«Mies on Scene. Barcelona en dos actes» hace visible una grata joya

DocsBarcelona 2018
Cuesta un poco verlo para quien no lo conozca, pero a unos cuantos metros de la parte derecha de la Font Màgica de Montjüic está la discreta presencia de uno de los edificios más emblemáticos de Barcelona, el de la Fundació Mies van der Rohe, obra simbólica del Movimiento Moderno que fue construida inicialmente para albergar el Pabellón de Alemania durante la Exposición Universal de 1929.
El famoso arquitecto alemán y su menos conocida compañera personal y profesional, la diseñadora Lilly Reich, fueron los directores artísticos de la sección alemana y, por tanto, los artífices de este conjunto arquitectónico que mezcla materiales como el vidrio, el acero y distintos tipos de mármol, que a su vez crean una especie de micro-clima interno bastante particular.
«Mies on Scene. Barcelona en dos actes» es un filme en dos actos, pues por un lado nos revela detalles sobre la singularidad de este edificio, y por el otro nos proporciona señales sobre otras luchas.
Fue el año siguiente de la Exposición Universal, en 1930, cuando este Pabellón fue desmontado definitivamente. Pero en 1980, y gracias a una iniciativa del arquitecto catalán Oriol Bohigas, se pone en marcha su reconstrucción, que culmina en el año 1986, ya dentro del periodo de la Barcelona pre-olímpica.
En 2009, los documentalistas Pep Martín (PM) y Xavi Campreciós (XC) comienzan a grabar en el Pabellón con motivo de la presencia en él del artista contemporáneo chino Ai Weiwei, quien había aterrizado en Catalunya para hacer una intervención que lo transformó, cambiando algunas partes en color blanco por otros tonos café con leche.
Los directores responden las preguntas de Cinestel:
– Hace ya cerca de 10 años de la presencia de Ai Weiwei en el Mies van der Rohe. ¿Qué os atrajo en aquel entonces de ese lugar?
(XC): Nos enamoramos de aquel espacio, porque tiene miles de perspectivas y es un edificio vivo que cada hora o según la estación del año, cambia. Tiene lo que nosotros llamamos una cuarta dimensión. Y a partir de ahí empezamos a grabar cada año intensamente, desde 2009, en el Pabellón, ya sea por los Premios Mies o por otras intervenciones.
Entonces llega el año 2016 y hacemos una reunión, coincidiendo con el 20 aniversario de la reconstrucción, donde juntamos a los arquitectos que la impulsaron. A partir de ahí, ellos empiezan a explicar muchas anécdotas y decidimos que hay una historia increíble que va mucho más allá del conjunto emblemático.

Xavi Campreciós
Eso implica que un sitio que en Barcelona se conoce poco, que es un edificio muy pequeñito del año 1929, pero que cuando ahora lo ves te puede parecer un restaurante o un gimnasio, sin embargo en él está basado todo el Movimiento Moderno e inclusive la manera de construir de ahora. Que es curioso, porque todo el mundo lo conoce, excepto la gente de aquí.
Entonces lo que nuestro documental hace, y en esto hemos intentado ser muy cuidadosos, es no dejar de ser un diálogo entre el primer y el séptimo arte, porque de guionistas teníamos a arquitectos, con los cuales ha habido un intercambio muy interesante a veces.
Y a través del hilo sobre cómo veíamos esta Barcelona del Mies en dos tiempos, y de la explicación del cronista de Barcelona Eduardo Mendoza en su novela La Ciudad de los Prodigios, lo que hacemos es establecer una relación con la percepción del arte y su poder transformador, la que tuvo en aquel momento y la que ha tenido después.
– ¿Hubo algunos protagonistas de esta recuperación arquitectónica ya fallecidos sobre los que os hubiera gustado contar con su testimonio?
(PM): Ignasi de Solà-Morales. Él fue el jefe del equipo de la reconstrucción, designado por Oriol Bohigas, y era un hombre que por lo visto era un erudito, un intelectual muy culto, tenía una muy buena relación con el MoMa, conocía muy bien toda la historia de 1929, de Mies,… Es el arquitecto que llevó la reconstrucción del Liceu,… Y es el gran personaje ausente de este documental.
– ¿Y por qué se dice en algún momento que hay como una textura especial en el Pabellón? ¿Es que al tocar sus paredes notas algo diferente realmente?
(PM): Esa es la interpretación que hace Martino Stierli, del MoMA, porque él ve que en esa riqueza de materiales el travertino por ejemplo no está pulido, hay agujeros e imperfecciones, y es donde él encuentra una componente sexual en la arquitectura de Mies que le parece muy interesante.
(XC): Lo que es la experiencia en cualquier obra de arte, en la arquitectura, va mucho más allá en este caso de la vertiente espacial, porque también entra el tacto y toda la conexión sensorial. Eso es lo que consigue.

Pep Martín
– Pero también tendréis seguramente que reconocer que es un lugar muy discreto en Barcelona, que no destaca mucho, pero que sin embargo tiene en su interior mucho valor.
(XC): No sólo está en el interior el valor que tiene, sino que además hay que considerar ese poder transformador al que nos referíamos antes, a lo largo de la Historia en todo el mundo. Con este trabajo por ejemplo hemos conocido a muchos americanos que bajan del avión y antes de irse al hotel, le piden al taxista que pase por el Mies porque quieren vivir esa sensación.
Aquí evidentemente no nos ocurre porque es mucho más importante fuera. Fue un Pabellón que cuando se construyó en el 29, duró seis meses, y sin embargo consiguió que su recuerdo perdurara y que tuviera una influencia importante.
(PM): Y existe esta paradoja de que no hay un solo estudiante de arquitectura que no haya estudiado el Pabellón, porque es una de las obras más importantes de la Historia de la arquitectura, al margen del interés que también suscita la clásica.
(XC): También tiene esa paradoja porque al ser en el 29 una innovación tan relevante, tan a destiempo en este momento mucha gente lo ve y no le sorprende, porque podría ser un edificio actual. Y hay gente local que cuando entra menciona que es pequeño, pero Eduardo Mendoza hace la broma y dice que es que lo encuentran pequeño porque hacen pagar y que si fuera gratuito, lo encontrarían más grande.
©José Luis García/Cinestel.com