“Laberintos Personales”, acciones contra la sustracción de la identidad
Estreno en Argentina
Hace más de diez años que se rodó el documental “Nacidos Vivos”, una mirada hacia el robo de bebés que ocurre en Argentina desde hace décadas, sin importar si se está en dictadura o en democracia.
Alejandra Perdomo fue su directora y más o menos un par de lustros después, estrena “Laberintos Personales”, una nueva película que da continuidad a este mismo tema mostrando las acciones que los buscadores están llevando a cabo de manera colectiva.
Robar una niña o un niño es un delito de extrema gravedad que puede perfectamente enmarcarse dentro de lo que comúnmente se denomina como la trata de personas, pues a las madres se les engaña diciendo que su hijo ha muerto al nacer, mientras que al bebé se le falsifican los documentos y se les dota de otra identidad diferente a la que les correspondería por cuestiones biológicas.
Por el largo tiempo que este tipo de delitos viene sucediendo de manera impune, se calcula que en Argentina hay varios millones de personas que desconocen su identidad de origen. “Laberintos Personales” da pistas sobre cómo cualquier persona podría intentar identificar indicios de que algo así le sucedió al nacer, y lo hace a través de los distintos testimonios reales que aquí se muestran. Algunos afectados se han unido ahora para que la justicia federal actúe y trate de restituir sus derechos vulnerados, una cuestión que los jueces que lo están tramitando continúan sistemáticamente postergando, pero el estreno de la película no podía esperar.
«Esta nueva película fue abordada desde la lucha, desde pensar que tenemos diez años más y nos plantamos frente a una realidad sin solución» -cuenta Alejandra Perdomo a Cinestel-.
Y efectivamente, “Laberintos Personales”, aunque recupera algunas voces y rostros de la anterior, posee otro enfoque distinto y certifica que después de una década nadie es lo mismo que era.
Aquí hay una búsqueda que los acompaña siempre. Ellos quieren recuperar su propia historia. «Yo no quería retomar la temática, la verdad. “Nacidos Vivos” se sigue viendo tanto en cine como en televisión -subraya Alejandra-, pero los buscadores siempre me decían que yo tenía que hacer “Nacidos Vivos 2” y a mí me daba urticaria pensar en contar algo que ya había contado, porque para mí la primera ya sintetizaba la problemática, me cerraba por todos lados y además, se sigue exhibiendo y emitiendo en los canales de televisión del interior diez años después».
Así fue como Alejandra en un inicio no le encontraba el sentido, porque tampoco piensa que si una película se ve mucho, como fue su caso, hay que hacer más sobre el mismo tema. Pero el largo encierro domiciliario que las autoridades sanitarias decretaron a partir del 2020, con las noticias de muertes que lo acompañaron, le provocó a ella una reflexión en conjunto con Gisela, la persona afectada que se recibió como abogada tiempo después del primer documental, que consistía en la necesidad de solicitar un amparo a la justicia para este tipo de delitos. Y ése fue en definitiva el detonante principal para llegar hasta la realización de “Laberintos Personales”.
En realidad, bebés que fueron robados en Argentina los hay de todas las edades, es decir, que ahora nos podemos encontrar con gente de 25, 40, 58 o 66 años de edad que en el momento de nacer fueron sustraídos a sus madres. Y esto también ha ocurrido en otros lugares como el territorio español donde, según Perdomo, en la Universidad de Barcelona suelen articular un congreso a nivel global en el cual se da cuenta de estos casos en otros países, al igual que pasó en Chile, país en el cual al parecer algunos bebés robados acabaron en Suecia o Noruega. Además, la directora señala el hecho de que «si se roban bebés es porque alguien con poder económico está dispuesto a comprar. Y eso es un delito».
«Esta grave infracción siempre tiene que ver con la pobreza y con la vulnerabilidad -aclara Alejandra-. Ha habido casos de mujeres, quizá muy jóvenes, sin experiencia y sin asesoramiento, que han ido a dar a luz con su pareja o familia. Les dicen que su bebé nació muerto y no les entregan nada, ni el cuerpo, ni un certificado de defunción,… nada. Les dicen ¡váyanse que nosotros nos vamos a encargar de todo en este momento tan doloroso! Ahora bien, cuando otra persona tiene otro blindaje, tiene otro acompañamiento, puede estar atravesando un mal momento emocional, pero cuando hay alguien de su entorno que dice que eso está mal y se entera años después que ese médico y la partera están denunciados, que el lugar fue clausurado por prácticas de abortos clandestinos o de ventas de bebés, recuerdan que ellas estuvieron ahí dando a luz. Pero ya pasó el tiempo y cuando vuelven a ese lugar, encuentran que no hay nada, ni una historia clínica; como que nunca esa mujer pasó por ahí. Y eso es muy tremendo porque no hubo controles por parte del Estado».
– En algunas pequeñas partes de esta nueva película muestras aspectos de tu propio caso como beba sustraída y vendida. ¿Fue difícil para vos poner en práctica esa idea de aparecer en el documental de una misma?
