El Cine Argentino va a la Escuela, por la Fundación DAC
Según un amplio sondeo encargado por la Fundación DAC (Directores Argentinos de Cine), cuatro de cada diez adolescentes encuestados no fue nunca al cine. Y aquellos que sí fueron, sólo lo hicieron una o dos veces al año. Todos vieron cine estadounidense y solamente un diez por ciento vio películas argentinas. Ante esta demoledora premisa, un reducido grupo de personas vinculadas al mundo audiovisual decidió pasar a la acción para hacer posible que el cine nacional arribe a las generaciones más jóvenes, principalmente a los estudiantes de secundaria que son quienes mayores posibilidades tienen de configurar una formación de gustos cinematográficos propia.
Si un adolescente no va al cine lo que se ve afectado es su capital cultural, y con ello se ve también limitada su inserción social, educativa y profesional futura. Del mismo modo, cuando el gusto y las preferencias cinematográficas se restringen a una sola mirada productiva, también se ve reducido el caudal cultural del joven.
El programa «El Cine Argentino va a la Escuela» tiene ya un recorrido de diez años y en él los docentes pueden elegir películas para exhibir en su centro educativo. Concretamente tienen que seleccionar entre seis y ocho diferentes para que se pueda ver quién del equipo de alguno de esos filmes (director/a, actores o actrices) pueden acompañar la proyección para responder a las preguntas de las chicas y los chicos al finalizar la presentación audiovisual.
Actualmente hay 45 títulos en el catálogo que pueden ser proyectados, siempre y cuando la escuela posea un espacio con las características adecuadas (previamente se les pide fotos o vídeos de ese lugar). La Fundación DAC se encarga de oscurecer debidamente ese improvisado espacio de exhibición para que la película se pueda visionar sin problemas. Y, por supuesto, todos los celulares tienen que estar desconectados durante la proyección.
Hace cuatro o cinco años, hubo unas ciento veinte proyecciones por año, siempre en periodo lectivo y horario escolar, pero tras la crisis sanitaria hoy en día se están haciendo entre sesenta y setenta, al margen de que cuando a la población no se le permitió salir a la calle, también hubieron visionados y debates online. Los directores y directoras de cine se muestran orgullosos de este proyecto porque es para esto para lo que hacen cine, para que se vea.
El cineasta Ricky Piterbarg, integrante del Programa, comienza esta entrevista explicándonos algunas paradojas que se dan en este ámbito escolar:
“Si ustedes van a un secundario en Barcelona y preguntan a cien alumnos si conocen a Joan Manuel Serrat, no sé cuántos levantarían la mano. A nosotros nos pasó con León Gieco, que de cien alumnos levantaron la mano dos. Entonces estamos viendo cómo nuestra cultura se nos escurre entre las manos y por eso estamos en este Programa que es una idea de los directores de cine que comenzó de a poquito en la ciudad de Buenos Aires y después se empezó a dar el famoso fenómeno de la bola de nieve y el «de boca en boca», donde los docentes se fueron y se siguen transmitiendo el conocimiento de este Programa y así fue creciendo de una manera muy abrupta y rápida por otras partes del país. El éxito de esta iniciativa radica en que entre los directores y los docentes no hay intermediarios, a nosotros nos escriben directamente para pedirnos participar”.
– Lo que sí está bueno es que se pueda contextualizar lo que los jóvenes ven para que ellos sepan un poco qué intenciones iniciales tenía el cineasta y qué es lo que quería comunicar o cómo desarrollaron sus personajes el actor o la actriz que protagonizaron la película. ¿Ustedes también se dan cuenta de ello?
Sí, porque en ese diálogo posterior que se establece y que tiene una duración de unos 50 minutos, ahí sí que los jóvenes se dan cuenta de cómo es el manejo del lenguaje audiovisual, con un mínimo acercamiento y una mínima comprensión, y un conocimiento sobre cómo funciona la industria de la producción audiovisual que de otra manera no lo tendrían. Muchos de ellos no tienen un acercamiento, no conocen a actores ni a directores y entonces esta posibilidad que nosotros les brindamos es otro descubrimiento que tienen ellos. No es algo mágico que se ve detrás de un dispositivo o una pantalla, sino que es algo que hacen personas de carne y hueso y que son, además, habitantes de tu mismo país e inclusive pueden llegar a ser de tu mismo barrio.
El 50% de los pibes adolescentes de la Argentina no fue al cine nunca. O sea, cuando se habla de pobreza no solamente nos referimos a la canasta básica alimentaria, sino que hablamos de la pobreza estructural que hoy en día es brutal. Y también ocurre que cuando nosotros elegimos los films que utilizamos para este Programa, los cuales tienen cierta curaduría, además disponemos de la autorización del productor para poder exhibirla, ya que nosotros no somos dueños de las películas.
