir mejores bebidas.
©José Luis García/Cinestel.com