“Señales de Humo”, de Luis Sampieri; restableciendo conexión
![Documental Señales de Humo Entrevista a Luis Sampieri](http://www.cinestel.com/wp-content/uploads/2020/07/Señales-de-Humo-film-Luis-Sampieri.jpg)
Estreno en Argentina
La sustitución del fuego por artefactos electromagnéticos. Mario Reyes es un arriero que vive en un pueblito cercano a Santa María de Catamarca donde, como en muchos otros lugares, las señales de humo solían ser un recurso común para comunicarse con otros habitantes del lugar e indicarles que uno se encontraba bien y que, en la distancia del campo, todas las cosas se estaban desarrollando con normalidad.
“Señales de Humo” es un documental que da fe con su espíritu testimonial, logrando incluso que sea mucho más importante por lo que sugiere que por lo que muestra: la sustitución de una antena de telefonía móvil averiada en lo alto de un cerro.
El director argentino Luis Sampieri le propone al espectador un seguimiento de cuanto acontece en relación a esa restitución, al tiempo que conocemos algunas cosas sobre el modo de vida de los locales.
En la película, el arriero deberá conducir al ingeniero de la empresa de telecomunicaciones hasta la cumbre de una montaña situada a unos 4.000 metros por encima del nivel de mar. Esa reparación es de suma importancia para la zona, pues hoy en día todos los vecinos de ese área se comunican desde la lejanía entre ellos a través de las herramientas que proporciona la red de Internet que tienen instalada en sus celulares.
Desde la mirada antropológica inicial y su componente observacional, lentamente el relato evoluciona hasta la aventura del ascenso, solamente sobresaltada por algunos problemas meteorológicos que amenazan con aplazar o posponer el objetivo final que se han propuesto.
Luis Sampieri responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Qué te llevó a querer desarrollar este tema que confronta las tradiciones con las llamadas nuevas tecnologías?
La idea se me ocurrió a partir del hecho puntual de quedarme sin Internet en mi casa donde vivía en ese momento, en la localidad de El Cerrito, cerca de Santa María de Catamarca, en el valle calchaquí. Esto fue hace unos siete años, yo me había mudado de una gran ciudad (Barcelona) a vivir en un pequeño y alejado pueblito en la montaña.
Permanentemente se nos cortaba el Internet, por lo que acudí un día a la compañía proveedora del servicio y me comentaron que a causa de los fuertes vientos y temporales en la alta montaña, tenían que esperar al arriero para llevar una nueva antena e instalarla. Yo pregunté que quién era el arriero… Mario Reyes me dijeron…. Me quedé sorprendido; era el mismo Mario Reyes que yo había conocido hace treinta años siendo yo estudiante de fotografía. En ese momento, él nos llevó a mí y un grupo de amigos a tomar una imágenes en la alta montaña. Era el mismo protagonista, pero habían pasado los años.
Cuando lo conocí, apenas existían celulares, e Internet era una palabra casi desconocida. El personaje era el mismo, la realidad había cambiado notablemente. Fue ahí que decidí plasmar una historia que incluya a Mario y así mostrar la dependencia de la tecnología en los tiempos que corren, aun para una realidad tan alejada e inhóspita como la que muestra “Señales de humo”. Es una manera de confrontación entre la tecnología y lo ancestral.
![Documental Señales de Humo Entrevista a Luis Sampieri](http://www.cinestel.com/wp-content/uploads/2020/07/Señales-de-Humo_Luis-Sampieri.jpg)
Luis Sampieri, director de “Señales de Humo”
Es curioso, la tecnología necesita del animal para subsistir. En cierta medida también fue uno de los detonantes de la película, ya que una vez vi una mula que llevaba en su lomo la antena parabólica para una escuela en la alta montaña. Me parecía sugerente la imagen y la incorporé en el film. Eso es una contradicción permanente porque para nuestra sociedad, en gran medida, su principal sostén para el desarrollo parece que fuera la tecnología dejando de lados muchos otros aspectos que podríamos llamar arcaicos. Dispensamos demasiada energía y expectativas en esa palabra llamada “conectividad”. Creemos que al tener teléfonos celulares estamos conectados y en gran medida no es así. Ahora estamos más desconectados que antes de la realidad que nos rodea y más dependientes del aparato todo el día.
De alguna manera la película muestra esa dicotomía. La presencia del caballo es una forma de reafirmar la necesidad que tiene el hombre de la montaña aún de él. Para muchos habitantes de esa zona la persona que tiene un caballo es afortunada, porque tenerlo significa que uno tiene el sostén económico para poder alimentarlo.
– ¿Los habitantes de ese lugar reciben estos novedosos sistemas con agrado o existen algunas discrepancias al respecto entre la comunidad indígena de Amaicha del Valle?
En el rincón más inhóspito del mundo ahora vemos a alguien conectado a su teléfono celular. ¡Hasta los nómadas del Tíbet!; y sucede lo mismo con la gente de la comunidad de Amaicha del Valle. Las sociedades han creado una dependencia extrema de la tecnología simplemente porque es un negocio; a través de ellas nos pueden vender y así con la palabra conectividad desaparecen muchos rituales.
Por ejemplo el ir al cine antes era todo un ritual, y ahora la gente empieza a descubrir y a acercarse más a las plataformas digitales luego de sesiones maratonianas de series pensando que eso es cine y no lo es. En cierta medida la tecnología ha ido diluyendo muchos rituales y es lo que pasa en esa pequeña comunidad indígena que ve como se van perdiendo antiguas formas de comunicación entre ellos.
– ¿Y después de esta experiencia, piensas que el uso de Internet en esos lugares puede contribuir a que otras personas se animen a trasladarse a vivir de la ciudad al campo rural?
Las ciudades en todo el mundo están colapsadas de gente mientras que los pueblos cada vez quedan más vacíos, y es lo que sucedió siempre en Argentina. Con esta pandemia la gente ahora empieza a descubrir que existe otra vida en el campo. Pero la idea no es trasladar todas nuestras costumbres de ciudad al campo, como estar pendiente permanentemente de un aparato tecnológico. Cada pueblo o lugar tiene su desarrollo natural, que a veces no pasa por la famosa conectividad. Si bien ayuda a poder desarrollar parte de una actividad pero no lo es todo.
– Por último, me gustaría que hicieras algún comentario acerca de tu maestro José Martínez Suárez. ¿Qué influencias tuvieron para vos sus enseñanzas?
José tenía una vitalidad cinematográfica envidiable. Cuando lo conocí yo era muy jovencito, tenía dieciocho años y llegaba obnubilado de Tucumán a Buenos Aires con la idea de saber qué era el cine. Él me abrió las puertas de su casa y con ello la mejor enseñanza. Era muy estricto. No dejaba pasar una, en el sentido que te preguntaba de libros y si no sabías te mandaba a leerlos y recién volver a clase.
Él siempre nos decía: “ahora cualquiera es profesor de cine… pero nadie es maestro”; él lo era. Era muy detallista. Si veía una película que le gustaba, observaba cosas y te las decía de una manera muy sutil, era muy borgeano, estudioso, caballero y muy ácido.
Sus enseñanzas las llevaré para siempre como una voz sutil que siempre estará al lado mío. Si bien nos gustaba un cine muy distinto y confrontábamos permanentemente, eso no impidió que nos escribiéramos cartas durante muchos años. La ultima vez que lo vi fue en el Festival de Mar del Plata. Él presentó mi película “Fin”. Nunca olvidare ese detalle.
©José Luis García/Cinestel.com