¡Fue la decisión más difícil! Me resistí hasta el último momento porque no quería que se interpretara como una película auto-referencial que hablara de mi historia, sino que yo quería que se reflejara la lucha colectiva, es decir, la unión de hacer juntas y juntos algo concreto.
La idea de ser parte de la película, del relato audiovisual, a mí me termina de cerrar porque soy parte de la presentación y estoy absolutamente convencida de la decisión que tomamos. Entonces yo también tenía que aparecer porque no soy ajena a esto, no estoy registrando algo que hacen los otros, sino que entre esos otros estoy yo, y me pareció que estaba bien que lo contara.
También le tengo que agradecer mucho a mi equipo de trabajo, a Mario Varela que es uno de los camarógrafos y el montajista de la película, e inclusive Horacio Almada, sonidista y encargado de la dirección de sonido, quienes me decían ¡Perdomo, tenés que aparecer! Aparte de que yo en esto me metí y me comprometí, como decimos en la Argentina, hasta el cuello, y siempre me repetían que tenía que estar.
Después me di cuenta de que mi resistencia no venía desde la dirección, sino que venía desde lo personal, porque yo hablo a través de mis películas y cuento diferentes problemáticas a través de ellas. Con “Nacidos Vivos” me pasó que escuché tantas historias, durante el proceso de la película y después, porque es más tarde cuando empezás a recibir las devoluciones de la gente que te escribe por redes sociales o te habla en la puerta del cine y que te cuenta y te abre su corazón, te pide opinión y te pregunta a dónde ir. De España me ha pasado que me han escrito un montón, lo cual también deja a las claras la falta de herramientas que hay, porque como buscadora terminás pidiendo ayuda a cualquier persona que te habla con empatía.
Una vez que yo me introduje en la película me di cuenta de que eso me sirvió para volver a retomar un poco mi búsqueda conectándome con esa parte de mi pasado que una a veces tiene guardado en un cajón, pero cuando va y lo refresca se da cuenta de que está muy presente. Yo creo que la decisión finalmente fue la correcta. Me resistí al principio, pero después me di cuenta de que así tenía que ser.
– Es cierto que tanto “Nacidos Vivos” como “Laberintos Personales” pueden verse como películas que hacen una llamada a la acción, e inclusive en esta última se proporcionan pistas muy valiosas a la hora de que ciertas personas puedan repensar su propio pasado o el de sus familiares, amigos y conocidos. ¿No es así?
Sí, a mí me pasó con “Nacidos Vivos” algo que para mí es conmovedor y fue que vinieron personas que vieron la película solos, luego la compartieron con su círculo más íntimo, hasta que decidieron verlo con sus padres de crianza y me dijeron que ellos, compartiendo esa película, pudieron entender mejor por qué su hijo quería saber la verdad. Eso fue como empezar a acompañarnos en la búsqueda, y eso es hermoso, que una película documental pequeña como ésta pueda generar estas cosas.
La película no tiene el objetivo de llegar solamente a las personas que buscan. El objetivo es llegar al público en general, que no tiene a veces la menor idea, o no quiere ver, porque que se roban niños es algo que pasó siempre y se sabe. Es un tema que se quiere ignorar y hay muchas personas que saben más de lo que dicen; por eso creo que el film está orientado a que si el resto de la gente sabe algo, rompa ese pacto de silencio y entienda que lo nuestro no es ni desagradecimiento para las familias de crianza, -no es una traición-, sino que es una necesidad muy grande, que algunos tienen, pero otros no, y es totalmente respetable, pero sí que quienes tenemos la necesidad de saber, necesitamos ayuda y políticas públicas para eso. No contratar un detective privado, sino que el Estado nos brinde herramientas, que les dé contención a los afectados.
Hay personas que sobrellevan muy mal esto, pues todo depende de cómo se enteraron, del contexto en el cual hayan vivido, y realmente necesitan terapia psicológica, acompañamiento médico, porque también a veces cuando uno está muy mal anímicamente, emocionalmente, el cuerpo se enferma. De ahí que hay un montón de cosas que los Estados podrían y deberían hacer para ayudar a las personas que buscan y a las mamás a quienes les arrebataron los hijos, como ha pasado en España con el tema de las exhumaciones de fosas comunes, -y estoy hablando de tiempos democráticos, no de la época de Franco-, pero se han hecho barbaridades también en épocas democráticas.
Por eso creo que llegó el momento de que hay que organizarse y exigir a la Justicia, al Parlamento y a las autoridades, que se hagan cargo de esto. No somos invisibles. Existimos. Aquí estamos. Y reclamamos verdad y justicia.
– Entonces tendríamos que concluir diciendo que está claro que es mucho más interesante la lucha colectiva que no la individual.
Yo estoy absolutamente convencida de que los grandes cambios se dan a través de las luchas colectivas. La Historia lo demuestra. Además nunca nadie nos ha regalado nada a nivel derechos. La solución es luchar, poner el cuerpo, levantar la voz y ser consecuente. No bajar los brazos. Y yo creo que ése es el espíritu de “Laberintos Personales”. Más allá de que cada uno tenga su propio laberinto, hay que saber unirse, amalgamarse, para obtener resultados.
©José Luis García/Cinestel.com