Luciana Kaplan, documentalista: «Eufrosina quiere lograr algo aunque hay muchas fuerzas en contra»
Nació en Argentina, pero radica desde 1975 en Ciudad de México y ya tiene en su haber algunos documentales, los primeros junto a Diego Delgado, y el más reciente dedicado a Eufrosina Cruz, una de las mayores luchadoras por que se reconozca la igualdad de derechos de las mujeres indígenas con respecto a sus pares masculinos. En estos días en que se estrena en la sede de la Cineteca Nacional «La revolución de los alcatraces», se hace necesaria una reflexión sobre este tema a través de la historia de esta mujer nativa de Santa María de Quiegolani, una comunidad originaria en plena Sierra Sur de Oaxaca.
Por el interés que suscita y por el hecho de que la parte final del documental nunca fue prevista mientras se armaban las bases sobre las que se asentaría esta historia, le preguntamos a Luciana Kaplan, quien en diálogo con Cinestel nos da cuenta del esquema y los fundamentos seguidos para su realización:
«Yo conocí a Eufrosina un poco por casualidad. En el 2009 una amiga periodista que había hecho una nota sobre su batalla, me la presentó y me dijo que le parecía muy interesante hacer un documental sobre ella, y la verdad es que conociéndola y viendo toda esa fuerza que tiene y que esta lucha que ella está tratando de hacer simboliza todo un cambio dentro de la comunidad indígena, pues se da cuenta que hay cosas en su entorno que son injustas y las quiere cambiar, entonces, como documentalista me parece interesante la historia de alguien que quiere lograr algo y a ver qué pasa, porque hay muchas fuerzas en contra».
«Eso de entrada era interesante y ella es una mujer muy carismática, muy inteligente, con sentido del humor, que fotografía muy bien,… por eso me pareció un personaje perfecto. Por otro lado, nos encontramos con el contexto de las comunidades indígenas que viven en el Estado de Oaxaca que en ese momento estaba a punto de tener un cambio en el sentido de que estaban en contra del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había permanecido ochenta años en el poder y había la posibilidad de que perdiera por primera vez. Todos ellos eran unos ingredientes muy interesantes. Yo en un principio no imaginé que eso es lo que iba a pasar y quise centrarme en la lucha de ella a nivel más pequeño, pero pasa en los documentales que la realidad a veces te sorprende».
– ¿Eufrosina nunca antes te mencionó el tema de inmiscuirse en política?
No, de hecho siempre me decía que ella nunca se iba a meter en la política porque pensaba que era un asunto muy sucio y que los políticos no tenían credibilidad, y es algo que incluso ella dice al principio del documental. A partir de ese factor final, la película también termina tratando sin habérnoslo propuesto desde un principio, de lo que es la seducción del poder de la política hacia ella, y eso se deja entrever. Ella dijo que nunca se iba a meter a la política y a los dos años terminó de presidenta del Congreso, y eso fue bastante impresionante.
– Como parte de tu planteo inicial parece que estaba no sólo su lucha personal por el colectivo, sino también tratar de plasmar las posturas de todos aquellos que se oponían a lo que ella estaba haciendo. ¿Ése fue uno de los lados más difíciles del documental?
Sí, porque en México es tan difícil hacer cambios, desde los más simples hasta los más complejos, debido a que hay todo un sistema como muy viciado, entonces siempre hay cacicazgos y arreglos políticos que hacen que cualquier cambio que quiera uno hacer, por pequeño que sea, es una batalla, por eso ver estos intentos de cambio en un aspecto más pequeño, pues resultaba más interesante para hablar un poco más sobre cómo funciona el país. Pero bueno, como que la historia nos dio veinte vueltas y acabamos hablando de algo mucho más grande y de un caso muy peculiar porque no pasa todos los días que una mujer que vive en una comunidad cuyos padres no saben ni leer ni escribir, ella acabe presidiendo un Congreso en un Estado. Eso es algo muy poco común.
– De tu experiencia al rodar el documental, ¿cuál percibes que es la mayor dificultad con la que se encuentra la mujer indígena para poder desarrollar sus capacidades y su vida?
Todo parece derivado del problema de la educación, sobre cómo se pretende que la gente llegue a algún lado o que tome una carrera si no hay una educación básica, y esa es una de las primeras cosas que hay que arreglar en nuestro país: la muy deficiente educación. Y por otro lado, hay todo un patriarcado que en las comunidades indígenas es más visible, en el cual a la mujer le cuesta el doble que la dejen en la escuela o que decida por su cuenta no tener hijos y dedicarse a otra cosa o en el peor de los casos, tener familia y además trabajar en casa y fuera de ella, lo cual se hace imposible, aunque esas situaciones ya están cambiando algo porque las nuevas generaciones están empezando a ir a la escuela, pero es un cambio muy lento si lo ves en cómo ha sido esta transformación en las ciudades o en los pueblos que no están tan alejados tampoco de las capitales.
Ahora las cosas cambian y las mujeres sí tienen esa posibilidad de ir a la escuela y luego en la mayoría de los casos, sí las dejan trabajar, pero en las comunidades indígenas hay esta lucha de que todo permanezca un poco como está porque yo creo que les da un poco de miedo que si se cambian de ciudad, las tradiciones van a morir y la cultura de alguna manera también. Entonces ahí están estas contradicciones que hacen que para una mujer sea mucho más difícil sobresalir.
