“Silencio en la Ribera”; la última crónica del escritor Haroldo Conti
Estreno en Buenos Aires
Ensayo documental y ópera prima del director argentino Igor Galuk, esta obra rescata las imágenes del momento en el cual el escritor Haroldo Conti se hallaba escribiendo su última crónica sobre la isla Paulino de Berisso.
“Silencio en la Ribera” profundiza en el argumento de una película inacabada por Roberto Cuervo debido a la abrupta desaparición de Conti, aunque en un origen, el realizador verdaderamente quería retratar otras cosas, pero inevitablemente acabó llegando a esta historia.
El grupo audiovisual Río Cine quería filmar relatos de gente diversa que habita las orillas del Río de la Plata, pero se encontró con las crónicas literarias que el escritor publicaba en la revista Crisis y ahí Galuk y su equipo se dieron cuenta de que Haroldo había puesto en palabras aquello que ellos habían comenzado a filmar en 2011.
Este director novel nació justamente en Berisso, el lugar que inspiró ese artículo final de Conti antes de ser detenido y desaparecer, y nos comenta que cree que en algún momento alguien hablará y contará qué fue lo que le pasó. Y es igualmente una preocupación compartida con el caso del cineasta Raymundo Gleyzer, otro más de los enigmas que dejó aquella catastrófica dictadura.
– Visto desde afuera, sin conocer bien esa zona, no me quedó claro si la isla Paulino es real o fue un invento del escritor.
La isla Paulino existe realmente, pero a veces es difícil llegar a los habitantes de ese lugar porque pareciera que estuvieran suspendidos en el tiempo; y eso fue lo que un poco le sucedió a Haroldo, lo mismo que a nosotros. Es decir, es un espacio alejado del mundo aunque esté muy cerca, y tiene una impronta y una energía tan particular porque es un territorio donde ha pasado mucha historia desde hace cien años atrás y, de repente, es como una isla deshabitada, abandonada, que todo el tiempo se la intenta recuperar de esa vieja tradición y pasado que carga, pero que al mismo tiempo está tratando de salir a flote.
– ¿En algún momento tu intención fue la de terminar o completar lo que Cuervo no pudo hacer como consecuencia de la desaparición física de Conti?
Yo creo que la película de Roberto Cuervo hubiese sido otra y no fue mi intención terminarla. Simplemente utilicé su material para complementar esta historia, aunque todo se empezó a cruzar porque el propio Conti en la crónica habla sobre Roberto y su viaje a la isla en diciembre del 75, donde estuvieron Conti, Roberto y Marta Acuña, la compañera de Haroldo; así que Roberto empezó a aparecer como un fantasma más en esos relatos.
– Estéticamente tu película me remite a algunas otras que hizo Gustavo Fontán sobre Juan José Saer o Juan L. Ortiz, aunque el trasfondo argumental aquí es diferente porque estamos hablando de un desaparecido.
Sí, mi sensación fue que nosotros tratamos de recuperarlos, de traerlos al presente, a Haroldo, a Roberto, a los habitantes de esa isla Paulino. Hay un ejercicio de memoria, de recuperación de la palabra y también en algún momento se dijo que por ahí Haroldo muchas veces no mezclaba su compromiso político con la literatura, lo cual es algo que él al principio diferenció muy bien, pero en sus últimas novelas y en esta crónica en especial, se nota mucho ese cruce entre su militancia política y su notable pluma, y eso se deja entrever en el entretexto cuando uno relee esa crónica. Y también narra lo que estaba aconteciendo en ese momento, con un país tomado por las armas de un poder dictatorial que veía cómo se desplomaba la producción argentina, se intensificaba la carencia de trabajo y, como consecuencia, el despoblamiento de una isla. Me parece que habla de ese contexto.
– En aquella época hubo otras personas que se exiliaron. ¿Crees que Haroldo Conti pensó en algún momento en el exilio?
Eso él lo descartó de cuajo. De hecho, por la información cercana que tenemos, le habían ofrecido en dos oportunidades retirarse del país con su familia y no quiso. Yo creo que tanto él como otros y otras no se imaginaban lo que iba a venir. Es sabido que el número de los 30.000 desaparecidos ya estaba en los informes previos al comienzo de los actos de genocidio, pero me parece que ellos no sospechaban que iba a ser tan real la matanza, el secuestro y la desaparición.
– Y en el plano técnico, ¿cómo conseguiste darle una uniformidad a toda la película con el formato de pantalla 4:3?
Cuando conseguimos unificar todas las imágenes que teníamos seleccionadas, le encajó muy bien el formato 4:3 porque además le dio continuidad a aquellas películas de los años 70; es como si todo el tiempo estuviéramos filmando la misma película. Las temáticas y las problemáticas que se abordaron en los años 60 y 70, continúan vigentes, así que me pareció una linda forma de darle continuidad a esos relatos y por ahí fuimos.
– ¿Y cómo surgió la idea de intercalar en intertítulos las estaciones del año?
Eso fue una propuesta del editor montajista como una forma de poder organizar todo el material. Nosotros además teníamos registros de todas las estaciones del año y nos pareció que era un elemento que estructuraba el film más allá de la propia crónica, en conjunción con la crónica de Conti, porque él aborda resumidamente los procesos, por ejemplo para hacer la uva, y cada estación del año tiene una vida propia en cuanto a lo que se cosecha, lo que se produce, ya sea un determinado proceso de sacar el junco o de la caña y de la pesca.
Así que fue una estructura narrativa que nos ayudó a organizar todo el material que teníamos.
– ¿Y creíste importante terminar la película con un epílogo?
Me pasó que arranqué creyendo que todo el mundo lo conocía a Haroldo Conti, pero al rodar este documental me di cuenta de que había gente que no sabía quién era él, ni físicamente ni tampoco había leído nada sobre este escritor. Así que este filme fue un proceso de hacer memoria también, recordándolo, poniéndole nombre,… y el epílogo tenía que ver con ello, para aquellos que no sabían nada sobre Haroldo hacerles llegar cómo fue que terminó esta historia, de alguna manera, tan trágica y lamentable.
©José Luis García/Cinestel.com