Elegimos historias que tengan un lenguaje audiovisual medianamente sencillo, en donde la dinámica de la película tenga cierta empatía con la dinámica de la vida de quienes la van a ver. Por eso no seleccionamos filmes de mucha contemplación o de ritmos muy lentos o de historias muy intrincadas en donde se hace difícil que los pibes las puedan comprender, por muchísimos motivos. Supongo que también en España la concentración de una hora y media de un adolescente de 15 años no es algo sencillo de conseguir. Por eso son películas que les permiten a ellos estar enganchados rápidamente con lo que están vivenciando ahí.
– Pero ahora parece que una buena parte de la juventud está enganchada a los videos de corta duración en las redes sociales y se dice que algunos de ellos se cansan siquiera para ver un corto de 14 minutos. ¿Esto ustedes lo han constatado también?
Sí, esa dificultad está y nosotros hacemos las cosas sabiendo que eso sucede y por eso el marco que les damos a las proyecciones intentamos que sea lo más adecuado posible, lo más parecido a una sala de cine donde sabemos que se produce algo mágico, y no es poesía lo que digo ni estoy hablando de brujas, sino de cosas reales que nos suceden a los seres humanos.
El segundo propósito de este Programa es que tengan esa experiencia los chicos, la de una sala cinematográfica, siendo el primero que conozcan la producción audiovisual de cine argentino. Pero muchas veces hemos tenido que suspender proyecciones anticipadamente debido a que hubo escuelas que te llaman y el espacio que ellos tienen no reúne las condiciones para poder presentar una película que dura una hora y media, ya que así el pibe no podría estar enganchado a la historia y la proyección no funcionaría. No obstante, ya van más de seiscientas proyecciones de películas en todo el país donde sí logramos armar una buena sala de cine.
En esa hora y media los chicos descubren algo y no se distraen, aunque también tenemos que reconocer que hay algunas proyecciones que son más difíciles, cuando hay trescientos o cuatrocientos pibes, pero por suerte no son las que más ocurren ahora porque resulta muy complicado captar la atención de todos. Pero el cuidado de ese marco en el cual se proyecta la película, es fundamental, aunque también es cierto que nosotros contamos con lo que se llama público cautivo, porque vamos en horario escolar, cuando los chicos están en la escuela y dedican ese tiempo a mirar una película. No es que tenemos que convocar en un pueblo a que se acerque la gente al cine.
De todas formas, es difícil llevar público al cine con películas que no son difundidas, a diferencia de lo que hacen con los tanques de Hollywood, así que los otros films apenas se dan a conocer. Si no está Ricardo Darín es difícil que la gente decida ir a una sala.
– No tengo ninguna duda de que siendo la Fundación DAC quien promueve El Cine Argentino va a la Escuela, este Programa tiene vocación federal y tanto está llegando a gente en Salta como en Neuquén o Puerto Madryn, ¿no es así?
Nosotros ya de las veinticuatro provincias que tiene el país, estuvimos en veintiuna, es decir que hicimos proyecciones a lo largo y ancho del territorio. Ahora estamos haciendo un documental sobre nuestras visitas a unos colegios rurales que hay en la provincia de Buenos Aires y ellos tienen un sistema educativo que es poco conocido y que se llama de alternancia. Está sobre todo armado para los empleados rurales de los grandes terratenientes que tenemos acá en Argentina y sus hijos son los que van a estas escuelas. De esta forma estamos llevando cine a chicos que ni conocen la capital de la provincia ni el país. Ellos viven a varios kilómetros del pueblo más cercano. Y ahí estamos, no sólo es vocación federal, sino también social.
– Para terminar sería interesante hacer alguna referencia a algunas anécdotas que hayan podido surgir en el transcurso de los debates posteriores con intérpretes y cineastas de las películas. ¿Recuerdas alguna?
Soy muy malo recordando anécdotas, pero sí que ha habido chicos que han decidido estudiar cine después de tener esta experiencia. Esto pasó en el sur con la actriz Muriel Santana, de la película “Un cuento chino”, donde hubo chicos que la vieron ahí y cuando volvimos, pasados dos o tres años, nos enteramos de que ellos estaban ya estudiando cine en la Facultad de la provincia Río Negro; algo que fue muy gratificante.
Otras cosas que han pasado es que muchos chicos ven lo que sucede en las pantalla, después ven a la persona, al actor o a la actriz, y les cuesta separar que a esa persona no le haya pasado lo que le pasó en la ficción. Por ejemplo le preguntan si realmente los golpes le dolieron o no, o por qué se separó de esa mujer, como si el actor fuera realmente el personaje de la película.
Yo suelo hacer las funciones de moderador en los debates y, a veces, cuando estoy al lado del invitado de la película, el paisaje que yo tengo es la cara de cincuenta, setenta, cien o treinta pibes que están observando a su protagonista o al director con una cara que es lo que a mí me hace seguir trabajando en este Programa, porque vos ves un pendejo descubriendo el mundo. Yo soy padre y, aunque no fuera un pibe, inclusive si fuera una persona adulta, cuando ves a alguien que está descubriendo algo, eso es enriquecedor y maravilloso.
©José Luis García/Cinestel.com