«The Cleaners», limpiando Internet; «borrar, ignorar,… borrar, ignorar,…»

DocsBarcelona 2018
Fue casual que muy poco antes de la 21 edición del DocsBarcelona se anunciara que Facebook iba a abrir de inmediato un centro de control de contenidos en la Torre Glòries de la capital de Catalunya, pero quizá ése fue un buen motivo para agrandar la expectación que produjeron los pases en el festival de «The Cleaners», una investigación de los realizadores alemanes Hans Block y Moritz Riesewieck sobre una de las zonas más oscuras de Internet: los contenidos ofensivos o inapropiados que circulan por las redes sociales.
Facebook subcontrata a otras empresas para este cometido y la sede mundial se encuentra en Manila (Filipinas), donde trabajan unos 10.000 empleados (500 es la cifra de Barcelona) que dedican en el país asiático hasta 10 horas diarias para el visionado e identificación de aquellas entradas de usuarios que pueden ser sospechosas de poca o nula ética.
Realmente existen ya métodos informáticos que de forma instantánea identifican textos o imágenes que pueden herir la sensibilidad de quien los visiona, pero no son suficientes porque hay algunas cosas que no se pueden reconocer automáticamente, a resultas de lo cual hay trabajadores de estas empresas que van viendo y decidiendo si una determinada entrada se queda o se borra.
Los documentalistas alemanes conocieron a algunos ex-empleados que les relataron sus impresiones. «The Cleaners» no muestra casos concretos de imágenes o entradas borradas, porque quienes allí trabajan tienen que firmar previamente un contrato de confidencialidad, pero sí que pone el dedo en la llaga en cuanto a los criterios que se siguen para aprobar o rechazar un determinado contenido, e inclusive hace alguna que otra reflexión en torno al riesgo de que algunas entradas no aprobadas de contenido político, puedan ser vistas como de algún modo censuradas.
Aún así, la razón que más movió a ambos directores a llevar adelante este filme es la existencia de algunos empleados que se vieron muy afectados psicológicamente tras haber visionado decenas de vídeos con imágenes inapropiadas por su crueldad. Moritz Riesewieck explicó durante el festival que a raíz de las investigaciones de su equipo, ahora en el centro de Barcelona habrá unos 30 psicólogos trabajando, que darán asistencia a los revisores de imágenes que la precisen.
Igualmente, el co-director piensa que una reciente ley aprobada en Alemania, que pone en marcha una pequeña entidad que regula y controla estos temas, es también una reacción a sus investigaciones. «Quieren demostrar que se lo toman en serio -aseguraba-, porque por ejemplo, en Filipinas sí que ofrecen apoyo psicológico, pero los trabajadores dicen que a veces la psicóloga se pasa por ahí, junta a todos los trabajadores y les pregunta que cómo les va y cómo se encuentran. Y evidentemente eso no deja de ser un chiste malo, porque ahí hay mucha gente con traumas, al igual que un índice bastante elevado de suicidios. En la película hablamos de un caso, y la empresa niega que esta muerte sea una consecuencia del trabajo que allí desempeñaba esa persona, sino que dicen que tiene que ver con su esfera privada».
Otro de los puntos fundamentales que trata este documental es todo el impacto de las decisiones que estas personas toman, muchas veces por intuición y a partir de algunas influencias que serían discutibles. Entre ellas se destaca en el filme el particular modo de relacionarse con las creencias religiosas que tienen los filipinos, que como aquí se puede ver, es muy distinto a como lo viven los fieles de occidente. Allí el 90% de la población practica el cristianismo bajo una visión más radical del espíritu de sacrificio, y muchos consideran que su misión es limpiar de pecados el mundo. De hecho, el actual presidente de la nación llegó al poder con el lema de que iba «a limpiar la sociedad».
©José Luis García/Cinestel.com