– Veo que en la película aparece un poco de pasada pero te lo quería preguntar, ¿el problema del alcoholismo está muy presente entre los hombres indígenas?
Eso es realmente muy triste, el nivel de alcoholismo, pero no sólo ahí sino en todo el país. Los mexicanos suelen tener problemas de ese tipo y en esas comunidades también se hace notable, sobre todo los que pasan más tiempo ahí que toman tanto porque no hay otra cosa que hacer y esa es la verdad. A las 7 de la noche se apagan las luces del día y no hay otro tipo de actividades y eso lo vimos estando allí. Yo entiendo que es por eso por lo que hay tanto alcoholismo; es una vida muy dura y no hay muchas cosas que hacer, entonces la gente toma siendo una manera como de distraerse y de socializar aunque eso sí tiene unas repercusiones graves y hay muchas mujeres maltratadas, inclusive ahí sale una niña a quien Eufrosina le quiere dar justicia porque el papá toma y a las dos semanas de que pasó eso le tiró todos los dientes a su hija y cosas así pasan constantemente, entonces hay un problema de alcoholismo muy grave que tiene más que nada que ver con falta de actividades y de posibilidades; como no tienen nada que hacer, toman mezcal hasta que se desmayan y es una práctica muy generalizada.
– Te lo habrán preguntado ya montones de veces pero, ¿por qué el documental se llama «La revolución de los alcatraces»?
Eufrosina explicó esto en uno de los cortes, pero no quedó al final porque no me gustó como lo decía ella. El alcatraz es una flor muy característica del Estado de Oaxaca, blanca y muy bonita, y ella siempre decía que los alcatraces eran como las mujeres, silvestres y muy bonitas, y la gente las daba por sentado y no las hacían caso porque estaban muy acostumbrados a su presencia, por eso para ella, la mujer y el alcatraz son un poco lo mismo. Pero finalmente, el alcatraz es el símbolo del Estado de Oaxaca.
– Cambiando de tema, en referencia al anterior documental que habías rodado, «Privatización Ex-post», que era un relato sobre lo ocurrido a nivel político-económico en el México de los 90’s que después se ha reproducido en otros lugares como Europa, donde se ha repetido veinte años más tarde. ¿Te fue complicado reunir esos testimonios tan directos de los protagonistas de la privatización de algunos servicios que antaño prestaba el gobierno de la República?
Ése y otro documental que hice anteriormente, «1982, la decisión del presidente», que habla de la nacionalización de la banca como proceso anterior, están co-dirigidos con mi marido que se llama Diego Delgado y fueron un encargo de una Fundación. Ambos son un retrato de la vida económica del México de los 80’s y los 90’s que cuentan desde la nacionalización, pasando por el desastre de los malos manejos de la economía mexicana, hasta que finalmente se privatizó con esta crisis muy terrible que todavía hoy sigue haciendo tantos estragos en la economía mexicana. Todos seguimos pagando el Fobaproa, que es esa deuda, como ha pasado en muchos lugares, obviamente también en España, con la cual los banqueros hacen desastres y después los paga toda la población.
Ahí lo complicado fue realmente entender cuál era la situación. Nosotros no somos economistas, somos cineastas, entonces sí tuvimos que leer muchísimas cosas para entender a través de los ojos de un economista de qué estábamos hablando para poder explicarlo, y la otra cosa que era importante es que no queríamos expertos, sino que hablara la gente que habían sido los personajes directos y eso creo que le dio mucha fuerza, osea, los ex-presidentes, los que estaban en la secretaría de economía, los personajes que realmente estuvieron en ese momento; entonces eso le da un dramatismo bastante más grande a que sean testimonios de segunda mano.
– Lo que no sé es si de esas reuniones a primerísima hora de la mañana para comunicar la privatización de los bancos que se relatan en ese documental las habían explicado en otros medios o si el documental es el primero en contarlas.
No, es la primera vez que se hablaba de eso, al menos en un documental, porque nunca se había hecho ninguno específicamente sobre este tema y que se tratara tan a fondo ese desastre en el que no se sabía lo que estaban haciendo. Inclusive hay bromas de una persona del Banco Mundial que es el que estaba encargado de mediar en la situación, en la que dice que los banqueros estaban más preocupados por el bono de fin de año que porque el país se estuviera yendo al carajo; entonces estas pequeñas anécdotas creo que hablan mucho de lo que pasó en el país y del desastre económico que se generó por un grupo de gente que no sabía lo que estaba haciendo.
– ¿Piensas continuar en el documental?
Sí, yo llevo por lo menos quince años dedicados a hacer documentales, no sólo a la realización sino también a la docencia porque coordino el curso de documental en la escuela de cine del CCC y doy cursos en diferentes lugares, entonces estoy metida en ello desde muchos lados, también en la producción, pero definitivamente ahora tengo dos proyectos que quiero empezar a hacer el año que viene, con lo que estoy empezando a investigar y ver un poco cómo hacerlos porque los dos son muy complicados.
©José Luis García/Cinestel.com