“Segundo Subsuelo”; testimonios, memoria y búsqueda de la verdad
Estreno en Buenos Aires
Permanece en el recuerdo aquel documental, “Caseros, en la cárcel”, que en el año 2005 rodó Julio Raffo en la prisión bonaerense de Caseros, a través del cual distintos presos políticos de la dictadura cívico militar regresaban al lugar en el que habían sido objeto de internamiento ilegal.
Pero el uso de la institución penal para albergar a estos detenidos no era exclusivo, y ahora “Segundo Subsuelo” llega para investigar más acerca de los centros clandestinos de detención, que eran lugares a priori de lo más inverosímiles en donde se mantenía a gente privada de libertad, al tiempo que también se practicaban torturas o se mataba a los presos políticos.
Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain dirigen este nuevo documental que viene a sacar a la luz cómo Arthur Santana descubrió estupefacto un mosaico en el suelo de las Galerías Pacífico que había quedado grabado en su memoria cuando lo llevaban encapuchado.
El filme también cuenta con la inestimable colaboración del arquitecto Pablo López Coda, quien fue el encargado de la renovación que se llevó a cabo en el edificio en 1991, y que en esta ocasión se dedica a hacer una minuciosa revisión del lugar con el fin de rescatar pruebas que verifiquen el tipo de actividades indebidas que allí se llevaron a cabo.
La directora Oriana Castro responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Tu documental es una llamada a quien pueda aportar testimonio sobre los daños sufridos? ¿Te fue difícil encontrar a alguien que pudiera hablar sobre lo que le pasó?
No quisimos hacer un documental de denuncia porque entre otras cosas, hay una causa en curso que intenta determinar exactamente lo que sucedió allí; por lo tanto no sentimos que el documental sea un llamamiento a quienes puedan tener información aunque, por supuesto, si aporta, si suma elementos, estaremos orgullosos de ello.
Hicimos esta película pensando en contar dos historias de vida atravesadas por la pérdida y la búsqueda, dos historias de diferentes dimensiones que finalmente confluyen y se complementan.
Con respecto a la segunda parte de la pregunta sí, fue complejo. Si bien existió una primera causa judicial y denunciantes en esa causa, de fines de los años 80, no pudimos dar con nadie que recordara lo sucedido y estuviera vivo para contarlo. Pero tuvimos acceso a las fojas de la causa actual que instruye en juez Rafecas, donde el Caso aparece, y allí se nos abrieron algunas puertas y testimonios.
– ¿Por qué es importante identificar los centros clandestinos de detención?
Porque es parte de nuestra Historia. Es importante para las historias individuales, visibilizar dónde estuvieron secuestrados y en muchísimos casos asesinados sus seres queridos. También para los sobrevivientes es una suerte de reparación quitar la venda y desde el estado reconocer que existió una maquinaria del horror, así como señalar los lugares donde ese horror tuvo sedes. Y es importante para la sociedad en su conjunto, conocer la historia. Es impactante también cuando se señaliza un lugar, que muchas veces es urbano, rodeado de vecinos, de vida, transitado en el cotidiano por muchísimas personas. Ayuda a entender lo que pasó y ayuda también a recordarlo todo el tiempo, para que no se repita.
– Hubo juicios, pero también existe la impresión de que no es posible atajar enteramente la impunidad. ¿Qué instrumentos le pueden faltar a un juez como Daniel Rafecas para que se haga justicia?
En el caso puntual que aborda nuestro documental, y que está puesto en palabras del propio juez en la entrevista que nos dio para la película, es bien complejo que pueda a partir de lo existente a la fecha contar con los elementos necesarios para dar por cierto que en Galerías funcionó un Centro Clandestino de Detención y Exterminio, porque como menciona, el lugar fue remodelado no una, sino varias veces, y entonces ya no es posible encontrar rastros de la ocupación previa. En ese sentido el elemento primordial es sumar testimonios como el de Pablo, el arquitecto, o Arthur, la víctima, que puedan aportar información sobre el espacio.
En la película nos interesa remarcar qué tan clave puede ser el testimonio de una persona aparentemente sin nada específico que sumar, que no es un militante de derechos humanos, que llega al sitio con otros fines y sin embargo termina dando una información valiosísima que ayuda a una persona a reconstruir parte de su historia.
– ¿Y crees que sería necesario seguir investigando y la implicación de más gente en todo ese proceso?
Sí, absolutamente. Creo que una pregunta que le hice al juez y finalmente no quedó en el corte del documental es muy clara en el porqué: le consultamos a Rafecas si el triste episodio del terrorismo de estado en la argentina fuera un rompecabezas que se está recomponiendo, cuántas piezas creía que teníamos ya, y nos contestó que menos del 50%, sobre todo porque no sabemos nada del destino final de las víctimas, quién las mató, dónde, cuándo, cómo. Tenemos también cientos de hombres y mujeres de alrededor de 40 años que no saben quiénes son realmente, porque fueron apropiados y robados a sus padres.
Es importante seguir adelante con todas las causas, es importante que todo aquel que tenga datos y no los aportó aún porque no supo cómo, porque esta atravesado por el dolor y no pudo hacerlo, porque no siente que tiene algo fuerte para aportar de su testimonio, hable de lo que le pasó, de lo que vio, de lo que escuchó. Toda nuestra sociedad fue atravesada de punta a punta por la dictadura; la única manera de sanar es saber.
©José Luis García/Cinestel.com