“Un sueño hermoso”, relato sobre los anhelos de Alejandra Podestá
Estreno en Argentina
Aunque no tenía relación directa con la famosa saga de actores argentinos de idéntico apellido, la actriz Alejandra Podestá pudo marcar un hito temporal en su vida a través de su participación en la última película de la cineasta María Luisa Bemberg, aquella que llevaba por título “De eso no se habla” (1993), donde como muy bien especifica este “Un sueño hermoso”, la directora de “Camila” continuaba tratando de acercar la necesaria liberación de la mujer a su filmografía a través de la historia de un soltero rico (Marcello Mastroinanni) que se casa con una enana, una metáfora sobre cómo el repugnante machismo observa a la mujer.
Tras su exitosa ficción “El Aprendiz” (2016), Tomás de Leone incursiona en el documental con esta película sobre esta protagonista y también sobre la realizadora del film.
La película aporta y mezcla claramente dos vertientes distintas: la historia personal de Podestá, una mujer que padecía enanismo y a quien su madre ocultó por vergüenza en su casa desde que era pequeña; y la influencia que el cine de María Luisa Bemberg tuvo de cara a la emancipación de la mujer y el encauzamiento de sus reivindicaciones.
Bemberg fue una mujer que, aunque llegó tarde al cine, dejó una impronta ineludible y poderosa, sobre todo a raíz de haber fundado una productora junto a Lita Stantic. Y es increíble comprobar cómo todavía hoy, varias décadas después, Susú Pecoraro es felicitada cuando está en público por su papel protagónico en “Camila”, junto a Imanol Arias.
En “De eso no se habla”, Alejandra Podestá encarnaba a Charlotte, una adolescente de menos de un metro de estatura cuya madre intenta protegerla obsesivamente, y a quien le entusiasma la idea de dedicarse al circo.
Tomás de Leone responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Crees que Alejandra fue víctima, tanto del desprecio machista hacia la mujer como de la discriminación que históricamente han parecido las personas físicamente diferentes?
Yo creo que ella tuvo una infancia muy difícil donde fue la madre la primera en tratarla como un otro al hacerla sentir como distinta, haciéndole saber que había que esconderse del resto de la sociedad. Entonces eso que vivió Alejandra en el plano familiar, en el cual también se la rechazaba, tiene que ver con que la madre, como dice uno de los entrevistados, también la culpaba de haber nacido enana. Eso fue lo más difícil para ella y lo que le arruinó la vida. Fue una discriminación de lo más determinante a la hora de armar su personalidad.
– Una vez acabada satisfactoriamente la película, ¿asumes que cierta soledad de Podestá haya podido obstaculizar algo la investigación que has llevado a cabo sobre ella?
Como claramente dice Juan Carlos, un chico igual así de pequeño, al estar tan sola no tuvo a nadie que luchase por ella, especialmente en la Justicia tras su final fatal, donde no se produjeron pruebas en la causa de Alejandra. Pienso que en parte fue por eso, y esto es una interpretación mía, pero de algún modo a la luz de los hechos el juez pasó a otra cosa como consecuencia de que era una enana que no tenía a nadie viviendo con ella. Y en todos estos años que pasaron no se produjeron pruebas y todavía no se sabe quién la mató, creo que un poco por desinterés.
– Se dice que cuando alguien asciende muy rápido hacia la fama, la caída puede ser más aparatosa. ¿Consideras que el hecho de haber trabajado ella con Marcello Mastroianni pudo haber contribuido a su depresión posterior, o tal vez pesó más el fallecimiento de Bemberg?
Me parece que ella sufrió mucho el post-rodaje, pero no por el hecho de que el rodaje hubiera sido muy grande y muy luminoso, sino porque ella no tenía ninguna herramienta para elaborar eso.
Alejandra consideraba que esa participación suya había sido lo mejor de su vida, como ella misma dice, “un sueño hermoso”, y que María Luisa se había portado de diez con ella, y que le había puesto en un lugar de ponderación, que la había atendido siendo paciente con sus reclamos. Pero creo que esta cosa tan extrema de pasar de una madre que la rechaza y la esconde, a un rodaje donde la valoran, la ponderan y la tratan un poco como a una princesa, según los propios testimonios de quienes trabajaron en la película, es indudable que ella esa doble situación no la supo valorar.
Después de haber hecho el documental, pienso que Alejandra no se sabía ver a sí misma y no comprendía si ella era la princesa que había estado en la película o la niña que había sido rechazada en su casa desde siempre. Yo creo que no supo elaborar esa dicotomía, lo cual la llevó a lugares de mucha oscuridad que en la película intentamos construir.
– Y hablando de María Luisa Bemberg, ¿puede afirmarse que se incorporó un poco tarde al cine y que nos dejó demasiado pronto?
El caso de María Luisa para mí es interesantísimo, no solo por las películas que hace que están buenísimas, sino porque además a los 60 años y procediendo de una familia acomodada de muchísimo dinero, decide dar el salto y hacer cine, y quienes estaban cerca de ella juzgaron lo que iba a meterse como un entretenimiento caro. Pero ella terminó demostrando que no, que tenía un gran deseo y que sabía lo que estaba haciendo.
Además, las películas de María Luisa nunca dejaron de tener riesgos, de poner en cuestión situaciones de género mucho antes de que fueran temas de agenda, es decir, hace veinticinco años. Ella era una adelantada en estas cuestiones de género literalmente y por si esto fuera poco, su película “Camila” la vieron más de dos millones de personas y estuvo nominada al Oscar.
En realidad, toda la relación de María Luisa Bemberg con el cine fue exitosa por donde se la mire. Por eso, me hubiese gustado ver más películas de ella siguiendo a esta última realización suya, “De eso no se habla”, en la que ella toma un riesgo increíble en alguien que tiene tanta carrera y que a su vez hace una película con alguien que es una chica enana, poniéndola de protagonista y de pareja con alguien que es una figura internacional como Mastroianni. Ese tipo de riesgos, en el cine industrial y tan grande ya no se ven, y me parece que es otra de las tantas razones para aplaudirla a María Luisa.
– Para mí, es como si el espíritu de ella perviviera en el alma y el quehacer cotidiano de Lita Stantic. ¿Sos de la misma opinión?
A mí me parece que Lita Stantic está dentro de las mejores productoras de cine argentino de todos los tiempos, y no solamente por las películas que hizo con María Luisa, sino porque estuvo relacionada al cine desde la producción, en distintos paradigmas. Osea, hizo las películas de María Luisa en los ochentas, antes había hecho películas como “Los miedos”, de Doria, y a partir del año 2000 empezó a hacer las películas de lo que fue el Nuevo Cine Argentino (Trapero, Caetano,…), y no solamente haciéndolas, sino tomando decisiones claves en cada uno de esos proyectos.
Yo la considero una persona muy capaz, con una gran mirada sobre el cine, y que sin duda María Luisa encontró en ella la mejor socia que podía tener para pensar el cine que quería hacer. Creo que la combinación de ambas es lo que termina armando las películas tan buenas que hicieron juntas.
©José Luis García/Cinestel.com